LOS CAPRICHOS DE MATÍAS
Como transportista de estirpe Matías Elipe es un enamorado de los camiones clásicos y ahora que ya anda retirado del día a día dedica su tiempo y sus esfuerzos a recuperar modelos que fueron historia, entre ellos están un Ford T, un Nissan de 1942 o un Pe
La flota de Transportes Elipe cuenta con camiones de trabajo y con tres “caprichos” de su fundador Matías Elipe.
Cuando escucho hablar de Estados Unidos y de las múltiples oportunidades que ofrece este país a los que se aventuran tras sus fronteras, no puedo dejar escapar una sonrisa sarcástica y acordarme de la gente que aquí ha buscado la suya.
Son muchos los pioneros del transporte que en nuestro país han conseguido levantar un pequeño imperio partiendo de la nada y sin que desgraciadamente su esfuerzo se tenga muy en cuenta.
Un buen ejemplo de ello es el protagonista de este reportaje, Matías
Elipe Mateo, un soriano nacido en Cabrejas del Pinar y descendiente de arrieros, gente aguerrida que ya fuera en carros o a lomos de caballerías se ganaba la vida transportando todo tipo de mercancías.
Matías nos cuenta, por ejemplo, que a su abuelo ya le apodaban el “burrero” y cómo del transporte con animales de los años treinta y cuarenta pasaron finalmente a los caballos vapor.
En 1948 la familia compró su primer camión, un Ford T con ruedas macizas y radios de madera que podía circular tanto con gasolina como con etanol, todo un avance para la época y con el que pudieron aumentar la capacidad de carga y la rapidez en la entrega de las mercancías.
Solían comprar fruta en Tudela que después repartían por los comercios situados al borde del camino, con tanto éxito en su trabajo que en algunas ocasiones la mercancía que en teoría tenía que llegar a Soria se vendía antes de llegar al destino, lo que obligaba a regresar a la capital de la Ribera Navarra a por más mercancía. En aquellos tiempos no existían los ordenadores para planificar la ruta.
Además de los cargamentos de fruta también se atrevían a transportar mercancías de otro tipo, como leña y carbón, y hasta llevaron las piedras con las que llegaron a empedrar su pueblo.
Ellos fueron de los primeros en darse cuenta del potencial botánico que escondían los extensos bosques de la provincia de Soria, iniciando la comercialización de los típicos hongos y entre ellos el famoso y apreciado
“boletus edulis” que vendían a Gallina Blanca.
El negocio funcionaba cada vez mejor y en 1966 Transportes Elipe decide trasladarse a Tudela (Navarra) para trabajar con camiones de obra, bañeras y remolques para el transporte de vidrio, todo ello con maquinaria de última generación que dejaba atrás los viejos y obsoletos cacharros.
Tiempo para disfrutar
Pero a pesar de la fuerte evolución de la empresa que había contribuido a crear, en la cabeza de Matías Elipe siempre hubo un rinconcito para el recuerdo y en cuanto sus hijos tomaron las riendas del negocio se vio con tiempo suficiente para dedicarse en cuerpo y alma a poner en marcha sus muchas ideas.
Buscando en el mercado de los históricos en Galicia encontró un Ford T en chasis que él mismo reconstruyó pieza a pieza con unos magníficos resultados que saltan a la vista. Tanto que el mismísimo Henry Ford le felicitaría al ver cómo ha dejado un vehículo que parece recién salido acaba de la cadena de montaje, un modo de producción que por cierto pensó y desarrolló el propio H.F.
En el parque de Matías Elipe también conviven otros dos Ford impecablemente cuidados, coches que presta de vez en cuando a amigos y familiares para la celebración de bodas y acontecimientos especiales y que también han sido restaurados por él mismo.
En sus talleres habitan otros dos camiones veteranos, un Nissan y un Pegaso Europa, que aunque no son
tan antiguos como los Ford también tienen sus añitos a las espaldas. El Nissan es un modelo de 1942 que fue bastante común en los antiguos países del telón de acero, África y Australia, pero que en nuestro país no se dejó ver mucho.
Matías lo compró haciendo trueque con un tres ejes que ya no usaba. El Nissan había trabajado en transporte nacional para una conocida marca de embutidos, pero al final de su vida útil había terminado en el desguace como tantos otros. Como estaba sin caja de cambios le fabricó una en sus talleres, le lavó la cara un poco y ya tenemos un “japonés” en tierras de la Ribera Navarra.
La historia del Pegaso Europa es también el relato de un capricho, porque este camión fabricado en 1972 se lo compró Matías a un feriante que ya no lo utilizaba. Lo único que hizo fue cambiarle la caja porque el motor es el original e incombustible 160, que aún sigue sonando como si acabara de salir de la cadena de producción de Enasa en Barajas.
No sabemos cuál será el próximo capricho al que se enfrente Matías Elípe, pero conociendo sus gustos y su afición por la historia del transporte y por los vehículos antiguos no sería de extrañar que pronto le viéramos metido en la recuperación de alguna diligencia.