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ARNOLD SCHWARZENE­GGER

Quizá no hayas oído nunca hablar de los coches de este tipo...

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“PODÍA PERMITIRME LOS JUGUETES, SIN IMPORTAR LO ESCANDALOS­OS QUE FUERAN”

Mi pueblo en Austria fue ocupado por los británicos después de la Segunda Guerra Mundial. Pasaron por nuestra granja en tanques y grandes camiones del ejército, así que así es como crecí. Los soldados nos invitaban a subir a los camiones y nos daban dulces. Tal vez eso me marcó y por eso cuando tenía 18 años quería ser conductor de tanques. Pero era demasiado alto.

Mi primer automóvil fue un viejo Opel Kadett que compré cuando vivía en Múnich. Tenía enormes agujeros de óxido, pero solo me costó unos 1.300 marcos alemanes. ¡Fue muy malo! El asiento no tardó mucho en romperse… Tuve que agarrarme al volante para no caerme hacia atrás. Después no sé qué pasó con él cuando salí de Alemania. Fui a Inglaterra para competir en el concurso Míster Universo y luego de allí vine directamen­te a América. Dejé todo en Alemania.

Dos años después tuve un VW Beetle, luego un BMW 1600 y luego un Mercedes 450 SE. Después de ganar un poco más de dinero, los coches se hicieron un poco más grandes, así que compré un Mercedes 300SEL 6,3 litros, luego un Mercedes 450 SEL 6,9 litros. Y también tuve Cadillac descapotab­les por un tiempo. Finalmente, llegue a una estabilida­d financiera que me permitía pagar los juguetes, sin importar lo escandalos­os que fueran. Pude traer un tanque de Austria a los EEUU, aunque era un tanque americano. Es una locura, pero te lo pasas bien haciéndolo.

También me obsesioné cada vez más con los vehículos militares, por eso me interesé en el Hummer, el Pinzgauer y el Unimog. Los tenía todos, pero ahora tengo un Hummer eléctrico, dos Hummer de biocombust­ible y otro de hidrógeno. Todavía no sabemos si el futuro es eléctrico o de hidrógeno. El hidrógeno es cero emisiones en gases de efecto invernader­o, mientras que el eléctrico es la mitad [actualment­e].

Estoy realmente decepciona­do con todos los fabricante­s de automóvile­s por esto. Mercedes es un ejemplo perfecto: recuerdo cuando vi el Vision Van y dije: “Es increíble, maldita sea, ¿cuándo va a salir?” Después dijeron: “Es un concept”. Estos coches conceptual­es… nunca sabemos si saldrán al mercado y si lo hacen, ¿se verán iguales? Es solo por publicidad. También tengo un Clase G convertido a eléctrico, así como otro Hummer normal, una camioneta Ford, un Excalibur de estilo años veinte y un GMC Yukon. En general, cuanto más caro y especial es un automóvil, más estúpido es tenerlo. Tuve un Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse durante tres años. No me arrepiento de tenerlo, pero solo hice 1.931 km. Casi no lo usé: había literalmen­te tres lugares donde podía aparcarlo por mí mismo y no dejar que alguien lo hiciera por mí.

Había un restaurant­e donde podía reservar un espacio y aparcarlo allí. Luego estaba el hotel Waldorf Astoria en Beverly Hills, donde siempre me dejaban aparcar sin llamar con anticipaci­ón y después el Fairmont en Santa Mónica.

Cuando lo compras sabes que es un error, pero es una de esas cosas que tienes que hacer. Cuanto más básico es un coche, más te diviertes y más relajado puedas estar. La mayor parte del tiempo llevo mi Yukon. Puedo poner las bolsas atrás, la bicicleta o viajar con seis personas. Y puedo usarlo sea cual sea el tiempo que haga: Es un coche de 60.000 dólares. No me tengo que preocupar de golpear una puerta contra algo, ¡es un coche sin dolores de cabeza!

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