El teleadicto
Se va acabando el verano con las audiencias más escuálidas que se recuerdan y me toca hablar de la única serie que, al menos en datos, se ha convertido en un inesperado oasis en el desierto. Se trata de Mujer, la producción turca que emite Antena 3 y que, soy sincero, se me había escapado por completo. Primero por ese título genérico y, segundo y principal, por su país de origen. No oculto mi enorme prejuicio contra esos culebrones de maromos torturados y recauchutadas con problemas de dependencia emocional porque representan una involución intolerable en un género que, si miramos sobre todo a México y a Miami, está dando alegrías por su capacidad para romper moldes y por su vistosa tendencia a la autoparodia. Lo desconcertante es que esta Mujer apela a todo lo contrario, a un feminismo de calle, comprensible. Entiendo que el millón y medio de espectadores que la sigue cada semana empatiza con el drama de una madre que se queda viuda y tiene que tirar ella sola con sus dos hijos. A ello ayuda que los nenes son un amor y que mantiene la estructura clásica de la telenovela, con los giros y misterios de toda la vida. Sin embargo, y vuelvo al prejuicio, percibo también que esa pena que es gasolina para los audímetros esconde una visión superficial de la lucha de las mujeres, con el cliché básico de la madre coraje, opacando las conquistas de los últimos años.