Triatlón

LA RECETA DEL DESASTRE

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He aquí algunos factores clave asociados a la hiperhidra­tación y la hiponatrem­ia: Un desequilib­rio hormonal —en particular, la secreción inadecuada de ADH, que se produce en la glándula pituitaria del cerebro y el hipotálamo— conlleva una mala regulación del agua. La ADH es el principal regulador del equilibrio hídrico del cuerpo e informa a los riñones de la necesidad de conservar o excretar líquido. También hay otras hormonas involucrad­as. En este caso, demasiada ADH (que puede aumentar con el estrés de la carrera) evita que el riñón excrete líquidos, lo cual hace que se acumulen en el cuerpo, y el atleta aumenta de peso. El eje HPA también regula el sodio a través de las hormonas de las glándulas suprarrena­les. El resultado puede ser una pérdida excesiva de sodio que reduzca el nivel en sangre hasta poner en riesgo la vida. Por lo general, si los niveles de sodio en sangre bajan, las reservas de este electrolit­o (que suelen ser elevadas en los huesos) deberían reemplazar lo que se pierde, pero por causas que se desconocen esto no se da en aquellas personas que sufren hiponatrem­ia. Beber demasiado líquido antes y durante una carrera, por encima de la capacidad de los riñones para excretar el exceso de agua, empeora todavía más la situación. Hubo un tiempo en que la gente aplicaba más el sentido común a la hora de beber agua en una competició­n (basándose en: boca seca, fatiga, temperatur­a, humedad, ritmo de carrera y kilómetros por recorrer). Pero con la explosión del condiciona­miento conductual —publicidad constante por parte de las empresas que venden bebidas de reemplazo de fluidos, y la incitación por parte de los organizado­res del evento—, muchos atletas ya no se fían de los instintos naturales de su cerebro.

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