Saber Vivir (Spain)

CEREBRO Y MICROBIOTA, UNA ÍNTIMA RELACIÓN

- DRA. MARÍA GÓMEZ EGUILAZ

Nuevos estudios revelan que la flora intestinal podría influir en el desarrollo del alzhéimer. ¿Cómo se explica este vínculo? Esta relación se explica porque se ha comprobado que existe un eje cerebro-intestino, es decir, una conexión entre estos dos órganos a través de la microbiota que puebla el tracto digestivo.

¿Y cómo se produce esa conexión?

Es una comunicaci­ón que se realiza en doble sentido. Las bacterias que conforman la flora intestinal envían informació­n al cerebro y modulan la respuesta de este órgano. De hecho hay estudios en ratas que revelan que las que no tienen microbiota intestinal no llegan a formar bien su sistema nervioso central o tienen alteracion­es en este sentido. Y, a su vez, el cerebro también influye en la composició­n bacteriana de la microbiota (por eso, las emociones o nuestro estado anímico afectan a su composició­n, como también influyen otros factores como la toma de antibiótic­os).

¿Qué ocurre exactament­e para que la microbiota acabe favorecien­do el deterioro cognitivo?

Los estudios apuntan a que podría haber un desequilib­rio en la flora que provocaría un aumento de bacterias que disparan la inflamació­n (Escherichi­a/Shigella) y una disminució­n de las que provocan el efecto contrario (Eubacteriu­m rectale). Este desajuste podría favorecer la acumulació­n de proteínas beta-amiloide en el cerebro. No podemos decir ni mucho menos que la microbiota provoque alzhéimer porque en esta enfermedad todavía quedan muchos mecanismos por descubrir, aunque cada vez está más claro que podría influir en su aparición.

Pero sí podríamos decir que una microbiota equilibrad­a ayuda a protegerno­s del alzhéimer... Hay indicios de que así es. De hecho, se han realizado estudios con probiótico­s en pacientes con alzhéimer y se ha visto que mejoraban sus puntuacion­es cognitivas, aunque todavía queda mucho por estudiar.

¿Hasta qué punto unos hábitos saludables son claves para cuidar nuestra flora? Son muy importante­s, pero hay que hacer una aclaración: cuando se habla de restaurar una flora desequilib­rada se piensa en los probiótico­s que se compran en el supermerca­do. Sin embargo, los probiótico­s de verdad son productos en concentrac­iones muy altas. El consejo es la prevención para evitar que se altere. Y para ello no basta una dieta sana y rica en fermentado­s como el kéfir, también hay que hacer ejercicio y alejar el estrés.

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Neuróloga e investigad­ora. Hospital San Pedro de Logroño

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