SIN CLEMENCIA
Clemente Alonso nos cuenta su opinión sobre la vida, las carreras y el triatlón.
Lo leo a menudo, pero creo que hay un error de concepto. Leo: "Esto no es lo que era, por eso he dejado de hacer X", siendo X maratones, trail, carreras populares o, lo que nos interesa a nosotros, triatlones. Ya sea porque se aduce una falta de pureza en el deporte, ya sea por una especie de fobia al tan mencionado postureo, ya sea por la falta de respeto a las normas (drafting cuando no debiera haber, los típicos recortadores, los dopados, etc.) o por la masificación o falta de organización de algunas carreras. En lo de la pureza directamente no voy entrar porque no me entra en la cabeza la idea de que alguien se crea dueño de un deporte, o con la autoridad moral para decidir sobre lo que los demás tienen que hacer; mientras se respeten y se hagan respetar las normas no creo que haya problema con esto.
Hice mi primer triatlón en 1991. No pretendo ir de abuelo cebolleta ahora; hay triatletas que son más veteranos que yo y son los verdaderos pioneros del triatlón en España, pero sí tengo cierta perspectiva sobre cómo ha evolucionado el deporte en estas últimas dos décadas. A los primeros triatlones llegábamos una media hora escasa antes de la salida, justo a tiempo para inscribirnos en una mesa mal puesta que tenía la organización de turno al lado de boxes ("cuatro vallas con sillas plegables") y seguidamente íbamos a dejar allí la bici con prisa para llegar justo a la salida. Cierto es que por entonces en triatlón, antes de la implantación del drafting en distancia olímpica, el chupar rueda estaba realmente mal visto y era algo que se respetaba bastante (cosa que ahora se echa en falta a veces), así como también es cierto que toda aquella precariedad dotaba al deporte de cierta aura romántica y aventurera que nos gustaba a los que eramos considerados (por la mayoría y, "a mucha honra", incluso por nosotros mismos) "los cuatro colgados" que hacíamos triatlón.
Es cierto, hay carreras que no gestionan bien sus grandes números de participantes, pero yo no tengo problema con que el deporte crezca siempre que la logística y la organización estén a la altura (el que no esté a la altura perderá clientes con el tiempo) y siempre que se respeten las normas (esto sí que es fundamental, sin esto es cuando el deporte realmente se desvirtúa). Podemos reírnos de las "fachas" que llevábamos, pero no reconocer que la carreras tienen unos estándares de organización altos, que la seguridad ha mejorado y que todo, a pesar de lo que muchos puedan considerar "inconvenientes de la masificación", ha mejorado en mayor o menor medida.
Pasemos al tema del postureo. A principios de los 90 íbamos a las carreras con bañadores de competición de natación (no tan bonitos como los de ahora) y, en los primeros años, camisetas de algodón de alguna promoción o de alguna competición de "edades" de natación recortada para que pareciera una camisa de tirantes. Salíamos del portal de casa de esa guisa, bajo la atenta mirada de alguna vecina que no podía evitar menear la cabeza, seguramente pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. En cierta manera era una especie de posturismo inverso, porque éramos minoría. Sin embargo, como esos melómanos, selectos de más, que reniegan de sus grupos favoritos una vez que se hacen famosos, ahora parece a veces que nos molesta el postureo o el crecimiento de ese deporte que antes era "lo más"; sí, también tenemos "antipostureo", un postureo más sofisticado. Hoy leí en redes sociales, a una persona que considero sensata, hablar de la capacidad que tenemos para cargarnos las cosas bonitas, haciendo referencia al tan denostado "postureo". A mí, sinceramente, me parece que el postureo no hace daño a nadie. Si la persona que lo practica pierde perspectiva sobre lo que hace porque su única ambición es lucir bien en lo "paradeportivo" será esa misma persona la principal perjudicada al restar profundidad, significado, al deporte que practica, pero no desvirtúa lo que yo hago si no pierdo mi perspectiva y me distraigo en cosas tan secundarias como qué visten los demás o qué material llevan. Esto en lo que se refiere al "postureo" puro y duro, porque también hay gente que lo confunde con la mejora de los materiales y la tecnología en otro snobismo inverso, parecido al que hemos mencionado, donde cualquier novedad, sobre todo si es estéticamente atractiva, es censurada y tachada de superficialidad. Yo personalmente prefiero que cada uno, respetando los límites civilizados de la libertad, haga lo que le dé la gana; con esa misma premisa, comparta gustos o no, intentaré seguir disfrutando del deporte, del triatlón en su pleno significado y de cómo complementa, incluso cómo a veces completa, mis vivencias. Hablábamos aquí hace poco, medio en broma, medio en serio, que hacer triatlón era como estar enamorado de la fea. Aunque no me parece para nada fea, porque me esfuerzo por ver más allá de su aspecto (incluso del bueno), no me importa si la mona se viste mucho o poco de seda: soy capaz de contemplar "Las Meninas" con una tronista de "Mujeres y Hombres..." pintándose las uñas a mi lado. Mis experiencias son lo que yo hago de ellas. El triatlón crece, si se respetan sus normas es suficiente para que se respete su esencia y podamos compartir aquello bonito que vimos en su momento, que en origen no deja de ser una experiencia individual, que sigue estando ahí, con la gente nueva que llega, a pesar del ruido que pueda haber.