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FERRARI 512 TR · LOTUS 72D JPS ·

La primera evolución del Testarossa

- TEXTO Y FOTOS R A ÚL SA L INA S

Conducimos la primera evolución del Testarrosa y vemos cómo se siente el XJ C clásico junto al último XJ R. ¡ Porque el olor a clásico mola!

Pocos coches marcaron una época como el Ferrari Testarossa. Protagonis­ta en muchos pósters en los 80 y 90, fue el coche con el que Ferrari pasó de lo clásico a lo moderno. Famoso por su presencia en la televisión (¿quién no recuerda el Testarossa blanco de Corrupción en Miami?), Pinifarina se sacó de la manga una carrocería superafila­da, con tomas de aire y rejillas por todas partes y muy ancho y bajo. Sin duda, el impacto fue tremendo. Su éxito, también.

En 1991 el Ferrari Testarossa llevaba ya siete años en el mercado y se tomó la decisión: necesitaba un relevo. Pero el coche seguía siendo querido y a nivel técnico se considerab­a que era actual, por lo que se decidió mejorar en aquellos detalles en los que más fallaba: el interior fue rediseñado por completo, mejorando la calidad general y los asientos, algo muy criticado en el Testarossa.

El motor V12 plano (a 180 grados) también fue modificado. Aumentó la cilindrada hasta los 5,0 litros (de ahí

el nombre de 512, 5 litros, 12 cilindros) y la potencia hasta los 428 CV. Pininfarin­a modernizó su aspecto sin quitar su esencia. ¿Todavía no sabes de qué hablo? Hablo del Ferrari 512 TR, del mito en la sombra.

El restyling del Testarossa no tiene el nombre, pero tiene todo lo demás. ¡Mejorado! Por eso cuando tuve la oportunida­d de ponerme a sus mandos, no me lo pensé. Pasar de probar un Ferrari moderno como el F8 Tributo ( lo tienes en la página 42) a un clásico con casi 30 años encima es como vivir dos realidades paralelas, con solo una cosa en común: emoción al volante.

Debo decir que en cuanto gernerar respeto, en Ferrari no han mejorado mucho, ¡no tenían mucho margen! El 512 TR (TR de Testa Rossa, cabeza roja en castellano, referencia al color en el que estaban pintadas las cabezas de los cilindros) se sigue viendo increíble. Afilado, muy bajo y ancho y espectacul­ar con sus escarpadas tomas de aire y su trasera donde no hay lugar para trazos suaves. El Testarossa es un emblema de los 80, pero con el 512 TR la marca italiana entró en los 90 y lo hizo con un diseño más amable, especialme­nte en el frontal, un estilo que derivaría en algunos de los coches más bellos jamás dibujados por Pininfarin­a, como el Ferrari F355 o el Ferrari 550 Maranello. Más allá del frontal, todo lo demás sabe, y mucho, a eso, a Testarossa.

En el interior, el diseño cambió por completo y los acabados, también. Todo está recubierto de un magnífico cuero que tanto a la vista como al tacto convence. Ahora bien, este no es un coche para todo el mundo, como puede ser el F8. Me escurro en el interior como puedo. Es muy bajo y cuesta entrar. Una vez dentro, el puesto de conducción me recuerda

“EN 1991 SE REDISEÑÓ EL TESTAROSSA”

al del F40, con los pedales ligerament­e desplazado­s a la derecha y el chasis comiendo terreno por la izquierda.

Eso sí, la llave mola mucho más. Es el momento. Media vuelta y el cuadro de mandos cobra vida. Un leve giro y el V12 empieza a gruñir a pocos centímetro­s de mi cabeza. Estoy cerca de Lisboa, a comienzos de septiembre y un termómetro exterior muestra 36 grados a la sombra. En el interior también se sufre algo de calor, pero el habitáculo está bastante bien aislado, todo lo que puedes esperar en un coche así.

Empiezo a rodar. Mi única referencia en Ferrari de esa época es el F40 y no hay duda que esto es otro estilo. Por ejemplo, los pedales están más separados y no son tan duros. Empiezo a rodar y el coche se lleva con una facilidad asombrosa. La suspensión es bastante dura e incluso a baja velocidad sientes todo lo que ocurre bajo las ruedas. La dirección es dura pero bastante precisa. Lo mejor sin duda son los frenos: muerden con fiereza y detienen muy bien al conjunto. A principios de los 90 estos frenos tenían que ser una maravilla, aunque obviamente están lejos de los estándares actuales.

Subo el ritmo y el cóctel de emociones que siempre arroja un Ferrari me provoca esa sonrisilla tonta. ¡Vamos bien! Hundo el pedal derecho y el empuje es inmediato, aunque mucho más sosegado que en deportivos modernos. En bajas el motor se vuelve algo más perezoso pero conforme subes de vueltas, la gloria alcanza todo su esplendor. El motor empuja cada vez más, las vibracione­s se incrementa­n y toca cambiar. El cambio manual es delicioso, con la clásica parrilla metálica.

Sin embargo, en curvas me parece un coche menos equilibrad­o que el F40 y segurament­e su orientació­n GT hace que, pese a ser efectivo (mucho para su época), no termine de darme toda la confianza necesaria como para incrementa­r aún más el ritmo. Lo mejor es un motor glorioso e interminab­le, un sonido a la vieja escuela y las sensacione­s que te provoca, tan pegado al suelo y con todos los mandos tan... no sé. ¿Rudimentar­ios?

Conducir un Ferrari de la vieja escuela siempre es una oportunida­d de volver a la conducción más pura y auténtica. El Ferrari 512 TR es la evolución del Testarossa, mejorando en muchos aspectos y es un coche que se guía sorprenden­temente bien. Es un concepto único en Ferrari y que no se ha vuelto a repetir: un GT con orientació­n de superdepor­tivo y motor central trasero. Después del 512 M, la evolución del TR, llegó el 550 Maranello y con él, los GT V12 de Ferrari recuperaro­n el motor delantero y un planteamie­nto todavía más refinado.

Quizás por eso este 512 TR sea tan especial. El interior es muy lujoso y se nota que trabajaron en él. Puedes rodar relativame­nte tranquilo, pero siempre tenderás a hacerlo rápido. El F8 Tributo es un deportivo que se disfruta en cualquier situación, incluso dentro de una ciudad rodando a 50 km/ h. El Ferrari 512 TR no. Siempre te exige marcha y cuando se la das, lo que te devuelve a cambio no se paga con dinero. RS

“EL 512 TR ES UN CONCEPTO ÚNICO EN FERRARI. UN GT CON ESPÍRITU DE SUPERDEPOR­TIVO Y MOTOR CENTRAL”

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El interior fue la gran evolución respecto al Testarossa
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El eterno dilema: ¿Bóxer o V12 plano? Técnicamen­te es la segunda opción, inclinado a 180º
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