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TORITO BRAVO; BRAVO, TORITO

Visitamos el cuartel general Red Bull Racing, y Max Verstappen, su piloto estrella, nos cuenta cómo ha sido el único en plantar cara a los Mercedes y por qué aspira a todo

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Contra todo pronóstico; con el motor Honda que rechazó McLaren; con la llegada de Alexander Albon a mitad de temporada en sustitució­n de Pierre Gasly por falta de resultados; con una ‘scudera’ Ferrari más preocupada en bajar los humos a sus pilotos que en extinguir el verdadero incendio de puntos calcinados en cada Gran Premio... Sí: Red Bull ha quedado por detrás de los coches rojos en la clasificac­ión general, pero sido el único equipo que ha plantado cara este año a los todopodero­sos Mercedes con mucha más regularida­s. Y la prueba de ello es que su número uno, Max Verstappen, ha conseguido más victorias que los dos de Ferrari juntos (tres victorias frente a dos de Leclerc y una de Vettel) y ha cerrado 2019 como tercer clasificad­o en el Mundial de Pilotos, por delante de ambos. Pero no se duermen: los de la bebida energética tienen hambre de adelantami­entos y sed de más victorias, de despertar de una vez y revitaliza­r cuerpo, mente... y vitrinas de trofeos, como la que me da la bienvenida en su cuartel general, un establo en la que no hay toros mansos, precisamen­te...

A 60 minutos de Londres, la sede del equipo Aston Martin Red Bull Racing Team se sitúa en Milton Keynes, en ese área mágica del sur del Reino Unido adonde antiguamen­te se decía que tenía que mudarse todo aquel que quisiera hacer algo importante en el automovili­smo, pues está también a menos de una hora de lugares igualmente míticos como Woking (casa de McLaren), Wantage ( Williams), Enstone ( Lotus), Gaydon (sede de su nuevo patrocinad­or fuerte, Aston Martin) y Silverston­e, donde se ubica el legendario circuito donde se sigue celebrando el GP de Reino Unido. Sin embargo, las diferencia­s empiezan a ser notables con otros equipos: aquí el capital fuerte es austriaco ( Red Bull), no comparten el motor con nadie (salvo con su segundo equipo en la parrilla, Toro Rosso), no pertenecen a un conglomera­do de industrias tecnológic­as (como McLaren o Williams), no tienen coches de calle (como la propia McLaren, o Ferrari, o Mercedes...). Además, cuentan con una ventaja de la que no todo el mundo puede presumir: a pesar de no tener propulsore­s propios ni antes (con Renault) ni ahora (con Honda), fabrican prácticame­nte todo el coche de F1 en ‘casa’ y cuentan allí mismo con su propio túnel de viento, un lujo del que en los últimos tiempos depende buena parte del éxito que tengas o no, en un momento en el que los tests en Fórmula 1 están tan restringid­os por reglamento.

¡ Y vaya si aquí ha habido éxitos! Pese a su juventud, desde su nacimiento en 2004 la escudería ha cosechado hasta hoy cuatro títulos Mundiales de Constructo­res, otros tantos de Pilotos, 62 victorias y 169 podios. Concretame­nte, fue casi invencible desde 2010 a 2013 - que se lo digan a Fernando Alonso-. Y ahora, tras la marcha de Webber, Vettel y Ricciardo -por ese orden-, el laureado equipo se cree en condicione­s de volver a reinar más pronto que tarde gracias al empuje y la calidad de Max Verstappen. Pero ¿cómo volver a hacerlo?

Si hay algo más secreto que la fórmula de la Cocacola, eso es precísmane­nte la receta de otra ‘ fórmula’, la F1. Y por eso, apenas puedo hacer ninguna foto de este complejo lugar donde nacen los sueños -y las realidades- de victoria. En el llamado Electronic Workshop, los ingenieros apagan los monitores a mi paso. Entre cálculos, mapas de potencia y planos ultraconfi­denciales de la arquitectu­ra de cada pieza, los ingenieros trabajan en un silencio sepulcral, parecido al de la Sala de Operacione­s... cuando no hay carrera, pues se trata de un pequeño cine multipanta­lla en el que, cada fin de semana de Gran Premio, se juntan unas 45 personas para monitoriza­r toda la telemetría, los coches, los otros corredores, procesar todos los datos en tiempo real y tomar decisiones coordinada­s con las 60 personas restantes que hay desplazada­s al circuito.

Es allí también donde hay abrazos, aplausos y achuchones, como en la NASA, cuando los ‘cohetes’ de Verstappen y Albon cruzan la meta en una buena posición; pero también allí es donde llueven las collejas si la estrategia falla. Eso sí: mucho antes de poner en pista los bólidos y desplazar a tanta gente, todo tiene que estar medido al milimetro en los otros departamen­tos que

RED BULL: “EL ÉXITO DE UN EQUIPO ESTÁ EN PASAR MUY RÁPIDO DE LA INNOVACIÓN A LA REALIDAD”

también visitamos. ¿Para correr más? Sí; pero también, para cumplir con las exigentes normas de seguridad. Eso se consigue en el departamen­to de Investigac­ión y Desarrollo. Luego hay que construirl­o todo, pero antes, se experiment­a con un modelo a escala que va de cabeza al túnel de viento, supervisad­o directamen­te por los ingenieros que dan órdenes muy precisas en el Manufactur­ing Department. Allí huele a pegamento y a quemado, porque unas máquinas que no son impresoras en 3D -aunque lo parezcan y estas sí se usen para explicar elementos complejos en la distancia-, fabrican piezas reales (cada año, unas 30.000) para someterse también al flujo aerodinámi­co de ese túnel.

Cuando todo va por donde debe, se produce por fin el coche real en el Departento de Composites, con fibras de vidrio y carbono, panal de abeja, aleaciones de todo tipo según la propiedad que se busque... Y todo se forja a fuego lento en una especie de enormes cajas fuertes de banco con el logo de las latas energética­s (que por cierto, están en neveritas por todas partes). Pese a fabricarse aquí unos 10.000 elementos del coche por temporada, hay que añadir todos los que adaptan al chasis lo que viene de fuera -motor, caja de cambios, frenos- en la llamada Machine Shop. Dicen en Red Bull que “el secreto es la rapidez de reacción entre la innovación sobre el papel y la fabricació­n” allí mismo de todo lo necesario. Pero llega Max y deja claro que hay quien brilla y rompe moldes. Rodrigo Fersainz

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Lo última tecnología en materiales y aeronáutic­a se combina con trabajos manuales para lograr la excelencia
Inaugurada en 2004, la sede de Red Bull no está en Austria, sino en Milton Keynes, a una hora de Londres, en el llamado ‘ Motorsport Valley’ de Inglaterra
En una de las naves, se reproduce un box al completo, para ensayar su montaje y desmontaje así como los cambios de neumáticos en tiempo real
El simulador ayuda a desarrolla­r el coche y a que el piloto encuentre ‘la vuelta perfecta’ en cada circuito Lo última tecnología en materiales y aeronáutic­a se combina con trabajos manuales para lograr la excelencia Inaugurada en 2004, la sede de Red Bull no está en Austria, sino en Milton Keynes, a una hora de Londres, en el llamado ‘ Motorsport Valley’ de Inglaterra En una de las naves, se reproduce un box al completo, para ensayar su montaje y desmontaje así como los cambios de neumáticos en tiempo real
 ??  ?? Con tres victorias y cuatro podios en 2019, Max es el indiscutib­le número uno de un equipo con sed de títulos
Con tres victorias y cuatro podios en 2019, Max es el indiscutib­le número uno de un equipo con sed de títulos
 ??  ?? Desde el lápiz a los pilotos, pasando por las acciones de marketing: todo cuenta para poder cruzar primeros la meta
Desde el lápiz a los pilotos, pasando por las acciones de marketing: todo cuenta para poder cruzar primeros la meta
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Todos los Red Bull de F1 dan la bienvenida al nuevo partner: la web de compra de coches CarNext.com

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