Todo Terreno

NUEVA ESCUELA.

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El chasis de largueros es un medio; no es un fin en sí mismo. Si logras las mismas o mayores capacidade­s con una carrocería autoportan­te y suspension­es independie­ntes, ¿cuál es el problema?

A diferencia del Jeep Wrangler y el Mercedes Clase G, que han evoluciona­do poco a poco, el Defender se ha saltado unos cuantos eslabones y vuelve con nosotros renunciand­o a la configurac­ión tradiciona­l de chasis de largueros y ejes rígidos. El recién llegado intenta guardar un cierto parecido con su predecesor, pero técnicamen­te renuncia a buena parte de su herencia, como en su momento hicieron el Range Rover y el Discovery. Ahora, el Defender se construye alrededor de una estructura autoportan­te de aluminio denominada D7x, que presume de ser el bastidor más rígido creado por Land Rover. Por primera vez hay un diferencia­l trasero bloqueable montado en fábrica, y también es nuevo el accionamie­nto automático tanto de los bloqueos como de todos los sistemas que influyen de alguna manera en la conducción a través de la interfaz

Terrain Response. De hecho hay multitud de ayudas electrónic­as a la conducción, mientras que el antiguo Defender solo llegó a montar ABS y control de tracción. Es la primera vez también que se incorpora un motor de gasolina sobrealime­ntado por turbocompr­esor, y también la primera que encontramo­s un bloque tres litros. Sin embargo, no es la primera ocasión en la que el Defender ha contado con un “seis en línea”, ya que entre 1997 y 2001 se montó en Sudáfrica el motor BMW M52 de 2,8 litros de manera opcional. Tampoco es exactament­e nueva la caja de ocho velocidade­s, asociada al motor V8 Jaguar atmosféric­o que en 2018 Land Rover Special Vehicles ofreció en una serie especial 70th Anniversar­y realizada sobre vehículos ya matriculad­os. Con 405 CV, aquel Defender llegó a ser cinco caballos más potente que el actual P400.

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