CLÁSICOS EN SALAS
Un año más la histórica villa asturiana de Salas acogió su ya tradicional concentración de camiones, coches y motos clásicas, un evento que tiene al “salense” Jorge Villar como “alma mater” y que este año contó con una nutrida participación asturiana y co
Una vez más la localidad asturiana de Salas reunió a camiones y vehículos clásicos.
Puerta abierta al trasiego de personas y mercancías entre la zona central de Asturias y su extremo oeste, la villa de Salas tiene una larga tradición en hospitalidad para el viajero y es, como les gusta ser reconocidos, la “Puerta de Asturias” al occidente.
A la vera de su coqueta iglesia y protegidos por la sombra del castillo medieval de los Valdés Salas, único en Asturias, la villa de Salas acogió un año más la concentración de todos los aficionados a los camiones, coches y motos clásicas que, llegados desde toda la provincia y desde más allá de sus confines, quisieron sumarse a esta jornada festiva.
Sobre todas las cosas en este evento prima la posibilidad de compartir un tiempo de convivencia entorno a “fierros vieyos” con una excelente puesta a punto y como no podía ser de otra forma en esta verde tierra asturiana, disfrutar del colofón inexcusable de una mesa bien avituallada con los ricos manjares y dulce zumos que nuestra gastronomía ofrece.
Orbayu y gasoil
Los participantes fueron llegando desde primera hora de la mañana a la Plaza de la Iglesia, donde Jorge Villar y sus colaboradores fueron acomodando los camiones para que pudieran ser admirados por el público.
El particular clima asturiano dejó constancia de su rebeldía con un impertinente orbayu que más que mojar molestaba, aunque en ningún caso impidió que los participantes aprovecharan el tiempo para intercambiar de experiencias y un somero vermut.
Vehículos clásicos de toda Asturias se fueron apiñando en el reducido espacio previsto para la concentración, junto a los camiones Pegaso de Pedro y Roberto llegados desde lejanas tierras.
El toque cultural de esta concentración fue una visita guiada al palacio de los Valdés Salas, donde recibimos un detallado repaso por la historia de la villa salense, siempre con Jorge Villar como alcalde “in pectore”.
A eso del mediodía la caravana de clásicos puso dirección al histórico Puerto de La Espina, ahora en desuso por el trazado de la futura autovía. Los recuerdos se agolpaban transitando por esa carretera mítica, donde no hace tantos años se ponían a prueba el espíritu de los hombres y el acero de las máquinas. Una vez coronado el alto vuelta a Salas, pero esta vez transitando por la nueva ruta.
El broche de oro a la reunión tuvo lugar en un conocido restaurante donde los participantes dimos cuenta de un suculento menú, con un especial reconocimiento para los más esforzados que hicieron cientos de kilómetros para poder participar en el evento.
Una exitosa reunión de amigos que todos los años se dan cita en la “Puerta de Occidente” con el objetivo de rendir culto a sus claros objetos del deseo; sus viejas máquinas puestas al día como si acabaran de salir de la fábrica.