Salzburgo, la cuna de Mozart
SALZBURGO La ciudad austríaca celebra el cumpleaños de su vecino más ilustre con una semana consagrada a su música.
El niño prodigio de la música clásica nació el 27 de enero de 1756, en Salzburgo y murió 35 años después en Viena. Como cada año, del martes 28 al domingo 2 de febrero, se celebra un ciclo de conciertos organizado por la Mozarteum, esta edición centrada en sus composiciones para viento, con Lahav Shani y Daniel Baremboim al frente de la Filarmónica de Viena.
La huella de Wofgang Amadeus Mozart sigue presente en esta coqueta ciudad rodeada por los Alpes y atravesada por el río Salzach que separa sus dos grandes colinas. Debe su riqueza a las minas de sal que explotaron los arzobispos, príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico desde el siglo XIII hasta su anexión al imperio Habsburgo en el siglo XIX.
La ruta Amadeus
La primera parada es su casa, en el 9 de Getreidegasse, la calle más popular, con casas de fachadas de colores, entonces de gremios de artesanos y comerciantes y hoy reconvertidas en cafés, tiendas y restaurantes.
La casa es un museo que custodia tesoros como su primer violín y su clavicordio, muebles del siglo XVIII y un mechón de su cabello.
En 1773, tras su paso por Viena, la familia se traslado al número 8 de Makartplatz, presidida por la iglesia barroca de la Santísima Trinidad, cercana al Mozarteum, el conservatorio de música, en cuyo su jardín está la cabaña donde compuso La flauta mágica.
Frente a la iglesia de San Miguel, en la Mozartplatz, se encuentra una de sus estatuas, y en Alter Markt está el café Tomaselli, donde jugaba al billar. En su piso superior vivió durante muchos años Constanze, su viuda, con su segundo marido. Cerca queda la pastelería Fürst, donde Paul Fürst creó e l Mozartkugel,un bombón que conmemoró el centenario de su muerte.
A pesar de que Mozart fue enterrado en una fosa común en Viena, su padre y su viuda descansan en el cementerio de la iglesia de San Sebastián, a la que se llega tras cruzar el Staatsbrücke.
Entre el resto de maravillas de la ciudad está la fortaleza Hohensalzburg a la que se sube en un funicular; el barrio de la catedral, con el monasterio Benedictino de San Pedro; la catedral, donde el músico fue bautizado; la Residencia, el palacio de los príncipes-arzobispos con suntuosas habitaciones, donde dio su primer concierto; el palacio Mirabell, en cuyas bellas salas tocaron Leopoldo Mozart y sus dos hijos Wolfang y Nannerl, rodeado de jardines de estilo italiano, y el Gran Palacio del Festival, sede de la prestigiosa cita fundada por Hugo von Hofmannsthal, Max Reinhardt y Richard Strauss, que este año celebra su centenario.