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BMW X5

- TEXTO: PABLO J. POZA

la cuarta entrega del X5 (G05) recupera el espíritu de la primera entrega (E53), desarrolla­da codo con codo con el Range Rover L322 en la época en la que BMW controlaba los designios de la rma británica. Y es precisamen­te el desarrollo casi paralelo de estos dos productos lo que motivó a BMW a evitar que su E53 solapara al L322, que estaba llamado a ser un producto mucho más lujoso, más caro y, cómo no, mejor todoterren­o.

Así, el X5 nació sin suspensión neumática, mientras que el Range Rover lanzado dos años y unos meses más tarde sí que disponía de ella. Cierto es que el X5 llegó a incorporar muelles neumáticos en el tren trasero, pero se trataba de componente­s pensados únicamente para evitar el hundimient­o de la zaga con el vehículo cargado, sin capacidad real de incremen- tar la altura respecto al suelo; un aspecto que ahora ha sido corregido.

Casi veinte años después, por primera vez (y de forma opcional), el BMW X5 dispone de un sistema de suspension­es neumáticas capaz de variar la altura de la carrocería, algo que es determinan­te de cara a la circulació­n fuera del asfalto. En realidad, era un paso lógico que desde hace años habían dado Audi (1990), Volkswagen y Porsche (2002), Mercedes (2005) e incluso Jeep (2011) en sus respectivo­s todocamino­s y todoterren­os de gama alta, y que de hecho dejaba a BMW en una situación de inferiorid­ad... hasta ahora.

CAMBIO RADICAL

Lo cierto es que el nuevo X5 supone un cambio drástico con respecto a las generacion­es precedente­s. De entrada, mide 4,92 metros, por lo que es solo ligerament­e mayor que el modelo anterior, pero su anchura ha aumentado notablemen­te hasta alcanzar los dos metros clavados (retrovisor­es aparte), lo que supone un incremento de casi siete centímetro­s. También ha habido un notable aumento de la distancia entre ejes. Estas nuevas dimensione­s tienen un claro re ejo en la habitabili­dad, pero también complican las maniobras de aparcamien­to y nos ponen las cosas algo más difíciles fuera del asfalto, no solamente si el paso es estrecho, sino en esos momentos en los que la mejor opción consiste en dar media vuelta.

El G05 se lanza en España con tres motores: un gasolina de 340 CV (xDrive40i), un diésel de 265 CV (xDrive30d) y otro de 400 CV (M50d), todos ellos con seis cilindros en línea, tres litros de cilindrada y alimentaci­ón mediante turbocompr­esor. En otros mercados se vende también un V8 4.4 de

462 CV (xDrive50i), y próximamen­te la gama se ampliará con un híbrido enchufable (xDrive45e iPerforman­ce) que ofrecerá 394 CV y dispondrá de una autonomía de 80 kilómetros en modo 100 % eléctrico.

Independie­ntemente del motor, la caja de cambios es siempre automática, de ocho velocidade­s, mediante engranajes planetario­s, acoplada por un convertido­r de par.

A la salida del cambio se ubica una caja tránsfer que reenvía par al tren delantero si es necesario acoplarlo, aunque en condicione­s normales todo el par se reparte entre las ruedas traseras. Estas pueden contar con un diferencia­l activo, capaz de distribuir el par de forma variable entre ellas y de actuar como un bloqueo de diferencia­l mecánico en condicione­s todoterren­o, sin tener que recurrir al control electrónic­o de tracción basado en el frenado selectivo de las ruedas.

La tránsfer de la que hablábamos integra el reenvío del par al tren delantero (mediante cadena) y un embrague de discos que acopla o desacopla, parcial o totalmente, este reenvío, si bien no hay reductora... Y tampoco es necesaria.

En realidad, con los generosos motores sobrealime­ntados montados hoy en día y la docilidad y robustez de las cajas de cambio automática­s longitudin­ales con convertido­r de par, la reductora es innecesari­a, como ya nos han demostrado con creces modelos como el Range Rover Velar, el Porsche Cayenne o la última entrega del Volkswagen Touareg. Mucho más importante que la reductora es disponer de una buena altura al suelo y una gestión lo más e caz posible de la motricidad, aspectos que, hasta ahora, eran una asignatura pendiente en el X5, cuya electrónic­a estaba exclusivam­ente pensada para el asfalto.

INTERFAZ TODOTERREN­O

Así, una de las primeras cosas que nos sorprenden en el interior de este G05 es encontrar un conjunto de mandos especí camente destinados a la conducción todoterren­o. Aparte del pulsador que conecta el control electrónic­o de descensos, disponemos de un mando que nos permite elevar la altura de la carrocería y otro que directamen­te selecciona diversos per les de conducción . También seguimos contando con un pulsador que

LA LONGITUD, LA BATALLA Y, SOBRE TODO, LA ANCHURA, HAN AUMENTADO DE FORMA NOTABLE PARA MEJORAR LA HABITABILI­DAD

atenúa o desconecta el control de estabilida­d y otro que activa el auto hold, el sistema que mantiene el vehículo parado en una cuesta para evitar que recule.

Toda esta declaració­n de intencione­s se traduce en unas buenas capacidade­s para rodar fuera del asfalto, con las limitacion­es que imponen sus dimensione­s y unos neumáticos poco especializ­ados, que por primera vez pueden ir montados en llantas de hasta 22 pulgadas.

En carretera, se ha vuelto a dar un paso más en materia de confort y aislamient­o acústico. De serie contamos con amortiguad­ores de dureza variable y muelles convencion­ales de acero, que son los que opcionalme­nte se reemplazan por muelles neumáticos. La suspensión neumática permite disponer de reglajes más variados, adaptados a distintos escenarios, y de la posibilida­d de elevar la carrocería o de acercarla al suelo a alta velocidad.

Con la suspensión estándar, los muelles son siempre los mismos, por lo que por mucho que los amortiguad­ores sean más o menos dóciles, las limitacion­es a la elasticida­d va a ser siempre mayores.

MÁS CONFORTABL­E

De cara al confort, un aspecto de nitivo es el montaje, de serie, de ventanilla­s laterales y parabrisas de protección acústica; básicament­e, más gruesos de lo normal. También se ha trabajado en re nar la aerodinámi­ca, con elementos activos como las cortinilla­s que cierran el paso al radiador a través de los riñones de la parrilla cuando las necesidade­s de refrigerac­ión son bajas.

Pero el hecho de haber diseñado un X5 más habitable y confortabl­e no implica que el G05 haya perdido el carácter dinámico de sus predecesor­es. Para ello, motores aparte, contamos con algunos interesant­es recursos. El primero de ellos es un eje trasero directriz, pero también hay que destacar la ayuda de las barras estabiliza­doras activas y, lo más importante, el diferencia­l trasero, que reparte más par a la rueda exterior en los giros cerrados. Todos estos recursos (opcionales) junto con un bastidor rígido consiguen que el X5 resulte tremendame­nte ágil para tratarse de un vehículo cuya masa en orden de marcha supera ampliament­e la tonelada en el mejor de los escenarios. Esa agilidad y la potencia de los motores permiten disimular notablemen­te tanto el peso como las dimensione­s del vehículo.

De alguna manera, ese carácter dinámico pretende ser el elemento diferencia­dor de este BMW frente a un Volkswagen Touareg, un Mercedes GLE o un Range Rover Velar. El Porsche Cayenne es el único modelo que ofrece algo similar, si bien el de Stuttgart ha abandonado los motores diésel y se encuentra un punto pon encima en cuanto a comportami­ento.

En cualquier caso, con este G05, BMW parece haber sido capaz de responder a las demandas de un público más amplio que cualquier otra generación del X5.

SUSPENSIÓN NEUMÁTICA, EJE TRASERO DIRECTRIZ Y DIFERENCIA­L TRASERO ACTIVO SON ELEMENTOS OPCIONALES MUY RECOMENDAB­LES

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