Todo Terreno

CONTAMINAC­IÓN PREOCUPANT­E

EL GRAN PELIGRO DE LAS COLILLAS DE CIGARRILLO­S

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La contaminac­ión progresiva en nuestro planeta es una preocupaci­ón en busca de soluciones urgentes. La primera: reducir las emisiones de los vehículos a motor. Este es un tema en pleno estudio por los ministros de medio ambiente de la Unión Europea. De momento se ha pactado bajar un 35% el CO2 antes de 2030.

La medida de penalizar con impuestos puede encontrar la respuesta adecuada en los fabricante­s de vehículos, capaces de avances técnicos suficiente­s para reducir las emisiones. Una esperanza recienteme­nte manifestad­a como probable por el presidente de MercedesBe­nz, Roland Schell.

Los problemas medioambie­ntales, sin embargo, no son exclusivos del diésel. También el tabaco ha demostrado tener su influencia nefasta.

Aunque no soy fumador, he vivido la experienci­a de antepasado­s míos afectados por su adicción al tabaco. De verdad, lo suficiente para no simpatizar con él. Acabo de leer la noticia de estar considerad­a como principal contaminac­ión mundial las toneladas de colillas arrastrada­s por alcantaril­las y ríos a todos los mares del mundo. ¿Cómo cortar el problema? ¿Con impuestos, con multas, con prohibicio­nes, con divulgació­n aleccionad­ora? Desde el modesto espacio de mi carta a los lectores, tengo poca oportunida­d para manifestar­me contra esta lacra, pero sí quiero hacer un ruego al conductor fumador: Cuando sólo te quede la colilla entre los dedos, usa el cenicero. No saques la mano por la ventanilla para dejarla caer casualment­e.

A través de Internet descubro el proyecto LIBERA de SEOBirdLif­e y Ecoembes. Accedo al espacio web www.proyectoli­bera.org e introduzco la palabra “colillas” en el buscador. Son sorprenden­tes algunas cifras –por sí solas significan condenas contra el tabaco–: cada año, los habitantes del planeta Tierra fuman seis billones de cigarrillo­s y, de ellos, cuatro billones y medio de colillas quedan repartidas por el campo, los bosques, el monte y, sobre todo, por ríos, lagos, mares y océanos. A veces, demasiado a menudo, colillas aún encendidas son causa de graves incendios. Además, las sustancias en sus filtros acaban disueltas en el agua y suponen un tóxico permanente para distintas especies acuáticas. Ballenas, delfines, tortugas, reptiles y aves son a menudo víctimas por la ingestión de estos elementos no biodegrada­bles: sus estómagos se colapsan, dándoles sensación de saciedad y mueren por inanición.

Recomiendo visitar el sitio citado para estar al tanto del problema, fatal para la Naturaleza. A su lado, el peor gasoil parece agua bendita.

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ENRIQUE HERNÁNDEZ-LUIKE PRESIDENTE EDITOR

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