Telva

Los ingredient­es del éxito

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En una composició­n olfativa se llegan a encontrar hasta 80 ingredient­es distintos, aunque siempre hay dos o tres que despuntan frente a los demás. Hemos consultado con los expertos y los manuales de la Academia del Perfume para descubrir de dónde vienen los más buscados.

Aldehído. “Esta molécula sintética se inventó a principios del s. XX por la necesidad de dar a los perfumes una faceta limpia¡”, explica Esperanza Pintado, embajadora de Fragancias Dior. Aporta brillo, frío o incluso un punto metálico a la creación. Destaca en New Look, de la Collection Privée de Dior.

Ambroxán. El secreto de la sensualida­d. Aterciopel­ada y poderosa, se emplea como nota de fondo para prolongar la estela del perfume. Es una molécula creada en laboratori­o en los años 50 que sustituyó al ámbar gris, de origen natural. Si bien se suele obtener del sclareol (presente en el absoluto de salvia sclarea), empresas como Givaudan producen esta nota a partir de caña de azúcar fermentada.

Cereza. TikTok tiene la “culpa” de que esta fruta que anuncia el verano o mejor dicho, su irresistib­le aromase haya convertido en una nota viral. Su equilibrio, entre dulzor y acidez, ha conquistad­o el olfato de muchos tiktokers, sobre todo a partir del lanzamient­o de Lost Cherry, de Tom Ford.

Gourmand. Su nacimiento está ligado al del icónico perfume Angel, de Thierry Mugler. “Se emplean de forma más sutil, menos evidente. El resultado es menos goloso, en favor de facetas sensuales, románticas…”, sostiene Esperanza Pintado. La vainilla sigue siendo el máximo, pero nada tiene que ver con el aroma a pastelería de las creaciones más juveniles. También el haba tonka, una semilla con aroma de cacao, las fresas del bosque, la frambuesa o moléculas innovadora­s como la de olor a panacota.

Oud. Se le conoce como “el oro negro de los perfumista­s” con acordes ahumados y sombríos y habitual en las fragancias árabes. Procede de una resina que se genera en el agar, un árbol del Sudeste asiático, solo infectado por un hongo.

Peonía. La embajadora de las Fragancias Dior apuesta por esta flor silente, cuya esencia no se puede destilar dado que su proceso de oxidación es rapidísimo. “Podríamos decir que es muda, pero se puede captar y reproducir su aroma en laboratori­o con buen resultado”, señala. Su olor a hierba cortada, a brisa y a campo, la convierte en perfecta para quienes buscan fragancias frescas.

Sándalo. Como apunta Julien Provost, director creativo de Trudon, “es un gran clásico atemporal”. De hecho, su aroma se emplea desde hace milenios. Huele a madera y resina con toques lácteos.

Violeta. Romántica y vintage (¿a quién no le recuerda al tocador de la abuela?), esta flor ha recobrado protagonis­mo por la riqueza de sus matices que van del empolvado al cuero. “Quizá no está de moda en todos los mercados, pero es elegante y muy nostálgica”, destaca Carlos Huber.

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