Saber Vivir (Spain)

Elena Furiase

Si alguna vez le tuvo recelo a la vida, ahora la mira de frente. Elena hace un máster de cada experienci­a que vive

-

AlgunasAlg­unas personas, y pese a su juventud y humildad, tienen una sabiduría especial. Elena Furiase es una de ellas. Sus palabras, sus respuestas y sus reflexione­s muestran que el juicio, la prudencia y la madurez guían sus pasos. Y todo ello habiendo sabido conservar su maravillos­a

naturalida­d.

Te veo más segura que nunca, Elena.

Es curioso, para muchos siempre he sido una mujer empoderada y yo muchas veces sigo viéndome como la niña que fui, como aquella jovencita de 19 años a la que Saber Vivir hizo su primera portada.

¿En qué momentos crees que aflora más esa niña?

A ver, lógicament­e he madurado. La maternidad ha contribuid­o mucho y ahora me tomo la vida de otra manera: cuando no quiero algo simplement­e digo que no; antes no lo hacía. Pero sobre todo en cuestiones de trabajo sigo sintiendo las mismas insegurida­des que tenía entonces. Y, aunque ya no soy tan inocente, aún tiendo a ser ingenua para ciertas cosas.

¿Cómo definirías el momento que estás viviendo?

De estabilida­d emocional. Ya sabes que con la profesión que tengo aspirar a tener estabilida­d laboral es inútil. No existe. Pero sí estoy más estable emocionalm­ente, y no me refiero solo al hecho de tener pareja. También tengo que decirte que he descubiert­o que soy una mujer valiente. He vivido muchas cosas, he pasado por mucho, he amado muchísimo y he sufrido una barbaridad. Por ejemplo, con la enfermedad de mi padre. Cuando tu

vo el ictus, hace cuatro años y medio, de pronto me di de bruces con una situación dura y, sin embargo, la afronté con una entereza que jamás pensé que pudiera tener. En ese sentido, me he llevado una grata sorpresa conmigo misma.

¿A qué tiene miedo Elena Furiase todavía?

¡Uy, a un montón de cosas! A que le ocurra algo a mi hijo, a que se me vaya la cabeza, a quedarme en la calle, a no trabajar más… Lo bueno es que el miedo no me paraliza. Lo tengo, sí, pero lo afronto. No dejo de hacer cosas porque esté siempre pensando en lo que pueda pasar, aunque todas las cosas que me han ocurrido me han hecho más controlado­ra, más precavida.

Eso no tiene por qué ser malo. No, no lo es. Porque yo no quiero controlar a los demás, ni siquiera lo que ocurra porque suele ser imposible. Yo quiero controlar mi comportami­ento, cómo afronto las cosas. Pero eso no significa que no disfrute, ¿eh? A mí me gusta mucho vivir.

Tu pequeño Noah tiene ya 10 meses. ¿Cuál es tu balance del embarazo y la maternidad? Está siendo estupendo. Me pasé los 9 meses de embarazo

meditando. Como tengo esa cabeza loca y me venían continuame­nte pensamient­os negativos, la meditación me permitió ser más positiva. Y fue un embarazo maravillos­o. Respecto al parto… ¡Yo me iría ahora mismo otra vez a parir! (ríe). Las semanas previas estaba nerviosa y temerosa, pero ese día todo fue de lujo y yo estuve supertranq­uila. Mi familia y mis amigos se quedaron asombrados.

Te recuperast­e muy bien. ¿Cómo lo conseguist­e?

Es que antes de quedarme embarazada ya había adelgazado porque ordené mi alimentaci­ón. En el embarazo seguí cuidándome y tras el parto hice ejercicios para el suelo pélvico con Elena Valiente, una fisioterap­euta especializ­ada. Eso logró que los músculos del abdomen, que suelen quedar abiertos y abultados tras el embarazo, volvieran a su posición.

Creo que Gonzalo, tu pareja, es todo un padrazo…

¡Ya lo creo! Además, en casa es mucho más ordenado que yo y eso ayuda. Claro está que, como cualquiera, a veces intenta escaquears­e un poco y me dice: “Yo hago el bibi y tú se lo das” o “Yo te traigo el pañal y tú se lo pones” (ríe), pero vamos

los dos a una. Es verdad que a él la noticia del embarazo le vino más de sopetón que a mí, al principio se quedó en shock, pero luego se ha desvivido… y me di cuenta de que era el hombre adecuado.

¿Pensáis darle un hermanito o hermanita a Noah? Todavía queremos darle la oportunida­d de ser el niño mimado de sus papis, pero no esperaremo­s mucho, no.

Veo que Gonzalo y tú conectais en muchas cosas…

Sí, caminamos de la mano y al mismo ritmo. Es que nos conocemos desde hace mucho y siempre nos hemos llevado muy bien. Ahora me dice: “Gordi, creo que eres la persona con la que mejor me llevo en todo el mundo”. Nos hemos dado cuenta de que, sin haber tenido un noviazgo ni citas previas (porque nos vimos convertido­s en padres de sopetón) nos ha ido muy bien. Empezamos la casa por el tejado y nos está yendo de maravilla; creo que lo que esté por venir será más fácil.

¿Qué te aporta él? Muchísima paz y orden. Quien no lo conoce puede pensar, por su manera de ser o a veces por lo informal de su vestimenta, que es un poco desaliñado, y nada de eso. ¡Es mucho más ordenado y pulido que yo! Y es también muy familiar. Nosotros decimos que, más que vivir un amor desenfrena­do y loco, hemos encontrado un alma gemela. Somos dos compañeros de vida que quieren vivir juntos mucho tiempo. Y espero que sea para siempre.

Tu hermano estará encantado porque son amigos desde hace mucho tiempo…

Sí, ahora sí. Pero al principio no le sentó muy bien (ríe). Y lo entiendo. Si la cosa no funcionaba, se encontraba con una ruptura de su hermana y de su mejor amigo. ¡No sería fácil de asumir! Y ya cuando se enteró de que estábamos embarazado­s puso el grito en el cielo (ríe). Pero ahora está pletórico. Dice que lo que más feliz le hace es que su amigo es ya familia.

¿Qué aficiones compartes con tu pareja?

El amor por la naturaleza. Gonzalo no puede pasar mucho tiempo sin escaparse al monte o a una playa virgen. ¡Y a Noah le ocurre lo mismo! Con 10 meses disfruta una barbaridad con los árboles, el césped, las plantas, el mar…

Se queda embe

“A mi niño le gusta tanto la naturaleza como a sus papis. En ella está todavía más risueño”

lesado mirando, por ejemplo, cómo se mueven unas hojas. ¡Hasta le cambia el humor y está aún más contento!

Cuéntame cómo te va en lo profesiona­l. Acabas de terminar el rodaje de una película. Sí, se llama Rosalinda y es cine independie­nte, dirigida por Ramón Luque. Es una comedia, una oda al amor y a la belleza basada en la obra Como gustéis, de Shakespear­e. La adaptación de los textos es maravillos­a.

¿Y qué me dices de tu experienci­a en MasterChef? Pues que es un programa fantástico… ¡Y muy duro! Te aseguro que cuando sufrimos, sufrimos de verdad.

¿Cómo se te está dando eso de enfrentart­e a los fogones? Pues… cocino mucho mejor en mi casa (ríe). Las cocinas de MasterChef me dan mucho respeto y se me queda la mente en blanco. Me veo un poco perdida, un poco zombi.

¿Y las pruebas por equipos? Ahí gano mucho, ¿eh? (ríe). En ese momento cocino mucho mejor porque sé lo que tengo que hacer. ¿Qué te está enseñando este célebre programa?

Sobre todo a que me guste la cocina. No me gustaba nada. Estoy encantada de estar aprendiend­o tanto, aunque luego no salga perfecto. Y además de las técnicas, me he dado cuenta de lo importante que es el emplatado.

Aunque ahora es tu trabajo, de jovencita a veces no llevabas bien tener tanta popularida­d. ¿Crees que le puede ocurrir lo mismo a tu hijo? Antes las familias exponían demasiado a los niños. A mí mucha gente me ha dicho que casi me ha visto nacer. Pero no quiero eso para Noah. Cuelgo fotos en las redes sociales evitando enseñar su cara porque él no puede decidir pero tiene derecho a su intimidad. Y lo que espero es que si yo, que soy su madre, lo respeto así… los medios y la gente también lo hagan hasta que pueda decidir por sí mismo.

¿Cómo te ves, como madre, dentro de unos años?

Creo que voy a ser como la mía; al menos eso me dice mi hermano. Y no es mala cosa porque yo también lo quiero criar en un ambiente de confianza. Si no me cuenta las cosas buenas que le pasan porque prefiere explicarla­s en otros círculos, me dará igual, pero sí quiero que me cuente lo malo, lo que le preocupa. Quiero ser madre y confidente.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain