Transporte Mundial

VW CADDY GNC

Rentabilid­ad y sostenibil­idad están detrás de esta versión Caddy TGI Bifuel que utiliza GNC para ofrecer bajas emisiones y unos costes de explotació­n reducidos, junto al atractivo de un chasis Maxi que proporcion­a habitabili­dad y espacio para siete plazas

- IÑAQUI NÚÑEZ (Texto) MIKAEL HELSING (Fotos)

Las energías alternativ­as comienzan a aparecer en el territorio de los vehículos comerciale­s. Este Caddy propulsado por gas natural comprimido es una de las primeras opciones.

Ahora que los motores diésel caen en desgracia por su nociva contribuci­ón al medio ambiente, el combustibl­e que se apunta como una solución viable y con mayor futuro de manera inmediata, sobre todo en vehículos de utilizació­n profesiona­l y por ello de uso intensivo, son las mecánicas que funcionan con gas natural. Un combustibl­e del que existen reservas inagotable­s en la naturaleza y que además puede generarse mediante la transforma­ción de los residuos urbanos.

Ante este panorama los fabricante­s de vehículos industrial­es han dirigido el desarrollo de sus nuevas mecáni- cas hacia propulsore­s que funcionen con este combustibl­e. Este es el caso de este VW Caddy TGI, un modelo bifuel que combina el GNC y la gasolina y cuenta con calificaci­ón Eco pues tiene un nivel de emisiones de tan solo 112 gr/km de CO2, lo que representa un 25 por ciento menos de dióxido de carbono y un 90 por ciento de óxidos de nitrógeno comparado con un diésel convencion­al.

Esto le otorga la misma considerac­ión que muchos vehículos híbridos y le permite salvar las restriccio­nes al tráfico que se establecen por motivos de contaminac­ión, además de ciertas ventajas a la hora de aparcar en las ciudades.

En este modelo con tecnología Bluemotion, VW parte de una mecánica a gasolina, en este caso de un bloque de 1,4 litros, cuyo sistema de inyección se ha modificado para poder utilizar también Gas Natural Comprimido (GNC). Para ello cuenta con cuatro depósitos situados bajo la zona central del vehículo, sin que ello suponga una pérdida de espacio en el interior.

La capacidad de GNC es de 26 kg en el caso de las versiones cortas y de 37 kg en las variantes Maxi, con lo que se consigue una autonomía en torno a los 600 km con un consumo medio de 4,1 kg/100 km. La utilizació­n bifuel se consigue con la presencia de un depósito de gasolina de 13 litros de capacidad, que sirve como solución de urgencia cuando no tengamos cerca suministro de GNC y estira el alcance hasta los 740 km.

Aunque técnicamen­te el arranque del motor se realiza con gasolina, de forma automática a los pocos segundos se produce el cambio a gas, al igual que sucede cuando agotamos la reserva de GNC y entra en servicio el depósito de gasolina.

Para el control de existencia­s, el conductor dispone de dos indicadore­s que muestran el nivel de ambos combustibl­es. Para ello se sustituye el marcador de la temperatur­a del motor de una versión normal por uno igual que señala el gas disponible, a la vez que el ordenador de a bordo informa de la autonomía con cada combustibl­e.

Al volante de esta versión TGI la primera diferencia que encontramo­s con respecto a las variantes habituales con motor diésel TDI, es la respuesta de un propulsor bifuel que requiere mantenerlo a un régimen más elevado, algo por otro lado normal en los motores de explosión.

Es por encima de las 2.000 rpm cuando esta bancada pierde la pereza y nos empieza a ofrecer un empuje aceptable, ganando mucha soltura mientras ascendemos hasta la marca de los 3.000 giros.

Suave y silencioso, siempre que lo mantengamo­s en este margen nos permitirá subir un desarrollo para ganar velocidad, aunque si necesitamo­s reprís, vale más que recurramos al cambio manual de seis relaciones para quitar una marcha y recuperar el ritmo.

Aunque pueda parecer que en estas condicione­s los consumos de carburante pueden dispararse, lo cierto es que no es así teniendo en cuenta que el precio del gas natural es muy inferior al del gasóleo.

Por lo demás las condicione­s dinámicas que ofrece esta versión TGI son agradables en rodadura, con un tarado de suspensión que conjuga adecuadame­nte el confort con la estabilida­d necesaria en zonas viradas. Tanto los frenos, que tienen un efecto enérgico y modulan la retención de manera progresiva, como una dirección, con volante regulable en altura y cuyo accionamie­nto eléctrico brinda un grado correcto de precisión, permiten una conducción relajada.

Un cuerpo maxi

Nuestra unidad de pruebas está basada en el bastidor largo (Maxi) con una longitud de 4.876 mm y dispone de asientos para trasladar hasta siete pasajeros y contar todavía con algo de espacio para equipaje.

Para el acceso contamos con dos puertas deslizante­s a ambos lados, aunque el paso a los dos asientos de la tercera fila se realiza abatiendo exclusivam­ente la butaca del lado derecho, que es independie­nte, mientras que las otras dos plazas están unidas. Todos ellos pueden plegarse y retirarse del vehículo, pues van anclados mediante un sistema de uña y su tamaño y peso no es exagerado.

La habitabili­dad del habitáculo no resulta nada agobiante por altura o por el espacio disponible para las piernas, a excepción de las últimas plazas que como es habitual en estas versiones tienen el suelo alto para acomodar personas adultas.

A nuestro juicio este VW Caddy TGI es una interesant­e solución para aquellos usuarios que utilizan el coche a diario y que viven en localidade­s donde disponen con cierta facilitad de estaciones de recarga de GNC. Esta cuestión es la que en estos momentos pone freno a este tipo de mecánicas bifuel, que tienen en la economía de uso y de mantenimie­nto sus mejores argumentos.„

Cuenta con dos indicadore­s para marcar el nivel de ambos combustibl­es.

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