Vida sana.
Aunque ya hay directrices, en este año de pandemia se prevé que la educación sea algo incierta.
Vuelta al cole
Durante las últimas semanas, la vuelta al cole ha dejado de ser un eslogan comercial para convertirse en el tema más candente de la actualidad política, un arma arrojadiza entre las distintas formaciones y un quebradero de cabeza para millones de familias. La incertidumbre es la única realidad, y aunque ya haya fecha de regreso a las aulas y unas normativas más o menos claras en casi todas las autonomías, todos intuimos que la curva de contagios podría volver a cerrar los colegios y condenar a los estudiantes a la educación on line desde sus casas.
A los alumnos que regresen a sus centros educativos después de seis meses fuera les va a costar reconocer sus colegios. Termómetros, geles hidroalcohólicos, aulas improvisadas en la biblioteca o el gimnasio, mascarillas, y hasta profesores uniformados con EPIS en caso de sospecha. La ministra de Educación, Isabel Celaá, ha anunciado la creación de un permiso retribuido para padres que tengan que quedarse en casa a cuidar a sus hijos si estos enfermaran o tuvieran que guardar cuarentena durante un tiempo.
Sin embargo, todo parece estar aún en el aire y hay comunidades autónomas que ni siquiera han fijado la fecha de vuelta al cole ni los ratios máximos de alumnos que se establecerán por clase (entre 15 y 21).
Rara y más cara
Extraña va a ser, pero también más cara. A la crisis económica provocada por la covid-19 se suma este año lo que han subido los precios de libros y uniformes –los colegios públicos están comenzando a imponerlos–, y por si fuera poco, se añade el desembolso digital que habrán de afrontar las familias si los cursos son semipresenciales o se produce un brote en el colegio que obligue a estudiar desde casa.
Según el comparador de precios Idealo, la nueva normalidad encarece la vuelta al cole en un 53,31 por ciento y la educación semipresencial dispararía el coste medio a más de 600 euros por niño y forzaría a muchos padres a volver al teletrabajo o a verse obligados a contratar cuidadores que les echen un ojo las dos o tres horas diarias que estarían fuera del centro escolar.
Mientras cada vez son más las familias que se niegan a llevar a sus hijos al colegio alegando motivos de seguridad, y el Gobierno ultima medidas legales para obligarles, los centros se esmeran en adaptar sus espacios, separar pupitres o hacer grupos burbuja que faciliten el rastreo. ¿ Bastarán esas medidas?
Los educadores son conscientes de que una vez doblen la esquina del recinto, la mayoría de niños y adolescentes se relacionarán entre ellos como siempre.