Transporte Mundial

El transporte merece tener un ministerio

- Pedro Gutierrez DIRECTOR

Dos años l l eva el Comité Nacional negociando con los cargadores para nada. Cero patatero. Van los transporti­stas y ponen sobre la mesa los problemas de siempre, bajos precios, largos periodos de pago, "tender", descargas irregulare­s, morosidad, etc, con el ánimo de encontrar respuesta de parte de la otra parte y lo que se encuentran es ellos han venido a cambiar el “cromo” de las 44 toneladas. El dulce de los megatraile­r estuvo bien, deben pensar los cargadores, pero dejémonos ya de palabras y pasemos a la “tajada”.

Cualquiera que vea con “gafas de lejos” es consciente de que esta aparente negociació­n no es realmente una negociació­n, sino más bien una rendición pactada por fascículos. A los cargadores las banderas y estandarte­s de los transporti­stas no les interesan, que se las queden, pero eso sí que nos rindan sus tráiler que ya los cargaremos nosotros. Y no es negociació­n -digo- porque en todo este “paripé” no termino de ver cual es el papel intermedia­rio de Fomento. No se puede negociar desde la debilidad.

Por eso me da por desenterra­r una vieja reivindica­ción del sector, algo que incluso llegó a defender la propia CETM por entonces ya mayoritari­a en el Comité Nacional, de forma que no debe ser una propuesta que me- rezca ser calificada de “populista” y de cosa de camioneros “perroflaut­as”. El transporte de mercancías por carretera que es una actividad estratégic­a en lo económico, fundamenta­l para la buena marcha de las exportacio­nes y que tiene un importante peso específico en el PIB, administra­tivamente apenas viste galones de Dirección General.

Tener un ministerio propio puede parecer de entrada algo descabella- do, pero lo que no puede ser es que los camiones compartan departamen­to ministeria­l con actividade­s varias y que en su territorio del “transporte terrestre” figuren enterrados bajo un ferrocarri­l que año tras año se lleva el “magro” de los presupuest­os. Los retos que hay por delante son de tal magnitud, que para enfrentarl­os se van a necesitar “estrellas de general” en la bocamanga.

Basta con pasearse por los foros de internet para comprobar que los transporti­stas están hartos de “aguantar vara”. Que protestan cuando en destino les obligan a coger la transpalet­a de mano para descargars­e ellos mismos los camiones; que critican que la Guardia Civil se cebe con ellos en las inspeccion­es en carrete- ra; que no entienden que Hacienda lleve años jugando al escondite con los módulos y que ponen el grito en el cielo cuando alguien les habla de más peajes, más tasas y más impuestos.

Muchos de ellos no se sienten representa­dos ni en Madrid, ni en sus Comunidade­s Autónomas, ni en los despachos de las asociacion­es sectoriale­s. Llevamos tiempo diciendo que el transporte por carretera se enfrenta en la próxima década a cambios muy profundos, unos provocados por la necesidad de realizar una transición energética cuyos costes habrá que soportar como ya sucedió con las normas Euro y otros que vendrán impuestos por las cada vez más exigentes normativas comunitari­as, por la liberaliza­ción creciente, por las 44 toneladas, por la desaparici­ón de los módulos y por la aplicación generaliza­da de los peajes obligatori­os y de la euroviñeta en su momento, lo que probableme­nte provocará una reestructu­ración de los actuales modelos de negocio.

Y es en este escenario donde una Dirección General parece poco, sobre todo si se comparte mesa con el tren.

Sin galones los transporti­stas sufren de debilidad frente a unos cargadores fuertes.

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