UNA CIUDAD ITINERANTE
El montaje de un evento de estas características supone comenzar por preparar una verdadera ciudad, ya que el 90 % de los participantes se desplaza en autocarvana, con el coche de competición en un remolque, sobre todo si vienen del norte del continente. Hubo que acondicionar una serie de fincas para tal efecto, con espacio suficiente, ya que a los participantes les suele gustar colocarse por países.
Para habilitar el necesario espacio, se aprovecharon varias parcelas con cereal recién cosechado, lo que evitó polvo y barro en los asentamientos, que contaban con baños y duchas portátiles para que no faltara de nada. Todo ello estaba junto a la población de Sorribos de Alba, que cortó su arteria principal colocando un bar terraza, donde tuvieron lugar las cenas de hermandad, la presentación previa de la carrera y la entrega de premios.
En la cantera propiamente dicha estaban, aparte de las zonas especiales, el parque cerrado, el de asistencia, el aparcamiento de visitantes, otro bar, servicios portátiles, taquillas, tiendas, zona de expositores… Una verdadera locura para cinco días, quedando como si nada hubiera pasado cuando todo terminó. Además, dadas las fechas veraniegas en las que nos movimos, muchos equipos aprovecharon el viaje para hacer turismo por nuestro país en días sucesivos.