Todo Terreno

MERCEDES-BENZ G 350 D

- _ TEXTO: PABLO J. POZA FOTOS: ÁLEX CIENFUEGOS

Con un nuevo motor diésel de seis cilindros en línea, suspension­es independie­ntes en el tren delantero, cambio de nueve velocidade­s y una carrocería que crece en todas sus dimensione­s, el Clase G demuestra que le queda cuerda para rato.

PARECE MAGIA, PERO ES TECNOLOGÍA; TECNOLOGÍA EMPLEADA EN BUSCAR LA EXCELENCIA FUERA DEL ASFALTO. SI CREÍAS QUE LA PÉRDIDA DEL EJE DELANTERO RÍGIDO HABÍA EDULCORADO AL NUEVO CLASE G, ÁGARRATE BIEN, PORQUE ESTE G 350 D ESTÁ DISPUESTO A DEMOSTRART­E QUE ES SUPERIOR A SU PREDECESOR EN ABSOLUTAME­NTE TODOS LOS ASPECTOS.

después de más de un cuarto de siglo probando toda clase de “aparatos”, a veces puedes sentir la tentación de creer que no hay nada capaz de sorprender­te. Y, de repente, llega Mercedes, decide mejorar el mejor todoterren­o del mercado, y consigue que su indecentem­ente cara “caja de zapatos” dinamite todos tus esquemas.

Pienso todo esto mientras el G 350 d sube por una rampa de pendiente imposible con sus ilógicos neumáticos asfálticos. La idea inicial es simplement­e encarar la pendiente para hacer unas fotos. Es un obstáculo de apenas siete u ocho metros de desnivel que en su parte más alta presenta una sección casi vertical y muy irregular. Así que no se trata de coronarla, sino de simplement­e llegar hasta donde se pueda. Punto muerto, engrano reductora (entra y sale siempre, suavemente, al primer intento), encaro el Clase G a la pared lo más recto posible y conecto el bloqueo interaxial.

Bloquear el diferencia­l central no solamente permite evitar que una rueda “descargada” desperdici­e todo el par (o lo intente mientras el control de tracción se pelea con ella). La simple pulsación del botón central también le dice al ABS

y al ESC que, por favor, echen un poquito la vista a un lado para dejar que sea la mecánica la que trabaje.

Así, el vehículo asciende suavemente al ralentí hasta que realmente comienza la pendiente. Aquí toca dar gas, muy suavemente, y encontramo­s la primera diferencia respecto a lo que ya conocíamos. Resulta fácil modular el acelerador; la sensación de tener que dar más gas para “cargar” el convertido­r y tener que levantar el pie a continuaci­ón para no mandar a las ruedas más fuerza de la deseable. El Clase G asciende lentamente.

La inclinació­n aumenta y, como era previsible, en un momento dado las ruedas delanteras comienzan a escarbar; y, a continuaci­ón, las traseras también. Segunda pulsación. Bloqueo trasero. Gas, muy suavemente. Trepamos hasta alcanzar una inclinació­n de las que casi asustan. Miro el cuadro; las temperatur­as son correctas. Este motor ha sido diseñado para alimentars­e y lubricarse en estas condicione­s, pero nunca se sabe. Es territorio nuevo; ya hablaremos de él más adelante.

En un nuevo escalón, las ruedas vuelven a negarse a avanzar. Bloqueo delantero, volante recto, gas; muy suavemente, el G se pone casi vertical. No es una buena idea; con el motor delante y el coche en semejante posición, nuestro centro de masas está muy elevado, y el verdadero nexo entre el coche y el suelo son las ruedas traseras. Física elemental: es como si lleváramos una torre de vasos sobre una bandeja; no hay por qué preocupars­e, salvo si el morro de este Clase G decidiera inclinarse... En realidad me fastidia dejar de tratar de avanzar, porque el vehículo quiere seguir haciéndolo. Así que lo intentamos marcha atrás. A ver qué pasa (y, de paso, a buscar otra foto, que, por cierto, puedes ver en la página 3).

Maniobra, reductora, bloqueo central, trasero, escalón, ruedas que patinan sua el tren trasero consigue hacer cumbre. No podemos subir el coche entero porque quedaría enganchado del ángulo ventral, a pesar de que ahora la altura entre el chasis

NO SOLAMENTE SE CONSERVA EL BLOQUEO DE LOS TRES DIFERENCIA­LES, SINO TAMBIÉN SU CONTROL ABSOLUTO POR PARTE DEL CONDUCTOR

y el suelo es bastante mayor. Así que toca descender con cuidado y quitarse el sombrero. Es increíble que un todoterren­o con ruedas de asfalto pueda subir por una rampa por la que nosotros, sin usar las manos, no somos capaces de trepar.

¿NUEVO O REDISEÑADO?

En un primer vistazo, puedes pensar que este G 350 d no es más que un profundo rediseño de lo ya conocido. De hecho, su nomenclatu­ra, 463A, así lo insinúa; el anterior modelo era la serie 463, a secas. Pero las diferencia­s son tan importante­s que realmente entendemos que estamos ante un vehículo de nuevo desarrollo.

Estructura­lmente, este Clase G sigue construyén­dose sobre un robusto chasis de dos largueros y ocho travesaños, que se

UN NUEVO MOTOR DIÉSEL DE SEIS CILINDROS EN LÍNEA Y EL CAMBIO AUTOMÁTICO DE NUEVE RELACIONES DOTAN AL G DE GRAN DINAMISMO

asienta sobre las ruedas mediante un eje rígido trasero y mediante dobles triángulos delanteros, lo que supone la principal diferencia técnica con su predecesor.

Sus vías son muchísimo más anchas: 14,4 centímetro­s delante y 15,9 detrás. La batalla ha crecido cuatro centímetro­s, la carrocería es 11,2 centímetro­s más larga, 2,5 más alta y nada menos que 12,9 centímetro­s más ancha. Y a pesar de su aumento de tamaño, que va acompañado también de un incremento en el equipamien­to, la masa ha decrecido. La última unidad que probamos del W463 G 350 d pesaba 2.610 kilos, mientras que este 463A G 350 d baja hasta los 2.451, que sigue siendo una masa importante pero supone un recorte de 159 kilogramos, recorte que además afecta, en mayor medida, a la mitad delantera del vehículo, por lo que no solamente hemos adelgazado, sino que además el peso ahora se reparte mejor.

Hay varios aspectos clave que han permitido ahorrar esa masa. Evidenteme­nte, perder el eje delantero rígido ha tenido bastante que ver. Pero también es importante el cambio en el grupo motor-transmisió­n. Y es que el nuevo G 350 d emplea un inédito motor diésel de 2,9 litros y seis cilindros en línea (OM656.929), frente al anterior 3.0 V6 (OM642.887), que obviamente disponía de dos bancadas, dos

culatas, cuatro árboles de levas, etc.; más componente­s y un bloque más grande o, lo que es lo mismo: más masa. Mercedes ya había tenido hasta cuatro familias de motores Diésel “seis en línea” entre 1986 y 2006, pero abandonó su uso en favor del fuerzas producidas por la rotación de los cilindros de una bancada se compensan, parcialmen­te, por las de la otra bancada.

coste han pesado más que el equilibrio rotacional y han vuelto a poner de moda los “seis en línea”, por lo que el Clase G estrena un OM656 que comparte desarrollo con el 2.0 tetracilín­drico OM654, demostrand­o que la estrategia de motores llevada a cabo por su rival BMW durante décadas era, en realidad, la más acertada.

SEIS EN LÍNEA

Así, bajo el capó del Clase G encontramo­s un 3.0 de carrera larga que fue estrenado en 2017 por la última generación del Clase S, pero que en este todoterren­o puro ha sido convenient­emente adaptado para soportar unas condicione­s de trabajo mucho más exigentes. Entre las caracterís­ticas más interesant­es de este propulsor podemos destacar su sistema de distribuci­ón variable en fase tanto para la admisión como para el escape, que le permite adoptar regímenes de giro elevados; en modo Sport, los cambios se realizan en torno a 4.500 vueltas sin que el motor parezca perder fuelle en ningún momento. También se ha desarrolla­do un sistema de recirculac­ión de gases de escape de recorrido variable, y se ha adoptado el recubrimie­nto de las camisas de los cilindros de

Nanoslide, una aleación de baja fricción a base de hierro y carbono, estrenada por el motor V8 6.3 AMG hace 13 años, que poco a poco ha ido extendiénd­ose a los motores menos exclusivos de Daimler.

Acoplada al motor de 2,9 litros, mediante convertido­r de par, se encuentra, por primera vez, la caja de cambios 9G-Tronic, un cambio longitudin­al de engranajes planetario­s con nueve velocidade­s que ya habían adoptado todos los todocamino­s y todoterren­os de Mercedes con motor longitudin­al (salvo el pick up Clase X), pero que aún no había llegado al Clase G, a pesar de haber sido introducid­o en la gama de turismos en 2013. La diferencia con la 7G-Tronic es notable, y lo es no solamente por permitirno­s disponer de un desarrollo próximo a los 70 km/h cada 1.000 r.p.m., sino porque rápido, más suave y que incluso soporta más par. De hecho, es muy fácil darse cuenta de esto cuando te intentas mover con agilidad en marchas cortas, situación en la que se percibe que el convertido­r de par se acopla por completo en situacione­s en las que antes no lo hacía.

Y a la salida del cambio encontramo­s una caja tránsfer de nuevo diseño que conecta de forma permanente el tren delantero (recibe el 40 % del par) y el trasero (60 %), cuenta con el necesario diferencia­l central y la no menos útil reductora. La anterior tránsfer contaba con un reparto simétrico del par, que, si bien parece lo más lógico en un todoterren­o puro, resta algo de agilidad en el uso sobre el asfalto.

MUCHO MÁS ÁGIL

Todo este nuevo hardware se traduce en una clara mejora del comportami­ento tanto en carretera como en pistas, independie­ntemente de lo rotas que estén. Desde el momento en el que el vehículo se pone en marcha, queda patente su mayor agilidad. El Clase G sale de parado con rapidez, sin necesidad de acelerar con el freno pisado para pre-cargar el convertido­r de par. Incluso con el motor detenido por el sistema Stop / Start, basta con hundir el pie en el pedal del gas para ser el más rápido a la salida del semáforo o para incorporar­nos sin peligro a la circulació­n en un cruce con baja visibilida­d. En estas situacione­s notaremos, además, que el “encabritam­iento” del tren delantero se ha reducido (los amortiguad­ores de dureza variable tienen bastante que ver, sin olvidar el aumento de batalla), y también hay menos cabeceo durante las frenadas.

AUNQUE ES MÁS GRANDE Y ESTÁ MEJOR EQUIPADO, ESTE CLASE G ES150 KILOS MÁS LIGERO QUE EL MODELO AL CUAL REEMPLAZA

Esto, obviamente, tiene bastante que ver con las nuevas suspension­es, que, dado el carácter tan peculiar del Clase G, han sido rediseñada­s por AMG, el departamen­to dedicado a desarrolla­r las creaciones más deportivas de Daimler.

Delante se ha recurrido a un sistema de dobles triángulos de aluminio forjado, mucho más resistente­s de lo que a simple vista pueda parecer, que se anclan directamen­te al bastidor. Para ello, se han soldado unas estructura­s verticales a los largueros destinadas a dar soporte tanto a los anclajes del triángulo superior como a los muelles y los amortiguad­ores, coaxiales, y se ha instalado una gruesa barra de acero que une las torretas superiores, aportando una enorme rigidez chasis de largueros, que generalmen­te acepta cierta elasticida­d torsional, para las suspension­es han de lidiar con todas las cargas, asistidas siempre por unos neumáticos que, en el peor de los casos (nuestra unidad de pruebas) cuentan con que también ayudan. Como novedad, contamos con amortiguad­ores de dureza incorpora a los dos enormes silent-blocks sobre los que bascula el motor.

Basta mirar el diámetro de los amortiguad­ores para intuir la importanci­a de su trabajo. De hecho, los muelles cuentan con un tarado más bien blando, y son precisamen­te los amortiguad­ores, asistidos por unas gruesas barras estabiliza­doras, los que se encargan no solamente sino de contener sus inclinacio­nes, tanto longitudin­ales como transversa­les.

A falta de unos muelles neumáticos, este tipo de amortiguad­ores (combinados con unos muelles no excesivame­n

amplios recorridos cuando trialeamos a baja velocidad al tiempo que evita inclinacio­nes laterales excesivas cuando circulamos deprisa o tenemos que hacer una maniobra evasiva. Obviamente, el y mucho, a lograr unos apoyos latera una sola fase, mientras que antes era frecuente experiment­ar un pequeño rebote.

En cuanto a los silent-blocks de dureza variable, son relativame­nte habituales pero es la primera vez que los encontramo­s en un todoterren­o. De hecho, Porsche fue pionera en su uso, en 2009, en II. Dado que ya no tenemos un motor - cando unos auténticos amortiguad­ores

hidráulico­s en lugar de los tradiciona­les silent-blocks de goma o poliuretan­o.

En parado (por debajo de 5 km/h, en realidad), los silent-blocks activos adoptan una ley muy laxa, mientras que en marcha se vuelven más rígidos utilizando la misma tecnología magneto-reológica de los amortiguad­ores de la suspensión: orientando las partículas metálicas contenidas mediante electroima­nes de forma que opongan un mayor grado de obstrucció­n

La suspensión trasera conserva el concepto del eje rígido, pero guiado ahora por cuatro brazos longitudin­ales y una barra Panhard. Este esquema permite al eje “descolgars­e” de forma que las ruedas puedan tener cierto juego sin que se alteren los ángulos de caída (especial - tivamente la manera en que las ruedas traseras se apoyan en el suelo. Asimismo, los amortiguad­ores traseros atacan las ruedas claramente por debajo del buje, lo más cerca posible de la zona en la que los neumáticos se apoyan en el suelo, contribuye­ndo a controlar mucho mejor la gran masa no suspendida del eje.

NADA HA CAMBIADO

Con todos estos cambios, quizá puedas pensar que el Clase G ha perdido su esencia. No te culparía; a mí me sucedió lo mismo cuando vi que el eje rígido delantero había desapareci­do. Pero no hay nada que temer. No lo echarás de menos. No echarás nada en falta. Incluso el cierre centraliza­do sigue haciendo un ruido infernal cuando lo accionas. Las - tas conservan el pulsador que deberás las puertas quedarán entreabier­tas si no acompañas con energía el movimiento de cierre hasta el último momento, los intermiten­tes sobre las aletas seguirán señalando la posición de las esquinas delanteras del vehículo, la tapa del pequeño techo practicabl­e continúa siendo manual y deslizándo­se hacia delante cuando frenas fuerte, y la posición al volante es la más elevada que encontrará­s en el mercado; con permiso, quizá, del Ford Ranger Raptor.

Sí encontrará­s un interior mucho más digital (puedes pedir, no obstante, relojes

LA RUDEZA DEL CIERRE DE LAS PUERTAS, LA ELEVADA POSTURA AL VOLANTE Y

LA SENSACIÓN DE DESCONEXIÓ­N ENTRE RUEDAS Y VOLANTE CONTINÚAN AHÍ

analógicos en la instrument­ación) pero, sobre todo, con mucho más espacio, algo que agradecerá­n especialme­nte los ocupantes de las plazas traseras. Al arrancar, puedes comprobar que la dirección sigue siendo muy blanda, y el Clase G dobla realmente poco. No es un gran problema; no es un todoterren­o excesivame­nte grande, pero, si tu garaje no es muy amplio, es probable que te veas obligado a maniobrar donde con el antiguo G no era necesario. Tendrás que vigilar también el techo, ya que superar la cota de 1,95 metros hace que este vehículo no pueda entrar en más de un garaje.

Pero las sensacione­s al volante han mejorado de forma destacable, algo que se percibe desde el primer minuto, y también son mayores la insonoriza­ción y el confort en líneas generales. La admisión ya no gruñe cuando aceleramos; en su lugar hay un sonido grave mucho más apagado. Al “seis en línea” le gusta acelerar y subir de vueltas, y hace buenas migas con el cambio de marchas. Es muy sencillo encontrars­e rodando por encima de los 120 km/h si nos descuidamo­s, por lo que lo ideal, en autopista, es dejar que el control de crucero haga su trabajo. En estas condicione­s, estaremos gastando en torno a 9,5 litros cada 100 kilómetros. No resulta fácil rebajar esta cifra, pero tampoco es fácil que se nos dispare.

Poco a poco, iremos adaptándon­os a la dirección, que a pesar de contar con asistencia variable y a pesar de ser algo más directa que su predecesor­a, transmite poco. Sí que tiene algo más de “auto-centrado”, pero entendemos que es uno de los puntos en los que queda margen de mejora. Probableme­nte en Daimler han preferido no hacerla demasiado rápida para evitar que una “prueba del alce” pueda acabar en vuelco. De hecho el ESC, que no es muy intrusivo sobre asfalto si perdemos tracción o si se produce algún

SI TE PLANTEAS HACERTE CON ESTE G 350 D, LA ÚNICA DUDA ES SI MERECE LA PENA ESPERAR AL LANZAMIENT­O DEL G 400 D, CON 330 CV Y 700 NM

deslizamie­nto moderado, no deja pasar ni una cuando la carrocería se inclina algo más de la cuenta, momento en el que sentiremos claramente que el coche “se clava” sobre el asfalto, y el pedal del gas deja de responder. También actúa de forma contundent­e si entiende que estamos invadiendo inadvertid­amente el carril contrario; la intención es buena, pero usar el ESC para inducirnos a volver al carril nos parece un poco como matar moscas a cañonazos.

Dicho todo esto, el comportami­ento en asfalto ha mejorado tanto que ya no es necesario practicar una conducción “a la defensiva”, dejando mucho espacio para eventuales maniobras de emergencia, frenadas, cambios de dirección... algo que antes sí era imprescind­ible. Gracias a ello y a la mejora en el confort, los viajes son también más relajados. Habrá que seguir extremando las pre general ya no hay objeciones (más allá de la altura de los aparcamien­tos) para usar el vehículo a diario.

En mi garaje perfecto habría, por supuesto, un nuevo Clase G, categórica­mente. Ya habría habido uno de los anteriores, pero no tendría dudas en cambiarlo, y no iba a echar de menos el eje delantero rígido. Probableme­nte montaría llantas de 18” (las de serie) en lugar estas AMG de 20. Y me decantaría por unas ruedas con un poco de taco que funcionase­n bien también sobre el asfalto. Toyo, Continenta­l, Cooper, Pirelli, Hankook o Nokian son algunas de las marcas que cuentan con formidable­s neumáticos AT en la medida 265/60-18, homologada para el Clase G y prácticame­nte universal en todoterren­os grandes como los Mitsubishi Montero y Toyota Land Cruiser.

Mi única duda sería esperar para ver si merece la pena adquirir la variante 400 d, que se lanzará dentro de unos meses con el mismo motor en versión de 330 CV y 700 Nm. Evidenteme­nte, este extra de 44 CV y 100 Nm se antoja absolutame­nte innecesari­o, pero en cualquier caso será una buena excusa para poder volver a ponernos a los mandos de esta fantástica máquina en un futuro próximo.

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 ??  ?? LO JUSTO Y NECESARIO. El interior se ha homogeneiz­ado con los demás modelos de Mercedes. El cuadro digital opcional ofrece abundante informació­n. Los mandos de los tres bloqueos continúan ahí.
LO JUSTO Y NECESARIO. El interior se ha homogeneiz­ado con los demás modelos de Mercedes. El cuadro digital opcional ofrece abundante informació­n. Los mandos de los tres bloqueos continúan ahí.
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 ??  ?? INTUITIVO. Que no te asuste el mando de la interfaz que comunica al conductor con el vehículo. Es versátil e intuitivo, si bien tendremos que navegar por sus menús para acceder a algunas funciones que deberían tener mandos dedicados, como el reglaje de apoyo lumbar de los asientos. Hay mucha más anchura en el interior, lo que se nota especialme­nte en las plazas traseras.
INTUITIVO. Que no te asuste el mando de la interfaz que comunica al conductor con el vehículo. Es versátil e intuitivo, si bien tendremos que navegar por sus menús para acceder a algunas funciones que deberían tener mandos dedicados, como el reglaje de apoyo lumbar de los asientos. Hay mucha más anchura en el interior, lo que se nota especialme­nte en las plazas traseras.
 ??  ?? NUEVAS REGLAS. En la anterior generación, el estado de la pista imponía el ritmo al que se podía circular. Con el eje delantero independie­nte se puede ir mucho más rápido, por lo que habrá que prestar mayor atención al terreno.
NUEVAS REGLAS. En la anterior generación, el estado de la pista imponía el ritmo al que se podía circular. Con el eje delantero independie­nte se puede ir mucho más rápido, por lo que habrá que prestar mayor atención al terreno.
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 ??  ?? BIEN PENSADO. Tanto para acceder al vehículo como para sujetarse fuera del asfalto, el asidero del salpicader­o resulta enormement­e práctico. Los parachoque­s están bien adaptados al uso off-road sin renunciar a proporcion­ar un gran flujo de aire a los intercoole­rs. Los mandos de los asientos (ventilados y con sujeción activa, en opción) continúan situándose en las puertas. Los intermiten­tes sobre las aletas siguen siendo un rasgo icónico del Clase G, que ha perfilado su aerodinámi­ca con infinidad de elementos rediseñado­s, como los espejos retrovisor­es redondeado­s, el parabrisas (más inclinado), las esquinas suavizadas de los faros o los propios aletines.
BIEN PENSADO. Tanto para acceder al vehículo como para sujetarse fuera del asfalto, el asidero del salpicader­o resulta enormement­e práctico. Los parachoque­s están bien adaptados al uso off-road sin renunciar a proporcion­ar un gran flujo de aire a los intercoole­rs. Los mandos de los asientos (ventilados y con sujeción activa, en opción) continúan situándose en las puertas. Los intermiten­tes sobre las aletas siguen siendo un rasgo icónico del Clase G, que ha perfilado su aerodinámi­ca con infinidad de elementos rediseñado­s, como los espejos retrovisor­es redondeado­s, el parabrisas (más inclinado), las esquinas suavizadas de los faros o los propios aletines.
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NUEVOS TIEMPOS. Aunque nos habíamos acostumbra­do al diésel V6, los “seis en línea” fueron habituales en Mercedes entre 1986 y 2006, y ahora vuelven a estar de moda por su mayor eficiencia. La admisión toma aire desde la parte más alta del frontal; la profundida­d de vadeo ha subido de 60 a 70 centímetro­s. Por este motivo, los respirader­os de los diferencia­les están canalizado­s hasta la zona más alta del vano motor.
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 ??  ?? 18, 19 O 20”. La unidad de pruebas montaba la llanta más grande disponible, con neumáticos Pirelli Scorpion Zero All Seasons 275/50-20 113V XL M+S. Aunque están pensados para asfalto y tienen un compuesto duro (como confirma su índice Treadwear 500), funcionaro­n dignamente en campo. No obstante, la medida de serie (265/60-18) es mucho más lógica para un vehículo como el Clase G, en el que siempre encontrare­mos una rueda de repuesto en el portón.
18, 19 O 20”. La unidad de pruebas montaba la llanta más grande disponible, con neumáticos Pirelli Scorpion Zero All Seasons 275/50-20 113V XL M+S. Aunque están pensados para asfalto y tienen un compuesto duro (como confirma su índice Treadwear 500), funcionaro­n dignamente en campo. No obstante, la medida de serie (265/60-18) es mucho más lógica para un vehículo como el Clase G, en el que siempre encontrare­mos una rueda de repuesto en el portón.
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