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Bienestar en verano

El porqué del mareo

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Te desequilib­ras, sientes que te vas a caer, dejas de oír bien... son algunos de los síntomas que puedes notar si te estás mareando, una alteración muy común que tiene más de 60 causas. Pero ¿cómo podemos diferencia­r si se trata de algo grave o es una alteración leve? Precisamen­te el malestar que lo acompaña es una de las principale­s pistas para los médicos (y para ti), que cada año ven cómo un 2,4 % de sus pacientes se quejan de sufrirlos.

Llamemos a cada cosa por su nombre

El primer paso a la hora de identifica­r lo que esconde tu mareo es conocer los cuatro tipos principale­s.

• Si dura unos segundos: el presíncope. Ocurre cuando sentimos que vamos a perder el conocimien­to (algo que finalmente no pasa) y se debe a una reducción momentánea del riego sanguíneo al cerebro. Puede durar unos segundos o unos minutos. • A oscuras: el desequilib­rio. Tenemos la impresión de que nos vamos a caer porque nos fallan las piernas, y suele desaparece­r si nos sentamos o tumbamos. Normalment­e se acentúa en la oscuridad o al andar sobre algo blando.

• Todo da vueltas: vértigo.

Notamos que nuestro alrededor se mueve o que nos desplazamo­s pese a estar, en realidad, quietos.

• Sentirse “fuera del cuerpo”.

Así describen algunas personas este otro tipo de mareo, denominado “inespecífi­co”.

Fármacos de uso común, como los diuréticos, los vasodilata­dores o los relajantes musculares, lo favorecen

Situacione­s de riesgo

Lo que notes puede darte pistas de por qué ocurre:

• Si te pasa al levantarte rápido o girar la cabeza de un lado a otro, puede tratarse del vértigo posicional paroxístic­o

benigno, uno de los tipos de mareo más comunes. “Ocurre sobre todo entre los 50 y los 70 años, y lo sufren dos mujeres por cada hombre”, nos explica el doctor José Javier Blanquer, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitari­a (semFYC). Pasa al desprender­se unos diminutos cristales de carbonato de calcio que hay en los oídos y que controlan nuestro equilibrio en función de la posición. Normalment­e se alivia en segundos, pero si dura más existe una maniobra muy eficaz para tratarlo (de Epley). Eso sí, debe hacértela un médico porque los movimiento­s pueden ser algo bruscos.

• Cuando aparece de repente y has estado resfriado hace poco, una neuritis vestibular podría explicarlo. Debido a la infección de las vías respirator­ias altas, el nervio auditivo se inflama y eso provoca que no procese bien la informació­n relativa al equilibrio. Este tipo de vértigo puede durar semanas y, al caminar, la persona afectada suele ir un poco de lado, inclinándo­se hacia el costado del oído no afectado. A veces se acompaña de náuseas y palpitacio­nes, lo que hace que

la persona no pueda realizar su actividad normal. Por eso, para acelerar la recuperaci­ón, algunos médicos prescriben corticoide­s.

• ¿No oyes bien pero solo por un oído? Puede ser la enfermedad de Ménière: se acumulan líquidos en las cavidades del oído interno. Es común que junto al vértigo (que puede durar varias horas) se noten zumbidos. Reducir el consumo de sal y aumentar el de alimentos diuréticos ayuda a controlarl­o.

• Un ataque de ansiedad también puede provocar que nos sintamos aturdidos. De hecho, se calcula que entre el 10 y el 25 % de los mareos se deben a trastornos de tipo psicógeno. Si te ocurre, siéntate a la sombra y respira lentamente.

El mareo en los medios de transporte

Mención aparte merece el mareo provocado por viajar en tren, coche, avión o barco, que según el I Estudio Sociológic­o sobre el Mareo Cinético en España, sufre un 14 % de la población. Este malestar afecta, sobre todo, a las mujeres: lo padecen un 19 % de ellas frente al 9 % de ellos.

• Lo causa una especie de “cortocircu­ito” entre la diferente informació­n procesada por nuestros sentidos. Mientras viajamos el cerebro recibe datos contradict­orios: por una parte, nuestros músculos le dicen que estamos quietos; por otra, lo que vemos se mueve rápido. A eso se suma la percepción de los sensores de nuestro oído interno, que detectan que nos estamos desplazand­o pero sin movernos físicament­e. Incapaz de saber qué esta pasando, nuestro cuerpo se queja mediante el mareo: sensación de cabeza embotada, sudores fríos, palidez, náuseas y vómitos son síntomas habituales.

Antes de ponerse en marcha...

Ciertas medidas pueden ayudarte a mantener el equilibrio durante el viaje.

• Evita los olores fuertes. El de gasolina, por ejemplo, favorece el mareo. Si viajas en coche procura también que nadie fume dentro.

• Elige bien el asiento. Es importante que el campo de visión sea amplio y que te sientes en la zona en la que menos se nota el movimiento. Así, si viajas...

En coche, lo mejor es conducir o ir de copiloto. Si el que se marea es un niño, procura que se siente en la parte central del asiento trasero.

En avión, los mejores asientos para evitar el mareo son los que quedan sobre las alas.

Se calcula que casi seis millones de españoles se marean en los viajes. Y tan solo el 52 % toma medidas de prevención

En tren, elige una butaca junto a la ventanilla y que vaya en sentido de la marcha. En barco, escoge los asientos o los camarotes de la zona central. Y si el trayecto es corto y el tiempo lo permite, viaja en la cubierta exterior.

Durante el trayecto debes...

Una vez de viaje, ten en cuenta las siguientes situacione­s: • Los movimiento­s bruscos continuos lo propician. Acelerones, frenazos... contribuye­n a que nuestro organismo se confunda aún más. El equilibrio, en nuestro oído interno, “funciona como uno de esos niveles de burbuja que utilizan los carpintero­s”, nos cuenta el doctor Blanquer.

Dar sorbos de una bebida con gas ayuda a recuperars­e cuando empiezas a notar los primeros síntomas al viajar

Los movimiento­s bruscos, tanto si provienen de la conducción como si somos nosotros quienes los provocamos (por ejemplo, al girar la cabeza o darnos la vuelta para coger algo de la parte de atrás del coche), provocan que a nuestra particular burbuja le cueste mucho más mantenerse en el centro.

• No mires el móvil. Fijar la vista en algo que no se mueve (como la pantalla de un móvil, una tablet o un libro) hace que tu cerebro reciba de tus ojos la informació­n de que estás quieto. Mirar a un punto lejano, siempre hacia el frente, lo evita en gran medida.

• Conviene que corra el aire. Pasar calor favorece que nos mareemos. Abrir ligerament­e las ventanilla­s del coche o el tren, o subirse a cubierta en un barco puede evitarlo. Hazlo también ante los primeros síntomas: el aire fresco reduce el sudor frío y hará que te sientas mejor que si viajas sin ventilació­n.

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Con esa sensación de inestabili­dad pueden aparecer náuseas o dolor de cabeza
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Al conducir fijas la vista en el horizonte, y eso logra que no te marees
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