KAZUHIKO NAGATA
Seguro que su nombre no te suena. Pero es la persona que se puso a 300 en una autopista con un Skyline. Y lo pillaron...
El yin y el yang; el día y la noche. El lujo y lo espartano. Y los dos cabrio
mundo: superligera a baja velocidad, superestable a alta velocidad y, con solo dos vueltas entre topes, muy rápida en curvas. Sin feeling y con un peculiar autocentrado: merece la pena que corras a Youtube a ver un vídeo de cómo funciona.
Este es un gran turismo en el sentido más puro. Grandes asientos con reposacabezas grandes, una palanca de cambios que se mueve suavemente por una rejilla. Una delicia de conducir, fabuloso si no fuera por el freno. El pedal tipo champiñón es supersensible, me recuerda a una especie de freno de emergencia de un vagón de metro: todo o nada; difícil de dosificar.
Llega mi triste final con este coche: el resto del viaje hacia el sur lo hará un automóvil que podría clasificarse como el ‘anti- SM’. Nos lo traerán en camión y lo va a disfrutar mi compañero Olli Kew. ¡Bonne chance, Ollie!
OLLIE KEW:
Ah, el SM. Qué maravillosa manera de moverse. Pero cuando salgo de allí y me monto en el primer deportivo de Citroën retumba el cielo y unos espesos nubarrones descargan sobre mí. Abro la puerta del AX GT y me tiro dentro. Quizá es el único de los seis modelos de este reportaje que se vería fuera de lugar en una galería de diseño. Es descarado, pero en los años ochenta vivía a la sombra del Peugeot 205. Y mientras avanzo hacia las montañas, las primeras impresiones me traen recuerdos de un Lamborghini de la época, con un interior y una difusa dirección más que cuestionables. Las ruedas pueden ser pequeñas, pero el esfuerzo requerido en las rotondas podría dislocar tu clavícula si no estás prevenido.
Las versiones básicas del AX pesaban, gracias al (ab)uso de plástico y paneles ultrafinos, apenas 640 kg. Este AX GT, un modelo de 1987 con el motor de 1.4 litros alimentado por carburador, marca 745 kg en báscula. Casi lo mismo que un Lotus Elise original. Cada rueda se sostiene con tres tornillos y sus 85 CV dan para mucho.
Pero no es la desenfrenada pérdida de tracción lo que más me sorprende. Es la comodidad y, extrañamente, la sensación de solidez. Una vez conduje un 205 GTI y, cada vez que adelantaba a algo más grande que una bicicleta me iba hacia los lados. El AX GT es menos ágil, pero no necesita un control milimétrico. Cuando el motor se enciende, suena deliciosamente. Termino conduciéndolo muy rápido en cuanto el diluvio disminuye y desciendo a St Tropez.
Me gusta pensar que la lluvia se negó a caer sobre el DS Décapotable. Solo se vendieron 1.365 y sus líneas, que recuerdan a la Riva Aquarama, son obra del carrocero Henri Chaperon. Un automóvil presente habitualmente en las listas de los automóviles más hermosos, más importantes y técnicamente más avanzados jamás creados y con muchos datos de los que se pueden recitar de carrerilla: el pedal del freno prestado al SM, los faros direccionales (instalados por primera vez al año siguiente). También aquí los frenos son como para volverse loco, pero la combinación entre control de la carrocería y la amortiguación no se parece a nada que haya experimentado en ningún coche, barco o silla de oficina.
La caja de cambios semiautomática con accionamiento hidráulico es de lo más extraño. Se activa con una delgada palanca tras el volante y requiere práctica para dominarlo. Levanta el acelerador, mueve la palanca, el embrague se detiene, hace coincidir la velocidad del motor con la velocidad de la carretera, y luego permite el progreso una vez más. Requiere paciencia y respeto.
Llego al punto final del viaje no en esta obra de estilo y genialidad, sino en un Dyane desnudo: el Citroën Mehari. Fue imaginado por otro héroe de guerra francés, el piloto de combate Roland de la Poype, que voló en Spitfire y Yak-1B y terminó la guerra como un héroe en la Unión Soviética. Después de la Segunda Guerra Mundial previó el surgimiento de los envases de plástico y construyó un imperio, pero aún no tenía los medios para diseñar una carrocería plástica ideal para surcar las carreteras del sur de Francia y con el nombre en árabe de un gran dromedario resistente y muy rápido.
El DS es notable por su innovación. El Mehari es memorable por su brutal falta de equipamiento. Ventanas. Algo de tela. Espacio para un ser humano. Entras por la pequeña puerta y te acomodas sobre el coxis, con los codos apoyados en las rodillas y las piernas rodeando la columna de dirección. También una palanca de cambios que entra y sale telescópicamente del salpicadero al estilo de algunos coches de la época como el R4.
Es un tracción delantera, pero eso no le impide entrar en la playa porque apenas pesa 570 kg y logra mucha tracción gracias a una suspensión totalmente independiente. Con su bicilíndrico de 600 cc, incluso acabó como transporte de tropas. Conducirlo es algo divertidísimo: sería genial llenar esto con amigos y salir a pasar un día en la playa.
Me siento orgullosamente en el Mehari disfrutando del paisaje. No es solo la innovación lo que nos acerca a Citroën, ¿verdad? Mira todo lo que separa a estos seis modelos, la gran variedad de recursos. Cuando un automóvil funciona tan bien en un entorno que enriquece la experiencia de estar allí, nos enamoramos de él. Y en los últimos 100 años, Citroën ha ideado una máquina para cada ocasión...
“EL MEHARI ES COMO UN DYANE DESNUDO”