¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Antes de que los Porsche Cayenne, Volkswagen Touareg, BMW X5 o Mercedes GLE apareciera en escena, un 4x4 inglés se presentaba como la única opción para los que buscaban el lujo y las máximas capacidades off-road. Su origen hay que buscarlo en los años 50, cuando los ingenieros Charles Spencer y Gordon Bashford se plantearon la creación de un 4x4 mayor que el Serie I (por entonces conocido como Land Rover, a secas), usando la base de la berlina Rover P4. Así, aparecieron dos propuestas denominadas Road Rover. La primera recordaba al único Land Rover existente hasta entonces, mientras que la segunda se acercaba a la idea del Jeep Wagoneer, el antecesor del Jeep Grand Cherokee y, a la postre, el único rival con el que contaría el Range Rover durante muchas años. Ninguna de las dos propuestas fraguó, pero ayudaron a diseñar los primeros diseños del Range
Rover. Originalmente se iba a denominar Land Rover Velar, pero por razones de mercadotecnia se desechó, hasta que en 2017 se rescató la denominación para bautizar al más reciente modelo de la gama Range Rover.
Aún así, éste no fue el único dilema dentro de Land Rover, ya que los más tradicionalistas querían que el nuevo 4x4 siguiera las directrices del Serie I, mientras que los más jóvenes buscaban que fuera un exponente de tecnología. Al final, el producto emergente en 1970 contaba con un doble eje rígido, muelles –en vez de las clásicas ballestas–, tracción total permanente con bloqueo del diferencial central (y, obviamente, reductora), tres puertas, una caja manual de cuatro velocidades y un motor V8 de Buick, que era el mismo empleado por los turismos de Rover. Acababa de nacer el Range Rover.