SSC TUATARA
SSC ha creado el Tuatara para intentar que la palabra ‘velocidad’ se asocie únicamente a EEUU
¿Para qué están los récords? Para romperlos. Y este hiperdeportivo de 1.350 CV no tiene miedo a nada. Tampoco al circuito de Monticello...
Monticello Motor Club es un circuito privado de 6,6 kilómetros enclavado en un tranquilo valle a 150 km al norte de Nueva York (a 90 minutos en automóvil en tu superdeportivo favorito o, dada la clientela, un salto corto en helicóptero) que se presenta como un Club de Campo. Para ser socio hay que pagar como poco 60.000 dólares más 6.000 al año, aunque si quieres un acceso a todas las ventajas, la cuota sube a 95.000 de inscripción y 13.900 anuales: tienes uso ilimitado de la pista y el club guarda y mantiene el coche.
Monticello es donde vienen los ricos a jugar, un lugar donde las prestaciones y la velocidad son la moneda principal. Es un entorno ideal para un hipercoche que busca establecerse en la cima de lo exclusivo. Por eso, aparcado al final del pitlane es lo que más despierta el interés a los miembros del club. El SSC Tuatara, un automóvil con el que el mundo del motor conoció en 2011 como concepto, pero que después de años del desarrollo ahora comienza su viaje en el club de las 300 mph.
Tiempo para un resumen rápido. En 2007 Shelby SuperCars (SSC) sorprendió a la nobleza automotriz cuando su Ultima
te Aero estableció el récord de velocidad de un automóvil de producción al alcanzar 255,83 mph (411 km/ h) en una carretera en el estado de Washington. Para añadir un poco de picante, el récord de Shelby fue aprobado y validado por Guinness, lo que significa que Estados Unidos había vencido oficialmente al Bugatti Veyron.
“Cuando buscamos establecer el récord no había estándares para validar estas velocidades, por lo que trabajamos con el equipo de Guinness y los acordamos. Dos pases en el mismo tramo de carretera dentro de un tiempo asignado. Esas reglas todavía están vigentes hoy, así que, básicamente, escribimos el libro de reglas”, dice Jerod Shelby, CEO de Shelby SuperCars. Unas normas que Bugatti no siguió cuando consiguió el récord para el primer coche de producción real con su Chiron, pero esa es otra historia.
El Ultimate Aero supuso el inicio de una carrera multimillonaria para ser el más rápido. Una batalla en la que SSC, Koenigsegg, Bugatti y Hennessey están compitiendo para ganar con suertes diferentes.
Volviendo al SSC: aunque vimos la imagen salvajemente futurista del SSC Tuatara hace ocho años, hoy en día encaja perfectamente en las leyes de la imagen de un hipercoche. Pero el diseño no se centra únicamente en el impacto visual: su forma ha sido perfeccionada por Jason Castriota (Maserati Birdcage Concept, Ferrari 599, y el que lo comenzó todo ... el Ferrari P4 / 5), quien ha desarrollado una carrocería aerodinámica que sencillamente ama la velocidad.
“A estas velocidades estratosféricas, la resistencia del vehículo tiene un gran efecto en su rendimiento y en la potencia necesaria para llegar al número mágico. Tenemos un cd de 0,279 y el Chiron tiene 0,35. Hemos hecho los cálculos y estamos seguros de que lo podemos conseguir de sobra”, explica Castriota.
El Tuatara es impulsado por un V8 biturbo de 5,8 litros desarrollado por Nelsen Racing que sube hasta las 8,800 rpm. Ofrece 1.332 CV con gasolina normal de 95 octanos o 1.726 CV utilizando E85 (del que tenemos unos cuantos barriles en Monticello). La transferencia de esta potencia a las ruedas traseras
(sí, solo las traseras) es el trabajo de una caja manual pilotada de siete velocidades desarrollada por CIMA en Italia y capaz de ofrecer cambios en menos de 50 milisegundos. SSC promete un 0 a 100 km/ h por debajo de 2,5 segundos, un cuarto de milla en menos de 9,75 y una velocidad máxima de... bueno, tendremos que esperar.
La suspensión activa de Penske tiene tres modos: Normal, Sport y Track y todo el fuego y la furia la transmiten al asfalto unos Michelin Pilot Sport Cup 2s de 245 delantera y 345 detrás.
Con su carrocería y el chasis de carbono el SSC pesa 1.247 kg, 272 menos que un Aventador. Dentro hay un interior espectacular que denota su calidad. Se ve sin ir más lejos en el sistema de infotainment, que suele ser lo peor de los coches de este tipo, ya que se suelen tomar los de alguna marca ( lo que suele suponer un bajón anímico) y en el Tuatara se ha trabajado con un equipo noruego que ha desarrollado uno propio.
Pero para comprender realmente el atractivo del SSC, hay que entender a los clientes. Hoy estoy en compañía de exganadores de la Super Bowl, dueños de negocios internacionales y directivos de grandes empresas. Todos exitosos, todos increíblemente emocionados. Y, sí, todos forman parte de esa lista de primeras llamadas de cada fabricante cuando va a lanzar un modelo limitado o exclusivo. Observo a cada uno de ellos salir al circuito y volver con suerte dispar. Pero la respuesta cuando se bajan sí es unánime: grandes sonrisas y expresiones de asombro.
Cuando los invitados VIP terminan es mi turno. Después de un par de vueltas de instalación con el propio Shelby conduciendo, cambiamos las posiciones. Quiero aprender el circuito y ver si los más de 1.700 CV no hacen de esta máquina algo inmanejable. Aprenderse un circuito en cuatro vueltas mientras los miembros están rodando, no es lo más divertido del mundo, pero, contrariamente a mis peores temores, el SSC ofrece su enorme potencia de una manera que ningún automóvil de tracción trasera puede.
La pista se inunda de un escuadrón de Miatas, así que salimos a la carretera para ver cómo le va al SSC en el mundo real. Hay que ser consciente de que siempre hay disponible una potencia no de sobra, sino excesiva, y cualquier presión ejercida sobre el acelerador va acompañada de un gran empuje, por lo que terminas dejándote llevar sin apenas aprovechar el potencial tu pie derecho. Ahí, el feeling de conducción es sorprendentemente flexible gracias en parte a la suspensión activa de Penske, y a que la caja se mueve suavemente a velocidades bajas.
De vuelta en la pista al día siguiente, y después de una noche para ordenar pensamientos, es hora de profundizar en
“HAY DISPONIBLE UNA POTENCIA NO DE SOBRA, SINO EXCESIVA”
“MONTICELLO NO ES SUFICIENTEMENTE GRANDE”
el potencial del Tuatara. El modo Track baja la carrocería a tan solo 60 mm de la carretera, endurece los amortiguadores y hace que los cambios de marchas se aceleren rápidamente. Salimos con el circuito despejado. Me atrevo a pisar a fondo en la recta de atrás. Segunda marcha, aceleración máxima... la parte trasera se hunde, se retuerce momentáneamente, luego, sencillamente, solo hay empuje. Es impresionante, pero no tanto como el cambio de marchas que es, francamente, aterrador. Cada cambio está acompañado por una onda de choque explosiva, parte de la cual parece concentrar su energía en tu espalda.
La aceleración es brutal y no muestra signos de ceder hasta que abres un agujero en el horizonte. A medida que se acumulan las vueltas y crece la confianza, subo el ritmo: la dirección es receptiva, los frenos son potentes, pero el pedal es demasiado suave (Shelby dice que esto ya se ha abordado para la producción). Cuanto más rápido vas, más impresionante se siente el SSC, pero se necesita más espacio.
Monticello simplemente no es lo suficientemente grande como para descorchar por completo este automóvil. Para eso, se necesita esa carretera cerrada en Washington, apuntar hacia el horizonte y dónde deja de moverse la aguja. Para muchos, la carrera para romper 300 mph es irrelevante, una figura sin sentido ya rota por muchos en las salinas. Para algunos, como Shelby, es la fuerza impulsora en su búsqueda para construir el automóvil de sus sueños.