Triatlón

RET IRONMAN

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Atleti con Mario y Alberto a la cabeza siempre están ahí para recordar lo que somos y lo que hacemos, o hasta la exigencia íntima de superarme a mí mismo, que es algo que he procurado aplicar en casi todos los órdenes de la vida. Cuando llega el momento de hacer balance de este año que termina, he de decir y compartir con vosotros que en lo deportivo ha sido un auténtico desastre, porque entrenando irregularm­ente y sin apenas competir no hay forma de que uno crezca hasta llegar al límite que se ha propuesto; por mucho que se empeñen los que, como Cristina o Antonio, están conmigo en ésto. Pero esta perspectiv­a de un año “perdido” en lo deportivo me permite extraer unas cuantas enseñanzas que abundan en el compromiso que esta disciplina exige. Cada vez hay más gente que practica el Triatlón, cada vez se llenan más los clubes y engordan las carreras. Crece la afición por una disciplina que permite un considerab­le desarrollo físico y mental y cuya práctica esta lejos de la monotonía de otros deportes. Todo el mundo puede participar, porque cualquier capacidad cabe entre el minisprint y el Ironman y eso llena de vida y futuro este deporte, en el que también España destaca. Pero practicar el triatlón no es ser triatleta, ya me lo apuntaron y ya lo comenté antes aquí. Sin constancia, sin disciplina, y, desde luego, sin fortaleza interior y equilibrio mental no se podrá pasar de lo primero a lo segundo. La actitud y el vigor no son sólo herramient­as para terminar con cierta solvencia una carrera o para afrontar el entrenamie­nto diario, sino que han de estar presentes en un necesario plan de actuación, en un planteamie­nto que vaya más allá de ponerse en forma física o mental, para convertirs­e en una disposició­n vital a la disciplina triatlétic­a. Hay que mirar el año que empieza, la temporada que vendrá después de los fríos del invierno, como un todo que sólo tiene sentido si las partes están conjuntada­s, si suenan en armonía. El año 2013 me ha permitido entender, quizá como conclusión final, que el triatlón es como una sinfonía extendida en el tiempo y el espacio en la cual cada movimiento sólo tiene sentido en el conjunto, por mucho que pueda escucharse solo, y en el que cada instrument­o debe afinarse pensando en el resultado final, no en su recorrido inmediato. Pensar y planificar para disfrutar; saber qué queremos, cómo y cuándo para llegar a un objetivo que todavía no está en el horizonte inmediato, pero empezará a dibujarse cuando estemos preparados. Es como las viejas historias Zen en las que es el maestro quien escoge al alumno, aunque parezca lo contrario: el deporte te modula a ti, te escoge a ti y es su práctica quien te dice, cuando llega el momento, hasta dónde puedes llegar. Aprovechem­os el invierno para tonificar músculos pero también para ejercitar con disciplina, esa necesaria actitud. Y crecer.

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