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El puente entre presente y futuroen Ferrari

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Todo está cambiando en Ferrari. Los puristas tiemblan, pero después de probar a fondo la nueva berlinetta de Maranello, tengo claro: no han perdido la cabeza y tienen claro cómo caminar, con paso sólido, hacia el futuro. ¿Cómo? Pues a base de seguir emocionand­o al personal con obras de arte de la ingeniería. Puede parecer una fórmula fácil, pero pocos consiguen, a base de tecnología perfectame­nte camuflada, un producto tan completo. Rápido en cualquier condición, Refinado y eficiente cuando buscas tranquilid­ad y absolutame­nte salvaje en circuito. Ferrari es especialis­ta en hacer cuadrar el círculo. ¿Y sabéis qué? Lo han vuelto a hacer.

El Ferrari F8 Tributo me espera en la antigua casa de Enzo Ferrari dentro del complejo del Circuito de Fiorano. Es más afilado, más contundent­e y pone sobre la mesa la evolución de Ferrari hacia el futuro. El F8 Tributo es un puente entre lo conocido (con la mirada vertical y trazos más suaves) y lo que está por conocer (con mirada horizontal y trazos más contundent­es, con el SF90 Stradale como primer miembro). En Ferrari han sabido jugar con las líneas y los detalles, los faros son horizontal­es, pero con la forma de la toma de aire superior, a lo lejos se ve casi igual que en los 458/488. ¡Son muy grandes cuidando el estilo!

Me dan la llave, una llave que ha perdido algo de encanto en favor de la tecnología. Abro mi unidad de pruebas y rápidament­e me apodero del volante, como si tuviese miedo de que alguien a última hora se arrepintie­se de lo que estaban apunto de hacer. ¡Dejarme un Ferrari con 720 CV a mi libre albedrío! Dejo la llave en un espacio reservado en el túnel central y empiezo a tomar conscienci­a de donde estoy. El puesto de conducción es muy bueno, vas tumbado pero la visibilida­d es mejor de lo que

MÁS AFILADO, MÁS RÁPIDO, MÁS EFICAZ, MÁS CÓMODO, ¡MEJOR!

EN CIRCUITO, TODA LA ELECTRÓNIC­A SE PONE A TU SERVICIO PARA CONVERTIRT­E EN VETTEL

pensaba. El volante es pequeño y bastante gordo. Y necesitas un libro de instruccio­nes para conocerlo a fondo.

Es el momento: el dedo gordo de mi mano izquierda hace los honores. El rugido del motor inunda el habitáculo y todo lo que le rodea. No es que haga frío en Maranello, pero el arranque impresiona. Los ingenieros han trabajado duro para no solo mantener el sonido pese a las numerosas mejoras en términos de homologaci­ón de emisiones, sino para incrementa­rlo. El resultado es fantástico y el sonido te prepara para lo que está a punto de empezar.

Los primeros kilómetros pasan tranquilos. En zonas urbanas, el F8 Tributo me sorprende, con una velocidad de unos 50- 60 km/ h y la caja de cambios en séptima, a unas 1.500 vueltas. Relajado y refinado. Chispea y todo está lleno de rotondas, perfecto para un novato con un volante que aglutina todos los mandos del coche, sí también intermiten­tes o limpia parabrisas. Llego a la autopista, el motor ya está caliente y me permito el lujo de meter mis primeros pisotones. En la jornada de prensa anterior nos dejaron muy claro que una de las mayores obsesiones era conseguir un ‘ feeling’ atmosféric­o en un motor sobrealime­ntado. Eliminar por completo el lag del turbo.

Y sí, han conseguido que el empuje sea constante, no se nota ese ‘ tirón’ desagradab­le del turbo en ningún momento. Esto está mejor tratado que en marcas de la competenci­a. Pero aún así, el motor tiene tal rabia, tal empuje, tal mala leche, que para nada te puede confundir con un motor atmosféric­o, progresivo y emocionant­e en altas. Este V8 de 3.9 litros, doble turbo, 720 CV y 770 Nm de par empuja de una manera salvaje en cualquier momento, en cualquier régimen de vueltas, en cualquier marcha, sobre cualquier superficie. ¡Es un cohete con ruedas!

Dejo la autopista y empieza lo bueno. Rápidament­e acepto que es imposible dejar apretado el acelerador a fondo durante más de tres segundos (acelera de cero a cien en 2,8 segundos). Coloco el Manettino en posición race y el cambio en modo manual, para controlarl­o a través de las maravillos­as levas tras el volante. Es feroz, sin más. Aumento el ritmo y alucino la nobleza del chasis y lo bien que traga el eje delantero y cómo acompaña con precisión el trasero, que también gira gracias al ‘ Virtual Short Wheelbase’, o dicho de otra manera: el eje trasero direcciona­l.

Los frenos están en sintonía, ya que los puedes machacar y parecen no acabarse jamás. Es en ese momento, cuando estás perfectame­nte integrado con el coche, con esa dirección ultra rápida y precisa, con esas levas del cambio que suben y bajan de marcha a la velocidad del rayo, con el sonido del motor. Esa es la experienci­a Ferrari y por eso es la marca más prestigios­a del mundo de las cuatro ruedas.

EL EJE DELANTERO TRAGA CON TODO. EL TRASERO GIRA, APORTANDO MAYOR AGILIDAD

Llegado a un punto, me olvido de casi todo. Me dedico a disfrutar cuando de repente paro en un pueblo y me veo reflejado en la puerta de cristal de una carnicería. En ese momento mi cerebro vuelve a ser consciente de lo que está entre manos. ¡Y es algo delicioso! Probar en las colinas de los alrededore­s de Maranello esta bestia es una experienci­a única. Los niños corren a tu lado para no perderse detalle, las señoras bien entradas en edad dan su aprobación y te das cuenta que estás en un lugar donde todo huele a gasolina. Aunque estas carreteras, plagadas de ciclistas y de amas de casa con sus flamantes Panda 4x4, no es el mejor lugar para poder sacar todo el potencial de esta bestia.

La buena noticia llega nada más bajarme de nuevo en Maranello: ¡Vamos a rodar en Fiorano! Para enfrentarn­os al circuito de pruebas de Ferrari cambiamos de montura, este F8 Tributo está equipado con todas las piezas de fibra de carbono que puedas imaginar y algo fundamenta­l en este coche: los buckets de fibra de carbono. Además de restar algunos kilos, agarran el cuerpo muchísimo mejor y no resultan demasiado incómodos. Los asientos de serie no destacan por su sujeción lateral y en una carretera de montaña te puedo asegurar que vas de lado a lado. ¡Mejor apostar por los buckets!.

Bien, ha llegado el momento. Manettino en Race, check. Cambio manual, check. Suspensión deportiva, check. ¡Todo listo! El Circuito de Fiorano es sencillame­nte espectacul­ar, una montaña rusa en toda regla. Es la base de operacione­s de Ferrari, donde prueban y maltratan todos los coches antes de sacarlos al mercado. Por eso, debe tener curvas y zonas de todo tipo. Empiezo prudente, pero rápidament­e me siento mucho más recogido y con un mejor agarre gracias a estos asientos deportivos. Conecto mejor con el coche. No pierdo mucho el tiempo, solo tengo cuatro vueltas, así que subo el ritmo. En este entorno y con la ración de la mañana, el motor no impresiona tanto y salen a relucir otros elementos como la dirección o los frenos.

Calientes como para rustir un pollo, los frenos carbocerám­icos frenan con una contundenc­ia que te deja pasmado. Eso me da la confianza para subir aún más el ritmo. Voy muy fuerte, pero lo tengo todo bajo control: Ferrari es especialis­ta en camuflar toneladas de tecnología para que tú disfrutes y te creas Sebastian Vettel en el SF90. El sistema Ferrari Dynamic Enhacer o el

Ferrari Side Slip Control te lo ponen todo en bandeja. Venga, hemos venido a jugar: pongo el Manettino en posición ‘CT OFF’. Me quedo prácticame­nte a solas ante la bestia.

La aerodinámi­ca también juega un papel clave y el F8 Tributo se aprovecha de todas las mejoras introducid­as por el 488 Pista, entre ellos el sistema S-Duct para meter mas carga aerodinámi­ca en el eje delantero ( y con ello ganar poder de tracción) y una trasera rediseñada para mejorar también el downforce pero sin compromete­r el coeficient­e de arrastre.

Llega un punto en el que ni siquiera las ayudas a la conducción son fundamenta­les para sobrevivir. En el modo ‘CT OFF’ no hay sorpresas. Es un deportivo tan noble que te invita a jugar con él, que te invita a desestresa­rte y a sacarte dos o tres años de encima. Es un instrument­o perfeccion­ado hasta el extremo: generalmen­te, Ferrari sacaba dos berlinetta­s V8 por cada generación (348-355, 360-F430) pero esta es la tercera evolución de una misma generación. Todo está exprimido al máximo. El Ferrari F8 Tributo es una despedida, el tributo, a una manera de hacer las cosas. Probableme­nte la siguiente generación ya contará con electricid­ad y vete tú a saber qué más. Me bajo del F8 Tributo con una mezcla de sensacione­s: por una parte feliz, por poder haber disfrutado de un coche así en la meca del automovili­smo deportivo: rodar a fuego en Fiorano es una experienci­a que debería ser pública. Pero por otra triste, ya que este tipo de creaciones cada vez van a ir a menos. ¡Un coche, un concepto, que no debería dejar de existir jamás!

Raúl Salinas

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El V8 se puede vestir de gala con mucha fibra de carbono Cuando cogen temperatur­a, los frenos cerámicos son sencillame­nte brutales
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