Thevenard se cuela en el olimpo de Kilian y D’Haene
Llegó como el gran tapado a Chamonix y fue el más inteligente. Nadie contaba con él. Superlativo error cuando nos estamos refiriendo a un tipo que ostenta dos títulos en el ultramaratón más prestigioso del planeta. Pasó desapercibido en la línea de salida junto a Kilian, Zach Miller y Jim Walmsley, la triple entente que aparecía en todas las quinielas para repartirse las preseas. Pero Xavi, a pesar de su metro setenta, se hizo grande con el paso de los kilómetros y fue uno de los pocos supervivientes a las plagas del UTMB.
Y es que fue una edición especialmente cruel para los aspirantes al triunfo. Ocurrió de todo. A Kilian la picadura de una abeja tres horas antes de la salida le obligaría a abandonar en el ecuador del recorrido. Luis Alberto se torcía el tobillo bajando a Courmayeur. Walmsley se vació antes de tiempo –un clásico– y quedó fuera de la pelea. Zach Miller sufrió agotamiento y principio de hipotermia y tampoco aguantó. Al parte de bajas se sumaban también Ryan Sandes, Gediminas Grinius, Alex Nichols y Sylvain Court. Y así fue como Xavi Thevenard, sin hacer ruido y escondiéndose de los focos, aparecía en el kilómetro 100 (Arnouvaz) liderando la carrera. Ya nadie le pudo frenar. Corrió feliz, tranquilo, ampliando la ventaja sobre sus rivales marchando a un ritmo cómodo y saboreando una victoria que le conmovió en la línea de meta. Llegó a Chamonix como un héroe, arropado por los miles de aficionados galos que le esperaban para darle el más caluroso de los recibimientos. Su tiempo de 20:44:16 le otorgó un triplete que le coloca en el palmarés junto a Kilian Jornet y Francoise D’Haene. También le sirvió para resarcirse de su eliminación -por avituallamiento indebido- meses atrás en la Hardrock americana. Fue el tipo más feliz del mundo aquel 1 de septiembre.