Telva

“Soy activista e ingeniera de caminos humanos”

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CON MÁS DE 12 AÑOS DE EXPERIENCI­A RESCATANDO VÍCTIMAS DE TRATA, NUEVO HOGAR BETANIA, LA ASOCIACIÓN FUNDADA POR BEGOÑA ARANA, CREARÁ GRACIAS AL 1er PREMIO NACIONAL TELVA SOLIDARIDA­D, DOTADO CON 20.000 , LA PRIMERA UNIDAD ESPECIALIZ­ADA DE RECUPERACI­ÓN EMOCIONAL PARA 45 CHICAS DE ENTRE 14 Y 35 AÑOS, EN ANDALUCÍA Y MADRID.

Cuando sopla el viento de levante en la Línea de la Concepción, es arriesgado hacer frente a ese mar bravo e indómito, fuerza de la naturaleza que rompe en la costa frente a Gibraltar. Como lo es intentar desanimar a Begoña Arana (La Línea de la Concepción, 1985) de hacer realidad su sueño de niña de ayudar a la gente vulnerable de su conflictiv­o barrio, San Bernardo, conocido por sus problemas sociales y de narcotráfi­co.

Hija de un secretario judicial y una maestra de protección de menores, ya de niña apuntaba maneras. “Con 7 años, mi profesor don Rafael me decía: Begoñita, la defensora de las causas perdidas”, recuerda.

Estudió Trabajo Social y, cuando inició su carrera profesiona­l en la prisión de Algeciras, aquello de fichar a las 11 y salir a las 3 le supo a poco. “Yo lo que quería de verdad era desarmar el sistema, la justicia en España no es restaurati­va, así que dejé la cárcel y me fui al ayuntamien­to a pedir que me cediesen un espacio”.

El espacio en cuestión –la actual sede central de Hogar Betania–, eran 6.000 metros cuadrados en ruinas, además de un punto de consumo y prostituci­ón que llevaba abandonado más de 10 años. Sin tener todavía la concesión ganó un concurso internacio­nal de Leroy Merlín cuyo premio eran 120.000 euros en material de contrucció­n para rehabilita­rlo. Le cedieron el espacio. “La señora concejala cuando vino a entregarme las llaves –yo tenía 23 años, era el año 2008–, me dijo: Venga, niña, te doy la llave. A ver cuánto tiempo tardas en devolvérme­la”.

Los obstáculos están para saltarlos y con toda la ilusión y unas ganas arrollador­as, tan fuertes como las olas del mar, empezó a pedir dinero. “Sin patrones ni patronos y un power point en inglés, francés y castellano –cuenta–, me fui a Marbella y Sotogrande, a todos los clubes de rotarios y empresas de Gibraltar, presentand­o lo que quería hacer en La Línea”.

Después de la odiosa burocracia, aquello empezó a funcionar. En noviembre de 2011 se constituyó legalmente Hogar Betania, gracias a subvencion­es privadas. “Yo quería trabajar con personas sin hogar pero con relatos nuevos. Es decir, personas con economía de subsistenc­ia que de repente se ven en la calle, algunas de ellas madres víctimas de violencia de género. Y lo hicimos con una metodologí­a de trabajo distinta a la que existía, porque la ley de servicios sociales de 1984, todavía en vigor, está completame­nte obsoleta”.

En estos años de lucha, Begoña Arana ha cumplido su sueño sin dejar de formarse: Grado en Criminolog­ía y Seguridad Pública, varios másters en mediación familiar, terapia sistémica, dirección de centros de servicios sociales y recursos humanos, además de convertirs­e en toda una experta en extranjerí­a y cooperació­n internacio

—Elisa Álvarez. Foto: Alex Rivera.

“Mi hija mayor se llama Favor y su madre biológica es una de aquellas 25 mujeres nigerianas embarazada­s por el mismo proxeneta que llegaron a La Línea en patera el 25 de mayo de 2011”

nal. “Soy activista, abolicioni­sta, revolucion­aria del sistema social e ingeniera de caminos humanos. Quiero darle a cada persona su propósito a cumplir, igual que lo tuve yo”.

Con el premio TELVA Hogar Betania creará la primera Unidad Especializ­ada en atención y recuperaci­ón emocional para menores y jóvenes víctimas de explotació­n sexual, algunas con discapacid­ad, un trabajo constante en el que Begoña se viene especializ­ando desde hace 13 años. “Descubro y me aproximo a la trata –relata– porque el 25 de mayo de 2011 llegan a Hogar Betania, en varias ambulancia­s, 25 mujeres nigerianas embarazada­s. Todas con un mismo patrón: vestidas igual –con camisetas del Real Madrid (de Özil, no se me olvidará nunca), faldas plisadas–, y con un móvil liado en 4 bolsas de basura. Se analizó su llegada en patera como inmigració­n ilegal, pero todo era tan escandalos­o que me planté en la Oficina de extranjerí­a para denunciar que aquello apestaba a explotació­n, a trata. Entre agosto y septiembre nacieron los 25 bebés en el hospital de La Línea y a los dos meses empezaron a sonar los móviles. Yo no entendía su dialecto pero sí la expresión de terror de sus caras. Se fueron yendo poco a poco a distintas ciudades de España, pero conseguí, suplicando a 7 de ellas, que se quedaran y

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Begoña Arana con tres jóvenes, víctimas de explotació­n en uno de los centros que Nuevo Hogar Betania tiene en Madrid.
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