ESPECÍFICA ENTRENAMIENTO
Muchas de las características que os hemos detallado antes se reflejan posteriormente en el entrenamiento. En general, tanto los experimentos de laboratorio como los resultados en competición indican que las mujeres son relativamente más resistentes a la fatiga, entendiendo ésta como la capacidad de mantener en el tiempo una carga de trabajo submáxima. A medida que aumenta la distancia de nado, las mujeres se acercan cada vez más a los hombres. Muchos de los estudios hechos en relación con las respuestas de la mujer durante el ejercicio son para tareas fuera del agua, pero sin duda y después de años de entrenamiento, son totalmente utilizables para mejorar el entrenamiento de las chicas para el agua.
» JUDGE
(2010) comparó los tiempos de recuperación de hombres y mujeres después de una serie de 5 RM (repeticiones máximas) en el press de banca, que se utilizaron para establecer 1RM. Tod@s realizaron pruebas de press de banca durante tres semanas con diferentes períodos de recuperación: 4, 24 ó 48 horas. Las chicas no experimentan pérdida de fuerza bajo cualquier intervalo de descanso, es decir, que su recuperación muscular es mucho mayor que la de los hombres, ya que estos necesitaron de 48h para recuperarse completamente del esfuerzo muscular.
» HAKKINEN
(1993) observó resultados similares en una prueba de resistencia muscular de sentadillas o squat de 20RM. Después de la primera hora post-ejercicio, las mujeres perdieron significativamente menos fuerza en comparación con los hombres, pero en los controles posteriores (2 horas, un día, dos días) la tasa de recuperación fue similar. Por tanto, las mujeres en cargas medias y bajas son muscularmente más resistentes.
» PENDERGRAST
(1977) En relación con el coste energético al nadar, señaló que la natación del estilo libre es energéticamente más económica para las mujeres que para los hombres. Sus estudios demostraron que el coste de energía para nadar una misma distancia en los nadadores olímpicos masculinos fue 1,29 veces mayor que en ellas. Dicha economía se atribuye a las características señaladas al inicio del artículo: menor tamaño corporal, menor densidad del cuerpo y mayor porcentaje de grasa. Gracias a ella, además, la velocidad relativa en las pruebas de medio fondo y fondo desciende muy poco respecto a la velocidad máxima generada en la prueba de 50 metros, siendo del 82% del total para el 400 y del 80,4% para los 800 metros.
» MAMER ADAMCZYK
(2011) y (2011) observaron que las mujeres poseen un metabolismo anaeróbico menos potente o desarrollado. Esto provoca que haya una menor deuda de oxígeno – es decir, hay un mayor porcentaje de la energía total necesitada para una intensidad, proporcionada por el metabolismo aeróbico –, y una menor concentración de lactato después de ejercicios máximos de 30 a 60 segundos, lo que corresponde a pruebas de 50 a 100 metros o entrenamientos anaeróbicos de las mismas distancias.
» ESBJÖRNSSON–LILJEDAHL
Esto mismo encontraron en 1999 cuando compararon ambos sexos en sprints de 30 segundos. Pero además, encontraron que las mujeres perdían menos glucógeno (fuente de energía aeróbica a intensidades medio-altas), tanto en las fibras tipo I (lentas) como en las tipo II (rápidas). Sin embargo, encontraron también aspectos positivos anaeróbicamente hablando. El primero fue que las concentraciones de ATP y fosfocreatina (PC) –fuentes de energía para esfuerzos máximos de 6 segundos– descendieron igual que en los hombres. Y el segundo fue que las mujeres, después de un sprint o un grupo de sprints, liberan más hormona del crecimiento (GH), lo que indica una mayor velocidad de recuperación a esfuerzos anaeróbicos. Observando todas estas características estructurales y fisiológicas, podemos decir que el componente más importante a entrenar para conseguir acercar el rendimiento femenino al masculino, entendido éste como el máximo absoluto, es trabajar la fuerza, tanto la aplicada como la máxima.
» STANULA (32/2012,JournalofHumanKinetics), muestran que la tendencia en los resultados es que las mujeres están cada vez más cerca de los hombres, reduciéndose esa distancia a la mitad en pruebas de resistencia si comparamos, por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Helsinki (1952) con los Juegos Olímpicos de Pekín (2008).