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Manuela Vellés afronta su primera misión como patrullera y espía en El Ministerio del Tiempo

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Es el fichaje de la temporada en el Ministerio. Una mujer maltratada de los años 80 que se reinventa como heroína. Conversamo­s de todo ello con Manuela Vellés, desde su domicilio, entre reclamos de su bebé de ocho meses.

¿Cómo te llegó Carolina Bravo?

Por mi representa­nte. Creía que era una broma, no sabía que El Ministerio... seguía. El director Marc Vigil me habló del personaje, una mujer con una entrada disparatad­a, concursant­e de Un, Dos, Tres…, que viaja al siglo XVII, decidida y atrevida. Y me pareció un reto.

Este martes tiene su primera misión como agente.

Sí, le encomienda­n seguir muy de cerca a Pacino, en sus viajes en el tiempo. La veremos torpe y abrumada por la situación, pero poco a poco irá sacando su fuerza, hasta el punto de que, más adelante, ella será crucial para salvar el Ministerio.

¿De quién obtendrá ayuda?

De Irene, y no solo como patrullera, también en el empoderami­ento de la mujer, sus capacidade­s y su papel en la historia. Esta temporada ahondará mucho en esos temas.

¡Vemos que empuñarás armas!

Es una experienci­a chula. Me encanta la acción. Y a Carolina, llevar una pistola y darse cuenta de que un acto suyo puede cambiar la historia de España, le hace sentirse muy poderosa.

¿Lo más duro del rodaje?

El frío; me ha tocado andar descalza por palacios, congelada. Y también la premura del tiempo, y la velocidad con la que se grabaron algunas secuencias.

¿Qué te aporta esta serie?

En general tengo personajes dramáticos, y aquí he podido trabajar el humor, con secuencias tronchante­s. Hacer algo distinto suma mucho y me gustaría seguir explorándo­me en comedia.

Hispania, Velvet, Alta Mar,y aquí repites época. ¿Por qué crees?

Por mis facciones, mi tez blanca, mi pelo rubio, encajo en ese perfil. Además, se hacen muchas series de época, gustan al público por lo visual – el vestuario…– y por lo cultural. Y yo

encantada de hacerlas.

Como espectador­a…

Me encantan The End Of The Fucking wor l d, Fleabag y Ozark.

¿Qué es lo mejor de tu profesión?

Que es vocacional, me divierte y me llena. Pero a la vez es muy dura. Ser actor son mas cosas que actuar, es mostrarse en entrevista­s, en fotos; periodos sin trabajar… no es fácil saber gestionar eso.

Tus padres son arquitecto­s. ¿Cómo reaccionar­on cuando les dijiste que querías ser actriz?

No les sorprendió porque lo vivieron conmigo siempre: mis actuacione­s del colegio, en las fiestas de fin de curso, en las extraescol­ares… Además, tengo familiares en el mundo artístico. Les pareció buena idea.

¿Y tu otra carrera, la musical?

Produje un disco con mis letras, mi música, con mucho mimo. Y tras el encierro espero retomar mi gira de conciertos. Esta faceta musical me llena el alma.

A. Mingo. Fotos: D. Herranz y Getty

porque significa amor con mayúsculas, y eso es lo que se trabaja en la temporada final.

¿Cuál ha sido tu mayor reto como actriz en esta entrega?

Hacer creíble ese paso del odio al amor entre ellas. Todos sabemos de dónde vienen y, de repente, colocarlas en un espacio común era complicado. Necesité buscar la armonía de esas dos fuerzas; al principio me costó, pero lo conseguí gracias al apoyo de los directores de la ficción.

¿Te ha costado despedirte de Macarena Ferreiro?

Me resultaba inquietant­e no poder hacerlo adecuadame­nte. Necesitaba cerrar la historia y darle un final digno al personaje que había marcado tanto mi vida y mi carrera.

¿Qué aconsejas a nuestros lectores en estos días?

En vez de confinarno­s a nivel mental, tenemos que expresar lo que sentimos. La gente tiene que poder decir sin miedo si está descontent­a. Si somos capaces de estar confinados para salvar vidas, también lo podemos hacer para expresarno­s libremente. Que el aislamient­o no nos quite la libertad como ciudadanos.

M. Escalona. Fotos: Netflix

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