Heroína, ajustes de cuentas y relaciones peligrosas
La grabación de estos seis y ¿definitivos? episodios se hizo de forma intermitente por la pandemia. ”A pesar del drama real y del paso del tiempo, fue sencillo recuperar el espíritu”, dice Adriana. Esta historia de “supervivientes”, como la califica su creadora , Verónica Fernández, repite con Barcelona como “un personaje más”. Y recrea las ostentosas mansiones de la mafia italiana en una masía. En el entorno de Hache continúan su inseparable Arístides (Marc Martínez); Senovilla (Pep Ambrós), dudoso abogado; Camino (Núria Prims), amiga y cómplice, y el policía Vinuesa (Eduardo Noriega), con quien mantiene “una relación ambigua”. En el Club Albatros irrumpen Mateo (Samuel Viyuela), hermano de Hache y delincuente, y Mirta (Anna Moliner), cantante. “La música sigue siendo un elemento narrativo; cuenta cómo se sienten los personajes”, añade la actriz. Y la ahora empresaria conoce a Ventura (Marcel Borràs), un caprichoso ‘niño bien’.
La trama parte de un hecho real: Barcelona como puerto clave del narcotráfico con el mafioso Lucky Luciano (en la ficción, Giampiero Judica). “No creo que existiera una Helena Olaya manejando este negocio. De alguna manera la ficción es la sublimación de un deseo. Esta temporada ofrece la oportunidad de ver crecer al personaje y demostrar en un mundo masculino que tiene olfato, ganas y agallas, a pesar de sus carencias”, explica Adriana, que destaca el empoderamiento como un mensaje efectivo de Hache: “Ella no tiene conciencia feminista; habría hecho lo mismo si fuera hombre. Aunque es interesante leer la historia desde ese punto de vista”.
Esta producción propia de Netflix muestra la violencia, el sexo y el crimen organizado como pocas veces se ha visto en la ficción nacional. “La serie sigue siendo tan salvaje y extrema –confirma su protagonista–. Es oscura, vertiginosa, intrigante… y también romántica. Depende de la tolerancia de cada uno. Desde luego me parece una apuesta audaz e interesante de los guionistas y de la plataforma”. En la ficción solo hay licencia para matar, nada de remilgos. Ni siquiera para Hache, cuando ejerce de madre de sus dos hijos: “Esa parte me ayuda mucho a entenderla. Cuando se siente débil y vulnerable enseguida se repone”.
Ligada a los dramas de época después del éxito de La señora y El tiempo entre costuras, Adriana Ugarte celebra enfrentarse a “un personaje sin escrúpulos, marginal. Ha sido muy enriquecedor”. Y no disimula sus temores: “Después de 20 años de oficio, aún me siento nerviosa e insegura; cada secuencia sigue siendo difícil”.
Personajes decisivos
En escena sigue dando réplica a la mano derecha de Hache, Arístides (Marc Martínez), y al agente Vinuesa (Eduardo Noriega), su enemigo y también guardián celoso y obsesivo. Además aparecen su hermano Mateo (Samuel Viyuela), que arrastra a Helena a sus raíces –“Le pone delante un espejo para que recuerde quién es realmente”–, y Ventura Montalbán ( Marcel Borràs), un ‘ niño bien’ con quien inicia un romance. “Estos personajes la ponen en batalla consigo misma”, añade Adriana. Pero también posee el poder de la seducción y juega con las debilidades de los demás: “Se divierte mucho manipulando”.
Para la actriz protagonista el verdadero aditivo son las escenas de acción: “Me gustan mucho, incluso me tienen que parar. Contamos con especialistas que nos enseñan a pelear, y me siento como una niña”.
Adriana ha concluido el rodaje de la serie Parot –para TVE, donde cruza al otro lado de la ley como policía–, y prepara una película –de la que no revela datos–. Mientras, apela a la responsabilidad, la paciencia y la solidaridad ahora: “Son momentos para empatizar, no para alzar la voz como un vómito o un estallido”.
“La serie sigue igual de salvaje y extrema”
“Después de 20 años de oficio, aún me siento insegura”