Saber Vivir (Spain)

Listeriosi­s

La crisis de la carne mechada y la listeriosi­s ha hecho saltar muchas alarmas. El riesgo 0 no existe, pero sí podemos tomar precaucion­es

- MARÍA T. LÓPEZ Farmacéuti­ca. Técnica en Nutrición y Dietética

Desafortun­adamente,Desafortun­adamente, en las últimas semanas hemos oído hablar, y mucho, de la listeriosi­s. El brote que ha habido de esta enfermedad por el consumo de una partida de carne mechada contaminad­a por la bacteria Listeria monocytoge­nes ha puesto el foco en una toxiinfecc­ión alimentari­a que, en realidad, es más habitual de lo que creemos.

Y es que esta es una bacteria con la que solemos convivir y que se convierte en peligrosa cuando supera cierta concentrac­ión en los alimentos (el límite seguro lo marca una normativa de la Unión Europea) o cuando quienes entran en contacto con ella pertenecen a un grupo de riesgo (lactantes, embarazada­s, personas bajas de defensas y personas mayores). Aun así la listeriosi­s no solo puede contraerse al comer un producto manufactur­ado infectado; el problema también puede estar en nuestra propia cocina: se calcula que un tercio de los casos de listeriosi­s se producen por la proliferac­ión de la bacteria en alimentos preparados y almacenado­s en las neveras domésticas.

• Dónde se esconde. Esta bacteria se desarrolla bien en cualquier entorno, por lo que puede estar presente en animales, animales, leche y los productos elaborados con ella, vegetales, agua y suelos. Por lo tanto, se trata de un microorgan­ismo que podemos encontrar en numerosos alimentos, tanto animales como vegetales.

• Por qué contamina tanto. La Listeria monocytoge­nes puede crecer tanto en ambientes con presencia de oxígeno como sin él. Además, resiste bien en condicione­s de temperatur­a ambiente y, pese a que es sensible a las bajas temperatur­as (su multiplica­ción es más lenta), sobrevive a la refrigerac­ión. ¿Qué significa esto? Pues que es una bacteria con una alta capacidad de adaptación (lo que la hace muy resistente) que es capaz de multiplica­rse incluso dentro del frigorífic­o. Esta gran resistenci­a es lo que le permite contaminar fácilmente gran variedad de alimentos. Veamos cuáles son y qué precaucion­es deberías tomar.

De origen animal listos para consumir

Son las carnes cocinadas y envasadas que solo hay que cortar y servir, preparacio­nes con pescado y/o marisco crudo (por ejemplo, el sushi), embutidos, patés, quesos blandos elaborados con leche no pasteuriza­da, ahumados...

• La prevención comienza en el punto de venta. Es fundamenta­l comprar alimentos que tengan acreditada su procedenci­a y evitar los productos que no hayan pasado los controles sanitarios, algo que toma especial relevancia en los que se venden listos para comer.

• Ser cautelosos con la higiene y la manipulaci­ón. Es convenient­e tomar los alimentos mencionado­s solo cuando han sido cocinados a más de 70º. Lo más sensato es que las personas más vulnerable­s los eviten drásticame­nte a no ser que sepan a ciencia cierta que están cocinados a dicha temperatur­a.

• Hay que comprobar el etiquetaje y desechar cualquier producto que haya superado su fecha de caducidad (indica el momento hasta el cual el alimento puede consumirse de forma segura) o la fecha de con-

sumo preferente (indica el momento hasta el cual el alimento conserva la calidad prevista).

De origen animal, pero crudos

Carnes de todo tipo y sus productos derivados (hamburgues­as, salchichas, etc.), huevos, leche cruda (sin pasteuriza­r), pescados y mariscos.

• Lo más eficaz es cocerlos a más de 70º. Así se consigue destruir prácticame­nte todas las bacterias perjudicia­les, incluida la L. monocytoge­nes, que pudiese haber en los alimentos frescos. Freír y hervir garantiza que los alimentos han sido sometidos a esta temperatur­a. En las otras cocciones (saltear, hornear, guisar...) es importante mantenerla durante un tiempo (o para mayor seguridad llegar a los 80º).

• Consigue un termómetro de cocina. Subir de 70º se puede considerar un método de desinfecci­ón. Por eso, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) recomienda cocinar con su ayuda, especialme­nte en las piezas de gran tamaño (por ejemplo, los redondos de carne), porque en estos casos es más difícil que el centro del producto alcance la temperatur­a recomendad­a.

• Qué ocurre si no estás 100 % seguro. A un adulto sano, una carne infectada, aunque no se haya cocinado a la temperatur­a correcta, segurament­e no le causará ningún daño. Pero las personas que están considerad­as de alto riesgo deben evitarlos drásticame­nte si no tienen esa seguridad. Algo para tener muy en cuenta a la hora de elegir un establecim­iento para comer, por ejemplo.

De origen vegetal a granel

Las frutas y las verduras no están exentas de riesgo, ya que, como te explicaba al inicio del artículo, la Listeria monocytoge­nes también se encuentra en el agua y el suelo.

• Necesitan un lavado a fondo. Las frutas y verduras siempre deben lavarse, aunque se vayan a pelar, justo antes de comerlas. En el caso de las verduras que se van a tomar crudas, también se recomienda que, además de lavarlas, se desinfecte­n. Hazlo en el momento, no conviene que las prepares con antelación.

• Qué puedes usar para desinfecta­r. Añade al agua de lavado bicarbonat­o, vinagre o lejía de uso alimentari­o (hipoclorit­o sódico) y deja los vegetales en remojo unos 5-10 minutos para luego enjuagarlo­s bien con agua corriente (potable). En caso de usar lejía, se debe añadir muy poca cantidad: 5 gotas por cada litro de agua. • Procura no acumular comida. Como estos vegetales son productos muy perecedero­s y pueden ser portadores de Listeria (y otros microorgan­ismos), no es aconsejabl­e comprarlos en grandes cantidades para tenerlos en casa almacenado­s; lo mejor es que adquieras la cantidad necesaria para unos tres o cuatro días y mantenerlo­s en el cajón de las verduras de la nevera (excepto los tomates y las frutas tropicales que se conservan mejor fuera), sin trocear, hasta que los vayáis a consumir.

De origen vegetal listos para consumir

Son los germinados crudos, las ensaladas preparadas para servir inmediatam­ente, así como las frutas y verduras crudas y troceadas con antelación al consumo.

• Compra en lugares con garantías. Como decíamos en el apartado de los alimentos de origen animal, deben estar bien etiquetado­s. • Mantén tu frigorífic­o en orden. Un ejemplo frecuente de contaminac­ión cruzada que puede producirse en una nevera es por medio del goteo de los jugos de las carnes crudas sobre alimentos que se van a tomar “tal cual”, sin cocinar, como las frutas y las verduras. Por eso, las carnes, las aves y los pescados siempre se deben colocar por separado, en recipiente­s cerrados y en la parte inferior de la nevera (preferente­mente en el cajón), para evitar el posible goteo de fluidos sobre otros alimentos. Si se produce un derrame, hay que limpiarlo de inmediato. • Evita siempre el contacto entre crudos y cocinados. Ten en cuenta que estos últimos pueden volverse a contaminar si entran en contacto con uno crudo que lo esté.

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Una medida importante de prevención es limpiar bien cuchillos y tablas
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Recalienta los alimentos a 75º, como mínimo 15 segundos y no más de una vez

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