DISECCIONANDO UNA ZAPATILLA
UPPER: Es uno de los aspectos en que más han mejorado las zapatillas de running en los últimos años, y uno de los grandes causantes de su progresivo aligeramiento, ya que en la actualidad carecen casi por completo de costuras, prescindiendo además de cualquier elemento innecesario. Los más avanzados están construidos por superposición de diversas mallas de rejilla, muy transpirables y que expulsan la humedad al exterior. La “cruz” de este gran avance es que en ocasiones el upper queda muy debilitado, siendo la zona por la que antes se terminan rompiendo las zapatillas. Por eso, se agradece algún tipo de contrafuerte o refuerzos en los laterales y la puntera.
CORDONES. Para competir en triatlón, y si quieres ganar unos segundos en la T2, busca modelos con gomas o sistema de lazado rápido, en lugar de los habituales cordones.
MEDIASUELA: Es la parte de la zapatilla que acoge la mayoría de sus tecnologías. Cada vez se utilizan espumas más ligeras y que ofrecen mayor amortiguación y reactividad. Algunos modelos cuentan con elementos correctores o sistemas de estabilización de la pisada, cuyo objetivo es guiar eficientemente la pisada hacia la fase de despegue, y proteger y estabilizar la zona media del pie (controlando la pronación).
TALÓN. La amortiguación es uno de los aspectos que más han trabajado las marcas en los últimos años. En este sentido, la tendencia es a aminorar el rebote en la parte trasera del pie (para lo que se utilizan espumas y compuestos de densidades especiales, que logran una mayor absorción), y mejorar el impulso en la parte delantera. Los talones de corte bajo invitan a alargar la zancada; los talones altos dan más protección al tobillo y Talón de Aquiles. Incluir tiradores en el talón es un buen detalle técnico para ayudar a calzar la zapatilla.
LENGÜETA/COLLAR: Fundamental para el ajuste óptimo del pie, y que éste no resbale dentro de la zapatilla. En su conjunto (y junto a los cordones), debe ajustar el pie de manera firme pero suave.
SUELA. Durabilidad, flexibilidad y buena tracción son las cualidades que se esperan de una suela. En su construcción se utilizan gomas cada vez más ligeras pero resistentes, con compuestos más duros en los puntos concretos donde el pie produce una mayor presión, para aumentar su durabilidad. A su vez, se juega con los dibujos y profundidades de las ranuras, o surcos de flexión, para ayudar en la flexión del pie y lograr un movimiento más natural.
INTERIOR: El interior de la zapatilla debe ser muy cómodo y sin costuras ni elementos que puedan provocar rozaduras, para poder calzarlas sin calcetines.
HORMA: La tendencia en los últimos años es a hacerlas semicurvas, un poco más anchas en la zona de los metatarsos –para que los dedos se muevan con comodidad- que en la zona trasera del pie.
DROP: El drop es la diferencia entre la altura del talón y la zona del antepié de la zapatilla. Un modelo “clásico” con buena amortiguación puede tener un drop de 12 mm; uno minimalista suele estar entre 0 y 4 mm de drop (prácticamente plana). La tendencia en los últimos años es a bajar los drops para lograr una pisada más natural y tener una mejor sensación del terreno. Pero ojo, utilizar drops muy bajos requiere de un tiempo de adaptación en tus músculos (sobre todo del tendón de Aquiles, gemelos e isquiotibiales).