“No permitamos que sigan muriendo más niños por falta de vacunas”
Cada minuto, 5 niños pueden sobrevivir gracias a las vacunas. Sin embargo, a día de hoy, 14 millones no han podido recibir ninguna, quedando expuestos a enfermedades altamente contagiosas y mortales. Desde UNICEF se ha lanzado la campaña
#PequeñasSoluciones, a la que se ha sumado Lucía, mi pediatra, quien tan bien conoce el poder de las vacunas para salvar la vida de millones de niños y niñas cada año. Porque la solución a grandes problemas como el sarampión o la polio, tiene una solución tan pequeña como una vacuna.
Entrevista a Lucía Galán Bertrand (Lucía, mi pediatra). Pediatra, escritora y miembro del Consejo Asesor de UNICEF España
¿Por qué es tan importante que los niños tengan acceso a vacunas?
El derecho a la salud y el derecho a la vida es un derecho universal que le corresponde a todos los niños, hayan nacido en el país que hayan nacido. Las vacunas salvan entre 2 y 3 millones de vidas cada año. En Níger, en Senegal y en muchos otros países no hay debate frente a las vacunas. Allí es vivir o morir. No permitamos que sigan muriendo más niños por falta de vacunas.
¿Por qué te has unido a UNICEF en esta aventura para conseguir que todos los niños reciban vacunas?
Pertenezco a la familia de UNICEF desde hace ya muchos años. Las vacunas son mi causa, como madre de dos hijos y como pediatra, con 20 años de profesión a mis espaldas. Cuando te das cuenta de que en una semana eres capaz de diagnosticar ocho diarreas y dos neumonías, y esos mismos diagnósticos, unos kilómetros un poquito más abajo o un poquito más al este o al oeste, pueden suponer el costarle la vida a un niño, realmente le das valor. La diarrea y la neumonía son las causas más crecientes de mortalidad infantil en un montón de países del mundo. Enfermedades inmunoprevenibles que se previenen con una simple vacuna. Donde va UNICEF va Lucía por los niños, por la infancia y por garantizar ese derecho fundamental a la salud y a la vida de los niños.
¿De qué manera haber estado en terreno con UNICEF ha influido en tu visión de la vacunación?
Influyó de una forma muy sentida y muy para siempre. Todos los sanitarios deberíamos vivir una experiencia así. Porque no es lo mismo verlo en televisión o que te lo cuenten. Tienes que estar allí, sentirlo, olerlo e incluso llorar las pérdidas de esos niños por un cuadro de tres o cuatro días de diarrea. Tienes que vivir cómo realmente la ayuda llega.
Tienes que vivir no solamente cómo las madres se juegan la vida llegando a los puntos de vacunación con sus hijos, porque muchas de ellas se recorren kilómetros y kilómetros, descalzas, con un sol terrible, con muchos niños. También los vacunadores, que parece que están siempre ahí relegados; ves cómo son personas de allí de origen de los propios países, donde su vida la dedican a vacunar a los demás. Atraviesan montañas, desiertos, sequías, hambrunas. Y van con su neverita, con su moto, con su bicicleta, ¡con su burro! hasta lugares absolutamente remotos, que aquí sería impensable, para garantizar la salud y la vida de esos niños que están esperando esa vacuna.
No hay un primer mundo ni un segundo mundo ni un tercer mundo; todos pertenecemos al mismo mundo. Y es nuestra responsabilidad dejar el mundo un poquito mejor de cómo nos lo hemos encontrado.