El teleadicto
Desde hace años resalto cómo La Sexta ha revolucionado la información política en televisión, no por su línea editorial sino por el ritmo, sentido del espectáculo, el compromiso con los temas que tocan a la gente o el punch en los momentos clave. Ahora, como líderes de todo lo que huele a electoral, en plan tío de Spiderman les recordaría que ese gran poder conlleva una gran responsabilidad, y ha llegado el momento de ejercerla. Siempre se ha dicho, básicamente porque es verdad, que a los programas con carga política les conviene ir a la contra; es decir, si buscan audiencia funciona muchísimo mejor criticar e incluso confrontar que alinearse. En ese sentido, Al rojo vivo, Más vale tarde, La Sexta noche o este fin de semana Salvados, han encontrado en VOX a ese perfecto dragón de tres cabezas que despierta miedo, rabia y beligerancia en el sector más amplio de sus espectadores. Tres emociones que revientan el share. Yo mismo me veo casi a diario dentro de ese círculo vicioso: cuando hablan del auge de ese partido, me deprimo, me sulfuro, me indigno y me cabreo… Y durante ese proceso, estoy pegado a la pantalla. Poner el foco en VOX da audiencia y les da votos. Muchos votos. No me refiero a que dejen de informar sobre ese fenómeno de extremismo populista que puede envenenar a cualquiera (de hecho, tú mismo, lector, puede que ahora mismo sientas desprecio por quien escribe; si es así te pediría que rasques un poco para saber de dónde te brota ese sentimiento), pero sí a ser muy escrupulosos. A echar agua y no gasolina en según qué fuegos, aunque el audímetro también se enfríe. Por el bien de todos, merecerá la pena.