TRAIL RUNNING
El trail running no es un deporte nuevo ni una moda, es simplemente una forma de experimentar la carrera a pie por un entorno natural, normalmente con mayor desnivel e irregularidades que la carrera por asfalto. Son estas peculiaridades del terreno las qu
Cristina Azanza nos cuenta cómo construir una buena base de carrera a pie con la práctica del trail running. Beneficios, trabajo en cuestas, material necesario y los consejos de una experta en trail: Nerea Martínez.
La carrera a pie de un deporte de fondo y cíclico como el Triatlón es un desafío para todos los profesionales del entrenamiento que trabajan con triatletas. La cantidad de factores técnicos, físicos, biomecánicos y psicológicos que intervienen en nuestro rendimiento se multiplican exponencialmente si los comparamos con los de una carrera a pie sin fatiga previa. Esta multitud de variables interactuando entre ellas mientras corremos ha supuesto un desafío, pero también un terreno abonado a la experimentación, a veces al ensayo y error, y casi siempre a la aplicación de principios prestados de otras disciplinas. Prueba de todo ello es, en alto nivel, la evolución de las marcas en la carrera a pie entre los mejores del mundo. Si cuando estrenábamos este siglo, una marca de 32’ en la carrera final de un olímpico te aseguraba casi un título mundial, en la actualidad los mejores corren cerca de los 29’, y creemos que esa barrera pueda ser superada también en
breve por cualquiera de los dominadores del triatlón actual. El entrenamiento de todas estas cualidades que mejoran nuestro rendimiento se realiza de forma analítica en sesiones específicas de técnica, fuerza y velocidad (sobre todo en la fase de preparación invernal). Sobre esa base, se trabajan más adelante los ritmos de competición, la técnica y la velocidad en fatiga, durante la preparación específica y competitiva, ya con ritmos específicos y personalizados, con repeticiones y series de éstas con sus correspondientes tiempos de recuperación parcial y total. Todo ello supone un trabajo planificado, disciplinado y con altas dosis de tolerancia a la fatiga física y mental. Pero estamos en pretemporada, acaba de comenzar nuestra preparación, los objetivos deportivos del año están lejos, el invierno parece un muro infranqueable con días cortos y climatología adversa. Quizás hemos cogido algunos kilos que no nos permiten tener buenas sensaciones cuando corremos, ni ser optimistas cuando vemos nuestros ritmos. Podemos considerar que esto nos aleja de nuestros sueños pero, en realidad, lo que nos permite es alejarnos momentáneamente de
una planificación estricta y entrenar de la forma más natural, global, simple y enriquecedora que existe: correr en contacto con
la naturaleza, adaptándonos a ella, haciendo trabajar más a nuestros músculos y corazón cuando el terreno así nos lo exige, fijándonos en cada zancada en el terreno que pisamos, anticipándonos a las irregularidades del mismo, hacer que nuestro braceo no sólo acompase nuestro ritmo sino que aporte equilibrio a la zancada. En definitiva, hacer que cada sesión de entrenamiento nos aporte un beneficio global, no sólo centrado en la mejora de nuestra capacidad aeróbica (objetivo fundamental en pretemporada), sino también de nuestra fuerza muscular, tanto concéntrica (subidas) como excéntrica (bajadas), y de nuestra técnica, a través del control del apoyo de cada zancada, con diferentes frecuencias y longitudes, en función del terreno.