CONSULTORIO
TÚ PREGUNTAS El otro día, hablando con mi cuñado sobre 4x4 puros (Toyota Land Cruiser, Land Rover Defender, etc.), me decía que esa clase de coches habitualmente tiene cambio automático, y que es mejor el cambio automático para el monte que el manual. ¿Es esto verdad? Y si en lugar de un 4x4 hablamos de un SUV, ¿qué cambio es mejor? ¿En los SUV, qué es más habitual? Jose Debe, Ponferrada
TT RESPONDE Como siempre en estos casos, una tecnología aporta unas ventajas y acarrea inconvenientes, mientras que otra tecnología aporta otras ventajas y supone otros inconvenientes. En este caso, el tema daría para escribir un libro, pero vamos a intentar simplificar lo máximo posible. Comencemos por los todocaminos. En estos vehículos, desprovistos de reductora, la cosa está clara. En general, un cambio automático es preferible, y lo es no tanto por el cambio en sí, sino por el acoplamiento con el motor, ya que se reemplaza el embrague convencional por un convertidor de par, que es un dispositivo más resistente al maltrato. Y es que, al no haber reductora, los todocaminos nos obligan a superar los obstáculos a una velocidad superior a la que desarrolla el motor al ralentí en combinación con la primera velocidad (entre 8 y 10 km/h, aproximadamente)... o bien a superar el obstáculo “a medio embrague”, situación que debemos evitar a toda costa. Un cambio automático convencional, acoplado mediante convertidor de par, nos permite pasar tan despacio como necesitemos sin dañar ese
acoplamiento motor-cambio.
No obstante, algunos tipos de cambio automáticos no son necesariamente preferibles. Los cambios de relaciones continuamente variables (CVT) son poco amigos de gestionar cantidades elevadas de par motor, y tienden a desacoplarse parcialmente e, incluso, a limitar electrónicamente el par que genera el motor. Si se calientan en exceso, se auto-protegen, lo que puede suponer la inmovilización del vehículo hasta que la temperatura del cambio disminuya.
También los cambios de doble embrague pueden ser poco recomendables, ya que el mecanismo que acopla motor y transmisión es un embrague de discos poco amigo de trabajar “medio acoplado”, ya que la diferencia de rotación entre los discos que lo componen genera calor, y si la situación se alarga, el exceso térmico puede dañar el acoplamiento. Así que, en maniobras a baja velocidad, este tipo de cambio tiende a ser muy poco progresivo, al tratar de acoplar completamente el embrague o desacoplarlo plenamente.
En un todoterreno con reductora, la cosa no está tan clara. Con la reductora engranada, el vehículo evoluciona muy despacio en primera a régimen de ralentí, y dispone de suficiente fuerza en esas circunstancias para superar casi cualquier obstáculo. Por tanto, el cambio automático no es necesario, y siempre que un automatismo es innecesario, lo ideal es prescindir de él. El cambio automático tiene aquí, además, una contraindicación, y es su menor capacidad de retención, lo que nos penalizará en un descenso complicado frente a un TT similar con cambio manual. Dicho esto, entre los todoterrenos modernos actuales que pueden llevar los dos tipos de cambio, en general los automáticos nos parecen preferibles en el uso más extremo. A modo de ejemplo, el Suzuki Jimny con cambio automático puede superar los mismos obstáculos que su equivalente manual, y en determinadas situaciones, como la circulación en dunas de arena, resulta mucho más suave y progresivo a la hora de dosificar el par saliendo desde parado o evolucionando a baja velocidad. También asegura transiciones más suaves entre marchas, por lo que tiende a mantener mejor la motricidad y la adherencia en situaciones en las que tengamos que cambiar de marcha. Además, la relación de su marcha más larga (cuarta, en este caso) es más larga que la de la equivalente (quinta, en el Jimny) del cambio manual, lo que hace que sea también recomendable en carretera.Así que en el caso de los todoterrenos de verdad, el cambio automático es mejor opción, pero las diferencias no son tan importantes como en un todocamino. ■