Belleza.
Son las otras, las que han estado siempre en nuestro cuarto de baño: hidratantes, nutritivas, iluminadoras… ¡Rescatémoslas!
Mascarillas
Ellas, las cosméticas, estaban ahí mucho antes de que el nombre se hubiera desvirtuado: se aplicaban en el rostro para dar un empuje de hidratación o nutrición a la piel. Ahora, por desgracia, cada vez que oímos la palabra tenemos que pensar un segundo para comprobar de cuál se está hablando.
Momento de relax
Hasta hace unos meses, las mascarillas de belleza acompañaban aquellos momentos de relajación en fin de semana, cuando, infusión en ristre, nos tumbábamos en el sofá a esperar a que se endureciera para retirarla con efecto peeling.
Más especializadas
A las primeras mascarillas faciales le siguieron las específicas para cuello, para eliminar puntos negros, para el escote, los labios o el contorno de ojos, por no hablar de las capilares, un chute de nutrición extra que, semanalmente, es capaz de devolver todo el vigor a nuestra melena.
Exóticas y chic
Pero lo cierto es que, hoy por hoy, las mascarillas cuentan con la complicidad de los ingredientes más inverosímiles, sofisticados o exóticos, porque de cualquier fruta o planta procedente de los rincones más recónditos del planeta se pueden extraer sus beneficios para abordar cualquier asunto cutáneo.
De quita y pon
En el mercado encontrarás multitud de formatos. Las clásicas, las que conocíamos hasta hace unos años, son como las cremas ordinarias pero con una concentración de activos mucho mayor. No hay más que aplicarlas (mejor con una espátula especial que normalmente llevan incorporada) en el rostro con un espesor mayor que para una crema normal, y dejarlas actuar al menos 15 minutos. O las peel-off, esas que, tras el tiempo de exposición, se retiran como si estuviéramos mudando de piel.
Al estilo coreano
Lo último es el multimask, un concepto que llega directo de Corea, el paraíso de la cosmética funcional: sobreponer varias mascarillas, por ejemplo, colocando una en el contorno de ojos, otra en la línea de marioneta (entre las aletas de la nariz y la comisura de los labios), y cubrir ambas con una mascarilla global para todo el rostro. O las sleeping mask, concebidas para que nos acompañen durante el sueño.