Viajes. La ciudad joya
Este tesoro barroco cruzado por el Elba, acoge el mercado navideño más antiguo de Alemania.
Eel lunes antes de Navidad de 1434, Dresde celebró una feria de carnes y productos agrícolas en la plaza Altmarkt. Es el origen del Striezelmarkt, el mercado navideño cuyo nombre hace referencia al strie
zel, una trenza de pan con pasas y frutos secos típica de estas fechas. Es el más antiguo de Alemania y el más importante de los 14 que la capital de Sajonia acoge hasta el día 24.
En medio de la plaza siempre se levanta una pirámide navideña –un tiovivo de madera decorado con figuritas y cuya hélice superior hace girar sus distintos pisos–, la casa de Santa Claus y un árbol de 15 m. Alrededor 230 puestos con la mejor artesanía alemana, adornos, encajes de Plaen y tejidos estampados y bordados.
Esplendor barroco
Dresde, reflejo de la riqueza artística sajona, impulsada por su rey Federico Augusto II, que fue reducida a cenizas por los Aliados el 13 de febrero de 1945, despliega todo su esplendor en estos días.
El palacio Zwinger, obra maestra del barroco alemán, con pabellones, terrazas, un bello jardín y la Gemäldegalerie, que cus- todia la Madonna Sixti
na, de Rafael; la Ópera Semper, uno de los teatros más bellos del mundo, donde Wagner estrenó Tannhäuser y Richard Strauss El caballe
ro de la rosa, y la iglesia de Nuestra Señora, llamada Fraukirche o ‘de las mujeres’, y emblema del luteranismo, que permaneció en ruinas hasta 1994 –la ciudad quedó en la mitad oriental tras la partición de Alemania al final de la II Guerra Mundial –, son algunas de sus joyas arquitectonicas.
Cerca de la catedral católica de la Santísima Trinidad (Hofkirche) está la terraza de Brühl, un paseo conocido como el Balcón de Europa, que llega a la orilla del Elba con edificios tan emblemáticos como el Parlamento Sajón, la Academia de Bellas Artes, las Bóvedas Verdes, en el antiguo palacio real, y la nueva sinagoga, levantada sobre la que fuera destruida en la Noche de los Cristales Rotos
(Kristallnacht), cuando dio comienzo la persecución de los judíos.
Este último edificio, junto a la estación de tren diseñada por Norman Foster, el Museo de Historia Militar, de Daniel Libeskind, y el Mi lagro Azul, el primer puente de Europa sin pilares, ofrecen la cara más moderna de la ciudad, junto a la Praegerstrasse, una de las avenidas principales de la etapa comunista, repleta de tiendas, cafés y restaurantes.
Merece la pena subir a un barco de vapor y surcar el Elba hacia la Suiza sajona, con la fortaleza Königstein, situada en una meseta a 247 metros sobre el nivel del río; hacia la localidad de Meissen, famosa por su porcelana y su imponente castillo, y al palacio de Pillnitz, residencia de verano de Federico Augusto.