¿EL FIN DE LOS SALONES DE COCHES?
¿Es el fin de las grandes citas automovilísticas por excelencia? Y si es así, ¿a quién le importa?
Ginebra se canceló. ¿Pero era una muerte anunciada o se podría prevenir? Lo analizamos
EL 28 DE FEBRERO, TRES DÍAS ANTES DE ABRIR SUS PUERTAS A LOS MEDIOS DE TODO EL MUNDO, EL SALÓN DE GINEBRA 2020.
A medida que el coronavirus se extendía por Europa, el Gobierno suizo tomó la decisión sin precedentes de prohibir los eventos con más de 1.000 personas.
Mientras avanza el nefasto coronavirus, la cancelación de una fiesta del mundo del motor en uno de los países más ricos del mundo no se puede definir como trágica. Pero, más allá de eso, fue difícil no ver la cancelación de Ginebra como una alegoría más bien de la difícil situación del espectáculo automovilístico tradicional en sí: el viejo veterano enfermo fue puesto en cuarentena y posiblemente nunca más se le vuelva a ver. Y es que el salón del automóvil, así, en términos genéricos, no ha gozado de muy buena salud últimamente.
Incluso antes de todo esto, a Suiza iban a ir pocas marcas grandes: Ford, Hyundai, Jaguar Land Rover, Opel y Volvo ya habían decidido quedarse en casa por razones financieras. Los otros salones que formaban parte de los ‘Big Four’ también las han pasado canutas. Audi, BMW, Mercedes, Porsche, Volvo y Jaguar Land Rover rechazaron ir al show de Detroit de 2019, que este año pasará de su lugar tradicional de enero a junio ( y ya veremos si puede ser) en un intento por reavivar el entusiasmo del público.
Por su parte, el Salón de Fráncfort 2019 ha sido confirmado como el último que se celebrará en la ciudad alemana: de aho
ra en adelante se irá a Múnich. A él no fueron, agárrate, Aston Martin, Alfa Romeo, Chrysler, Fiat, Nissan, Mazda, Bentley, Toyota, Peugeot, Dacia, Chevrolet, Subaru, Volvo y Suzuki.
Parece imposible pasar de largo esta pregunta: ¿Están los salones en su lecho de muerte o simplemente es un resfriado pasajero, un paréntesis en una larga historia?
Ciertamente están de capa caída. El primer salón del automóvil se celebró en París en 1898, ya que los intentos anteriores de organizar un evento se habían derrumbado debido a que el automóvil aún no estaba demasiado instaurado. En Ginebra, el primero se celebró en 1905. Según los archivos, “17,000 visitantes convergieron en 37 puestos de exhibición” para contemplar maravillados los últimos automóviles, sin mencionar. Poco a poco las exhibiciones automotrices iban creciendo en tamaño hasta que, en los años cincuenta y sesenta, no eran solo una gran noticia para el mundo del motor, sino para el mundo en general. Los salones fueron faros de optimismo para un mundo que se desarrollaba a velocidad de vértigo, la oportunidad de ver y tocar el futuro antes de que sucediera. También supusieron una oportunidad para que las compañías automovilísticas presentaran sus coches nuevos a una asombrosa cantidad de personas. El primer Ford Mustang se lanzó en la Feria Mundial de Nueva York de 1964, un evento que se celebró en un lugar de 261 hectáreas y en el que había 140 pabellones. ¿Sabes cuántas personas visitaron ese espectáculo? 51,6 millones. Solo un poco menos que toda la población del Reino Unido en ese momento. Al parecer, los organizadores estaban decepcionados de no haber alcanzado su objetivo original de 70 millones. Aun así, 50 millones de visitantes. Son muchos compradores potenciales de Mustang.
Aunque los años sesenta representaron su cénit, este tipo de eventos populares ha aguantado bien – algunos dirían inexplicablemente– hasta hace muy poco. En 2016, al de París asistió más de un millón de visitantes. Pero en los últimos años, la asistencia, tanto de los compradores como de los fabricantes, se ha desplomado. En realidad, lo sorprendente no es que el salón del automóvil haya pasado de moda últimamente, sino que se haya mantenido vigente durante tanto tiempo. Las exhibiciones son como los viajes aéreos: podrían haber sido elegante, futuristas y emocionantes en los años sesenta, pero hoy implican en gran medida estar todo un día encajonado en un habitáculo sin aire puro peleando por un hueco con un hombre de negocios sudoroso. Y al menos, con el transporte aéreo podrías terminar en un lugar de lo más agradable.
Un gran salón del automóvil puede sonar como un concierto lujoso para un periodista del motor: todos los coches nuevos del mundo se juntan en un solo lugar, al igual que la oportunidad de abordar a un CEO o a un diseñador jefe para obtener un buen titular. Pero la realidad es menos sofisticada: salas de conferencias llenas de periodistas, pasillos repletos de gente empujándose unos a otros para conseguir una foto movida del nuevo Peugeot 5008.
Hay mejores maneras de mostrar la velocidad y el dinamismo de las últimas novedades que alineando varios cientos de ellos en lo que podría ser un gran aparcamiento (ciertamente bien iluminado) de varios pisos. Los automóviles están diseñados para moverse, para ser conducidos, no para estar estáticos en un pedestal. ¿Quieres experimentar el increíble potencial del automóvil moderno? Ponte en un puente que cruce la
autopista más cercana a tu casa. Tras la cancelación del salón suizo, nuestro compañero Chris Harris tuiteó: “¿Habrá alguna vez otro salón del automóvil de Ginebra?” Tal vez la pregunta más importante es: si no lo hay, ¿quién lo extrañaría?
¿ A las propias compañías de automóviles, tal vez? No estoy muy seguro. Recuerdo que un par de semanas después del salón del automóvil de Fráncfort de 2013 escuché alguien del equipo de comunicación de una gran marca internacional de automóviles quejarse de que su SUV, al que acababan de hacer un facelift, no había recibido la cobertura que creían que merecía. Me di cuenta de que se había presentado 10 minutos antes de la gran sorpresa que fue el Porsche 18 Spyder, que sí que había obtenido bastantes atenciones de la prensa mundial. Si dicha compañía hubiera lanzado su SUV una semana antes, o una semana después... bueno, no habrían tenido mucha cobertura debido a que es un automóvil muy aburrido, pero la idea es esa. Si, como fabricante de automóviles, quieres que la gente hable sobre tu último esfuerzo, seguramente revelarlo exactamente el mismo día que otras dos docenas de marcas es un poco... ¿contraproducente? No soy un experto en cine, pero he notado que los principales estudios del mundo estrenan durante todo el año, en lugar de proyectar todo el mismo martes por la mañana a principios de marzo.
Las marcas de coches finalmente están optando por dar un giro a los principales espectáculos automovilísticos. Están optando por presentar sus grandes modelos en eventos más pequeños: Pebble Beach, o los concursos Villa d’Este, o el Festival de Velocidad de Goodwood, que en los últimos años ha recobrado mucho impulso gracias a lo que ellos llaman “el show de motor en movimiento”, y el resto de nosotros llamamos “coches subiendo una colina”. Mucho también están pasando de la gran revelación física, y simplemente estrenan sus coches online. Más conveniente, más respetuoso con medio ambiente y, lo que es más importante, mucho más barato. “Si todos los fabricantes que normalmente gastan varios millones para llevar automóviles a un espectáculo obtuvieran el 80% del alcance por Internet por una décima parte del precio, en el futuro eso podría ser cada vez más habitual”, afirmó recientemente el jefe de Diseño de Aston, Marek Reichman. Al final, el dinero y la utilidad pura y dura mandan.
Especialmente en un futuro donde las grandes reuniones públicas podrían resultar tan peligrosas para la salud como hacer 50 tramos a braza en la piscina de decantación de la depuradora de tu barrio. El salón del automóvil tradicional puede no estar muerto, pero seguramente no le queda mucho tiempo. Pero cuando respire por última vez, no culpes al coronavirus de turno. Culpa a Internet.
“AL FINAL, EL DINERO Y LA UTILIDAD PURA Y DURA MANDAN”