HOMBRE CONTRA MÁQUINA
¿Cuánto falta para que las máquinas lo hagan todo por sí mismas? Lo vemos en una carrera hombre vs máquina
Nos dejamos conducir por Roborace. Y luego intentamos mejorar su tiempo de vuelta en Silverstone. El futuro (casi) está aquí.
Es esto presión? De acuerdo, admito sentir algo de presión. Sujeto el arnés, pongo los pies en su sitio, la luz de la instrumentación se vuelve azul y el coche se tira un enorme pedo electrónico. El volante se mueve y se apaga. El miedo desaparece según nos acercamos a Copse. DevBot 2.0 va lanzado conmigo dentro. Pero no conduzco. Realmente no me preocupa mucho que el coche lo haga por mí. Silverstone es muy ratonero y nadie va a hacer que te montes en uno autónomo y de carreras si no tiene mucha confianza en su tecnología. Y luego está la responsabilidad. Se percibe mucho más peligro al quitar las manos del volante en un Tesla.
Pero, ¿y si fuera más rápido? Eso me resultaría más difícil de digerir. ¿Por qué no debería ser así? Los superordenadores han estado superando a los grandes maestros de ajedrez durante décadas, y el automovilismo es algo casi binario, con unos límites de pista definidos y algo más fácil de calcular. Tan solo se trata de no superar el límite.
Más tarde lo he llevado hasta donde se podía. El honor estaba en juego, no quería que un ordenador me ganase. Ha sido un desafío de una sola vuelta, el hombre contra la máquina. Así que, para mi vuelta cronometrada, me comporté de la manera más humana posible. Fui a cuchillo, como un berseker en la batalla. La perfecta vuelta del quemado: si tienes dudas, pisa a fondo. Coge tus algoritmos y procesa eso, ordenador. Que mi estrategia funcionase dice mucho sobre ambos bandos.
Ahora déjame contarte qué es DevBot 2.0 y de qué estoy hablando todo este tiempo. DevBot Es la parte de desarrollo de Roboracer, el equipo de carreras autónomo cuyo Robocar ha sido presentado en todo el mundo durante el último año. Su puesta en escena, notable: velocidades de infarto, quemadas de rueda, donuts... pero nada de carreras. Todavía: ya hay planes.
DevBot 2.0 ( por aquello de ser la segunda generación de este modelo) es la parte seria de todo esto. “No pienses en él como un automóvil, sino como una plataforma de hardware”, me dice Paul Andrews, el jefe. “DevBot cuenta con todos los procesadores, sensores, LIDAR, cámaras y GPS que permiten a los demás probar su propio software”. Piénsalo de esta manera. Cualquiera interesado en la conducción autónoma puede usar DevBot para probar su software. VW lo usó hace poco para testar un algoritmo de un sensor de frenado. Cuando el ingeniero de la marca había cargado el software en DevBot los chicos de Roborace le preguntaron si confiaba en su software lo suficiente como para sentarse en el coche y no estrellarse. Lo hizo y no pasó nada.
Para los fabricantes, DevBot puede ser un atajo. Para otros, un lienzo en blanco para expresar sus ideas. Conozco a Danilo Caporale, un investigador de la Universidad de Pisa (Italia): “nuestro laboratorio es de robótica y bioingeniería. Hacemos desde prótesis robóticas hasta robots humanoides e industriales. Son puntos de vista muy diferentes. Entonces nos preguntamos qué podemos hacer para mejorar los coches del futuro y, al hacer esto, ¿cómo mejorar los robots del futuro? Déjame ponerte un ejemplo: tenemos un robot humanoide creado para la recuperación tras un desastre medioambiental. Pongamos que se ha derrumbado una casa. Pues con DevBot podemos probar sus sensores, cómo reaccionan y cuál es su rapidez de respuesta en lo que llamamos un entorno muy limpio. Por lo tanto, no se trata solo de coches”.
DevBot organiza concursos para empresas de investigación. “No se trata solo de registrar vueltas en un circuito, sino de hacer que el vehículo funcione en una ubicación en la que el GPS esté desconectado o que pueda sortear un circuito de conos. Las posibilidades son enormes”, me dice Andrews. El ejercicio de hoy es relativamente básico, así como su software.
No se trata de mejorar en cada vuelta, solo de repetirlas. Los ingenieros de carrera me dicen que es raro que haya más de 0,1 segundos de diferencia entre vueltas.
Quita todo hasta llegar al chasis y encontrarás un Ginetta LMP3 con un motor eléctrico en cada extremo, 550 CV y un
0 a 100 km/ h en unos 3 segundos. Aún hay algo que no he confesado: nosotros, DevBot y yo, estábamos limitados a 100 km/ h de velocidad máxima. No impresiona mucho, ¿verdad? Pero, ¿cómo puede ser eso bueno? Si algo he aprendido de las carreras es que cuanto más rápido voy, más errores cometo. Empiezo a pensar, por tanto, en la táctica. No necesito ir más rápido. De hecho, mi cerebro se sobrecarga. Pienso en cosas en las que nunca había pensado en la pista.
Se hace así: pisa a fondo, olvida el pedal de freno, gira y colócalo en su sitio. Lo mismo de siempre, pero sin que haga falta apurar tanto las curvas. La dirección y los frenos son pesados. Balancea. Se nota que no está pulido. Y es ruidoso. Los eléctricos de carreras lo son, y no en el buen sentido.
Turno del coche. Es claramente menos violento, empujando de manera suave, sin patada. En eso ya me ha ganado. En Copse deja un espacio libre con respecto a la pintura. Yo la pisé sin miramientos. En el giro Becketts frena suavemente y más tarde de lo que yo lo hice. Debería haber salido antes de la curva, o haber empujado más.
Es gracioso. Realiza las mismas correcciones bruscas que en Maggotts, da un bandazo y se tira a cuchillo como cuando estás con el Forza. Sin embargo, en curvas es excelente, pues equilibra la fuerza de frenado girando progresivamente. Pero sé que he ganado antes de que los ingenieros me hablen sobre la telemetría. Aun así, los datos son interesantes: mi velocidad en curva era mucho mayor, pero la suavidad en las deceleraciones o la consistencia en la dirección dejan entrever que DevBot podría haber sido mucho más rápido.
Lo intentan otra vez. Ponen a un ingeniero con DevBot ejecutando otro software que permite una velocidad mayor y un nivel de riesgo superior. En Becketts pisa la línea blanca y subvira un poco. Controla el deslizamiento, pero no puede mantenerlo cuando se va de atrás. Eso me hace feliz. Muestra sus fallos, que las máquinas todavía tienen mucho que aprender. No será un proceso fácil, ni tampoco más rápido. Pero, a diferencia de mi, es veloz. No estoy seguro de querer volver a probar esto en una década, pero disfrutaré el momento mientras dure. Presumir de superioridad resulta muy humano.
“OLVIDA EL FRENO, GIRA Y COLÓCALO”