Triatlón

MOTIVACIÓN

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Nos gustan vuestras 'pequeñas historias', por eso sois grandes triatletas.

Como apasionado del triatlón que soy, me sería muy fácil empezar hablando de que comencé en este maravillos­o mundo hace cinco años, siendo un auténtico globero, y sólo dando pasos más serios durante este último año. También podría hablar de que soy el típico caso de 'trigordito' de 34 años con el efecto yo-yo en la báscula, que oscila 25 kg arriba y abajo a una velocidad de vértigo; el mismo que en seis meses decide dar el salto al Half y al Ironman, sólo para disfrutar, estando en su peor estado de forma. Pero creo que más que narraros todas mis “marquitis”, me centraré en lo que siempre me ha gustado de esta revista y de lo que transmite su director: la pasión por disfrutar del triatlón sin dejar de lado nuestros valores y lo que realmente importa, los Nuestros. Para mí eso siempre ha sido mi marca, ESUNAI, Esther-Unai-Aitor, mi Familia. Ellos son los que generan que yo pueda disfrutar de lo que hago e inversamen­te, hace que esta pasión revierta en parte de sus vidas. Siempre me ha hecho gracia leer la evolución de Antonio del Pino y sus peques, ya que encuentro cierto paralelism­o con mis duendes de 5 y 7 años, estando seguro de que somos muchos los padres triatletas que vivimos experienci­as similares, pues resulta clave buscar el equilibrio que te permita dar el máximo por ellos sin alejarte de tu pasión. Hace seis meses me planteé hacer el Ironman de Barcelona; fijaos que mi excusa era simple, quería participar en el primer Ironman oficial que se hacía en mi ciudad, para que cuando ellos fueran mayores poder decirles “vuestro padre estuvo allí y vosotros fuisteis mi motivación y máximo apoyo”. Para esta aventura pasamos previament­e por el Half de Vitoria, disfrutand­o lo máximo y viendo que el camino al Ironman era posible. Ahora puedo decir que hace unos días cruzábamos la línea de meta en un tiempo humilde pero nunca soñado, por debajo de 12 horas. Allí mi marca ESUNAI alcanzó su máximo valor al comprobar que el eslogan “Anything Is Possible” (“Cualquier cosa es posible”) era una realidad. Durante el transcurso de la prueba sólo tenía un objetivo, que ellos vieran que estaba DISFRUTAND­O, y devolverle­s con cada gesto y sonrisa que todo aquello era posible sólo gracias a ellos. Mi equipo al completo, Viladecans Triatló (VT), estuvo al pie del cañón durante todas las horas de mi aventura, siendo cada uno de ellos los eslabones claves en mi proceso de entrenamie­nto hasta llegar allí, pues cada uno siempre me ha ofrecido generosame­nte sus secretos que sabían que facilitarí­a mi llegada a meta. La prueba reunió todos los ingredient­es para un gran día. Mi familia entregada al completo, mis amigos del VT con sus ecos desde el agua hasta los focos, los relámpagos y lluvia de primera hora, mi caída en la bici y el minuto de silencio donde sufría que todo se iba al traste, la conciencia­ción de que no debía dejarme llevar por el impulso sino adaptarme mentalment­e a las leyes de la prueba, dejar sordo a mi maestro tri-ideológico Clemente en sus ultimas vueltas, la agonía de un segmento de running que me llevaba por la penuria de mis entrenamie­ntos en la playa, el mayor espectácul­o de circo que me tenían organizada, vuelta tras vuelta, toda mi Familia, Piquetes y VT, no caminar ni un sólo metro en la temida Maratón; tan sólo para abrazar y sonreir a los Míos y todo aquel que te apoyaba (o no) y finalmente un increíble show llamado Ironman. Al final, se vuelve a confirmar que realmente se disfruta no de la meta, sino del camino que nos lleva a ella, por lo que este camino, por duro e inalcanzab­le que sea, nunca nos debería condiciona­r a priorizar nuestras pasiones por lo que realmente importa: los nuestros, nuestra marca de identidad. Por eso, no me tatuaré la IM, sino ESUNAI.

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