CON EL SELLO BANDERAS
LOS PROYECTOS DEL ACTOR QUE CUMPLE 60 Y ESTRENA DOS PELÍCULAS EN TELEVISIÓN
Desde el estreno de Dolor y gloria en el último Festival de Cannes, Antonio Banderas vive una de las etapas más dulces y serenas de su larga trayectoria, que abarca un centenar de películas en casi cuatro décadas. La fractura de una pierna a los 15 años sesgó su prometedor futuro como futbolista y se inclinó por la interpretación.
Llegó a Madrid desde Málaga, recién estrenada la mayoría de edad, para triunfar como actor, pero nueve meses después, sobreviviendo sin trabajo, decidió tirar la toalla. La noche que preparaba el regreso a casa, se cruzó con Alicia Moreno, hija de Núria Espert, por entonces directora del Centro Dramático Nacional, y le pidió trabajo. Días después superó una prueba con Lluís Pasqual, uno de sus mejores amigos desde entonces, que le ofreció participar en el montaje La hija del aire, de Calderón de la Barca. Comenzaba así la carrera del actor español más universal de todos los tiempos.
Un encuentro decisivo
La olvidada Pestañas postizas, de Enrique Belloch, fue su debut en el cine. Era 1982, en plena Movida madrileña, y ese mismo año protagonizó Laberinto de pasiones, segundo largometraje de Pedro Almodóvar, al que conoció de pasada en el Café Gijón cuando le dijo: “Tú tienes una cara muy romántica. Deberías hacer cine”.
Luego vinieron Laberinto de pasiones, Matador, La ley del deseo –le convirtió en un icono sexual–, Mujeres al borde de un ataque de nervios – le dio fama internacional– y ¡Átame! Tardaron 22 años en retomar la relación con La piel que habito.
Aprovechando la publicidad que le hizo el documental En la cama con Madonna, vendió su moto Honda Bol d’Or y con ese dinero voló a Los Ángeles en 1992 para rodar, sin hablar inglés, Los reyes del mambo tocan canciones de amor. Fue la puerta de entrada en Hollywood, donde pasó 20 años ganándose a su ‘aristocracia’ a base de trabajo duro – su caché ronda los 10 millones de euros–, hospitalidad y paellas que ha degustado hasta la familia Obama en su mansión de Hancock Park, una especie de embajada española.
Debutó en el teatro en ‘La hija del aire’, junto a Ana Belén
En 2014, tras su divorcio con Melanie Griffith, madre de su hija Stella y protagonista de su ópera prima como director, Locos en Alabama, se instaló en Surrey, el Beverly Hills de Reino Unido, con su pareja, la empresaria holandesa Nicole Kimpel. En el emotivo discurso por el Goya de Honor, en 2015, anunció que comenzaba la segunda parte del partido de su vida.
Sin descanso
Desde entonces ha rodado las dos películas que en breve emitirá Mediaset: Security, un thriller de acción dirigido por
Alain Desrochers, en el que interpreta a un guardia de seguridad que protege a una niña testigo de un asesinato, y Actos de venganza, donde es un abogado alcohólico en busca de los asesinos de su familia.
También ha protagonizado Genius, su primera serie de televisión en la que ‘resucitó’ a Pablo Picasso, que le valió sendas nominaciones al Globo de Oro y al Emmy; ha superado un infarto, del que salió con tres stent y mucha tristeza acumulada, que canalizó a través del protagonista de Dolor y gloria, y ha puesto en marcha, con dificultades económicas, el Teatro del Soho CaixaBank de Málaga, donde estrenó en noviembre el musical A Chorus Line, en el que se reservó el papel de Zach. La alerta sanitaria interrumpió el rodaje de Competencia oficial, la nueva película de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat ( El ciudadano ilustre), que rodaba en Madrid con Penélope Cruz y Óscar Martínez, en la que da vida a un actor que rivaliza con su compañero en el rodaje de una película dirigida por una excéntrica directora.
Tiene pendiente de estreno The Hitman’s Bodyguard 2, con su amiga Salma Hayek, y el rodaje de Uncharted, adaptación del videojuego del cazador de tesoros Nathan Drake.
En breve comenzará el rodaje de la esperada ‘Uncharted’