UN TRABAJO DE RIESGO
El transporte es en estos momentos un oficio de riesgo, según pone de manifiesto un informa de CCOO. Alta siniestralidad y trastornos producidos por los horarios y el sedentarismo.
El transporte es una actividad laboral de riesgo o al menos eso se desprende de un informe realizado por Comisiones Obreras, donde se analiza los niveles de siniestralidad y los trastornos y enfermedades que el transporte de mercancías por carretera causa en la salud y en el bienestar de los trabajadores del sector.
Los expertos del Sector de Carretera del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) han realizado un “Informe sobre Salud Laboral y Siniestralidad” referido al transporte por carretera, donde de nuevo se vuelve a comprobar que esta actividad sufre de una elevada tasa de siniestralidad, superior incluso a la registrada en otras actividades tradicionalmente consideradas peligrosas.
Esta circunstancia estaría provocada por una combinación de múltiples factores de riesgo vinculados, en un principio, a las propias condiciones laborales (alto ritmo de trabajo, horarios nocturnos o atípicos, estrés provocado por el tráfico, etc) y de forma secundaria a otras condiciones como son la sobreexposición al ruido, a vibraciones, a esfuerzos, a posturas inadecuadas, etc, que inciden negativamente en la salud de los transportistas.
Tan sólo la suma de los anteriores factores de ya sería motivo suficiente para calificar el transporte por carretera como una actividad de riesgo,
pero a este escenario laboral debemos sumar todo lo relacionado con la seguridad vial y con el hecho de que los transportistas, frente a otros colectivos, presenten mayores posibilidades de sufrir accidentes de tráfico.
Por otro lado, la “guinda” de este pastel tiene que ver con la edad de los transportistas, ya sean autónomos o chóferes asalariados, porque está demostrado que la siniestralidad se incrementa a medida que el trabajador cumple años.
En este sentido hay que recordar que la edad media de las personas que trabajan transportando mercancías por carretera es en nuestro país de 50 años, con un 41,1% de los trabajadores por encima de esta edad, con tan sólo un 6,3% de los mismos por debajo de los 30 años.
Estratégico y atomizado
Nadie discute que el transporte por carretera, principalmente mercancías, es una actividad económica estratégica. En el caso de España su aportación al PIB es de un 2%, con una facturación que ronda los 45.000 millones de euros y una tasa de empleo de 350.000 trabajadores en mercancías y de 244.000 en viajeros.
Una de las cuestiones que se destacan en el informe realizado por CCOO, es que en el transporte por carretera los asalariados representan un 77,1% del total de trabajadores -80,5% en mercancías- frente al 84,5% del conjunto de actividades económicas, lo que significa que los autónomos tienen mayor peso en este sector que en otros.
Llama la atención que la atomización empresarial, con un 59,9% de autónomos y un 96,3% de microempresas con menos de diez trabajadores, provoca dificultades a la hora de generar economías de escala y supone un obstáculo a la hora de conseguir niveles de rentabilidad adecuados, que permitan diseñar estrategias laborales en beneficio de la salud de los trabajadores.
Riesgo profesional
Según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales la tasa de siniestralidad en el transporte por carretera es superior al del conjunto de actividades económicas, observándose también que la gravedad de los accidentes con baja laboral es mayor que en el resto de sectores, que la tasa de mortalidad es siete veces superior a la media en el conjunto del sector y que los conductores profesionales tienen 5,5 veces más posibilidades de sufrir un siniestro que resulte mortal.
Los accidentes de tráfico constituyen el riesgo más grave al que se enfrentan los conductores. Según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo en 2018 se contabilizaron 3.565 accidentes laborales en el transporte por carretera, con una tasa de 783,6 siniestros por cada 100.000 trabajadores, frente a los 99,5 accidentes del resto de ocupaciones.
Junto a todas las circunstancias relacionadas con el tráfico la “insalubridad”, por llamarlo de algún modo, del trabajo de los transportistas tiene mucho que ver con las condiciones laborales, sujetas a largos periodos de trabajo al volante que provocan la
aparición de patologías ligadas con esta profesión que, por otro lado, carece de un listado reconocido de enfermedades profesionales.
Los conductores de larga distancia presentan un alto riesgo de sufrir un accidente de trabajo, porque los estudios reflejan que el mayor índice de siniestralidad se produce en jornadas por encima de las 55 horas, cuando es frecuente que los chóferes puedan realizar jornadas semanales de hasta 60 horas, que pueden ampliarse hasta las 80 horas si en el cómputo tenemos en cuenta las horas de espera o de presencia.
Por otra parte, la temporalidad en los contratos también incide negativamente en las tasas de accidentalidad. El estudio de CCOO refleja que los trabajadores temporales sufren el doble de incidencias laborales que el personal fijo.
Principales problemas de salud
A nivel de salud los transportistas sufren de trastornos musculoesqueléticos provocados por una inadecuad postura al volante, los sobreesfuerzos, las vibraciones o la manipulación incorrecta de las cargas, mientras que está probado que el ruido puede incidir negativamente, además de en el oído, en la presión arterial y en la frecuencia cardiaca y respiratoria. Con todo ello patologías como hernias discales o pinzamientos pueden ser frecuentes.
Los expertos de CCOO también destacan en su informe los riesgos psicosociales, como ansiedad, estrés o los trastornos del sueño, provocados por las exigentes demandas laborales, el trabajo nocturno, a turnos, los apretados horarios de entrega, etc, a lo que se une el hecho de que el transporte por carretera sea una profesión con muchas dificultades para conciliar trabajo y vida familiar, lo que se traduce en altos índices de aislamiento y perdida de afectividad.
Con respecto a la población en general los conductores profesionales presentan una mayor incidencia de dolores de espalda, obesidad, diabetes, colesterol alto, síndrome de apnea del sueño, fatiga, somnolencia, estrés crónico, hipoacusia, problemas visuales, etc.
También hay que incluir aquí los trastornos musculoesqueléticos derivados de la incorrecta manipulación de cargas, algo que está sobre la mesa de negociación entre transportistas y cargadores y que pone en riesgo la salud y la seguridad de los transportistas.