Citas. El gran Giacometti
En un minúsculo estudio de 23 metros cuadrados en el parisino barrio de Montparnasse, en el que se instaló en 1926, cuatro años después de su llegada desde Suiza, Alberto Giacometti realizó la mayor parte de su obra.
En ese lugar, que solo abandonó para refugiarse en su país natal durante la Segunda Guerra Mundial, pasó por el cubismo de los años 20, el surrealismo de los 30 y por la figuración, inf luido por su amigo, el filósofo Jean Paul Sartre, que le definió como ‘el artista existencialista perfecto, a mitad de camino entre el ser y la nada’, convirtiendo la figura humana en su tema principal.
El Museo Guggenheim le dedica una amplia retrospectiva que reúne 200 esculturas, dibujos y pinturas que repasan sus 40 años de trayectoria, algunas de ellas pocas veces expuestas, como Mujeres de Venecia, ocho piezas en yeso creadas para la Bienal de Ve- necia de 1956; La mujer cuchara y El gato ( de su hermano Diego).
Admirado por Dalí
Las obras se reparten en ocho espacios temáticos que analizan su encuentro con el cubismo, su paso por el surrealismo, despertando la admiración de Salvador Dalí –con obras como Bola suspendida, Objeto desagradable y Mujer degollada–, su distanciamiento con Bretón, y su aproximación a las figuras alargadas, las esculturas minúsculas que hizo para su sobrino durante la guerra y su llegada al existencialismo creando hombres y mujeres extremadamente estilizados.
La exposición se cierra con pinturas y dibujos sobre su hermano Diego, su mujer Annette, sus amigos intelectuales, Sartre, Genet y Yanaihara, y Caroline, su última amante. En 1960 esculpió su gran obra maestra, Hombre que camina I, subastada por 104,3 millones de dólares.