SIN CLEMENCIA
Clemente Alonso nos cuenta su opinión sobre la vida, las carreras y el triatlón.
Llevamos un año bastante triste en lo que a desgracias que suceden en carretera a ciclistas se refiere. Hace poco le tocaba a nuestra campeona Aida Valiño, a la que mandamos ánimos desde aquí. Ya sé que "desgracias" es un eufemismo y que cualquiera que haya salido alguna vez en bici y haya experimentado en sus carnes las malas artes de muchos conductores sabe que podemos usar palabras bastante más duras y certeras para describirlo (y serían las que usaría yo si esto no fuera un medio escrito). Somos muy vulnerables en la carretera y no parece que esa vulnerabilidad sea tenida en cuenta por los conductores de otros vehículos, muchas veces ni siquiera por motoristas, que debieran ser capaces de ponerse con facilidad en nuestro lugar. Hace poco, mientras entrenaba, un conductor me pasó demasiado cerca al mismo tiempo que un policía local de Las Palmas de Gran Canaria venía en sentido contrario. No me puse muy 'barriobajero' con el conductor porque llevaba pocos Km (a medida que pasan las horas y otros coches "me la juegan" voy perdiendo la paciencia y las formas, cabreándome y me va saliendo la vena "quinqui" que llevo dentro), simplemente le grité que si no tenía más espacio, sin reparar en que el policía local lo vio, dio media vuelta y paró, para mi sorpresa, a amonestar al conductor, que seguramente no sabía de qué le estaban hablando. Tuve que parar para tuitearlo, como un acontecimiento histórico, porque en casi 25 años que llevo montando en bici era la primera vez que lo veía. Nunca antes un tuit mío se había extendido así, el cansancio con este tema es, pues, una cosa generalizada. Por tanto, vemos que la falta de concienciación con los ciclistas es algo generalizado. Este policía ejemplar hizo algo que ni yo esperaba ni el conductor imaginaba que estuviera contemplado por la ley, porque la mayoría de los conductores no saben o no quieren saber que hay que dejar 1'5m de espacio lateral cuando se adelanta a un ciclista.
Podría ponerme ahora a protestar sobre cómo las autoridades competentes no hacen hincapié a la hora de cumplir toda la ley (pierdo la cuenta de las veces que me pasan demasiado cerca cada día que salgo a entrenar), o, inútilmente, podría desquitarme un poco y hacerme la víctima recordando cómo me cayó una multa de 300€, sin previo saludo siquiera, cuando en mi primer año en Gran Canaria me perdí y acabé sin querer en la autopista, cuando en 25 años sólo he visto una amonestación (no denuncia) por este tipo de conducción temeraria que tratamos hoy, pero si nos paramos a pensar esto un poco, es, en el fondo, una cuestión de respeto y educación.
Así pues, estas malas costumbres, como todos los hábitos, no van a cambiar de un día para otro y es necesario que la gente se vaya concienciando poco a poco, sin crispación, informando de que, si bien son incapaces de respetar a los demás, sí hay que cumplir al menos las normas, la ley. Y es aquí donde como colectivo (el de los ciclistas) no lo hacemos todo lo bien que se esperaría de nosotros. He vivido en ciudades grandes y puedo entender y apoyar que, en aras de la movilidad, las bicis compartan espacio con vehículos y peatones. No voy a criticar esto, pero sí creo que fallamos a menudo en respetar normas tan básicas de respeto como ir a velocidades de peatón en espacios peatonales, no saltarse semáforos, "cedas", pasos de peatones, etc. que vemos tan a menudo (sobre todo en ciudad, pero en todo tipo de ciclistas) y que no nos dejan en buen lugar. Es precisamente este tipo de excesos lo que da a los enemigos de la bicicleta una excusa para no respetar y nos deslegitima, al menos moralmente, cuando exigimos que se aplique la ley. Que nadie me quiera entender mal, me hierve la sangre como al que más cuando me entero que una furgonenta se lleva por delante a 8 ciclistas como fue el caso de Aida o cuando, por desgracia, la cosa pasa a mayores. En modo alguno pienso que la falta de respeto al ciclista se pueda justificar por el caso omiso que parte del colectivo hace de la reglamentación, pero, si queremos un cambio, uno de los puntos de partida puede ser dar ejemplo. Por tanto, para ver si dejan de darse todas estas desgracias relacionadas con la bicicleta, estaría genial que pudiéramos apelar a la empatía, al respeto y a la educación, pero como esto es demasiado pedir, quizá, el primer paso es cumplir escrupulosamente la ley como ejemplo de lo que queremos que se haga en su totalidad, incluyendo que se respete esa distancia lateral de seguridad que tanta gente obvia y se sancione cuando no se haga. Esto, concienciar a nuestros amigos no ciclistas (razonando) y un poco de ayuda por parte de las autoridades competentes pueden ser el comienzo de un cambio que hace falta no ya como ciclistas, sino como comunidad civilizada.