Triatlón

LA MALA EDUCACIÓN

- Antonio del Pino. DIRECTOR

Están un periodista francés, otro americano, uno español y pregunta el francés: ¿Qué opinión os merece las declaracio­nes de cierto entrenador de prestigio internacio­nal, acerca del dopaje generaliza­do durante años en el triatlón? El español, aclaro que soy yo, responde: "Pues que de ser cierto tampoco me sorprender­ía en exceso. El triatlón, como todos los deportes que ganan relevancia, empieza a mover dinero y lamentable­mente la trampa, el atajo o la opción de partir con ventaja, si no hay un sistema que lo regule, siempre va a estar ahí. Es condición humana, por eso hay que crear leyes con la capacidad de que se actualicen constantem­ente, e institucio­nes que establezca­n criterios justos y pongan los medios necesarios para que éstos se cumplan y que el deporte sea eso, deporte." Dice el francés con sorna: "Sí, si eso ya lo sé. Lo que quiero decir es que creo que tiene cierta gracia que ese entrenador sea quien preparare a uno de los mejores triatletas olímpicos del mundo, que es español". "¿Y?" responde el español. "Pues... y déjame que aproveche la confianza que tenemos para que te diga, que creo que el rendimient­o de los deportista­s españoles siempre ha sido cuanto menos sospechoso, no en el triatlón sino de manera generaliza­da, en un país en el que en comparació­n con muchos otros, tampoco es que se invierta demasiado en deporte de base ni en programas de alto rendimient­o. Creo que es un problema de educación" El español responde: "Es un punto de vista interesant­e. El motivo de tus sospechas me ha quedado claro, pero lo de la educación ¿Qué quieres decir exactament­e?" Contesta el francés: "No me refiero a los modales, porque sois un país de gente amable, divertida y cercana, sino a que desde la infancia a lo mejor no se trabaja en definir bien el enfoque de la competitiv­idad, que tiene un límite, que lo impone la ética y la normas". El americano, un mero espectador hasta el momento, se suma y asiente: "Estoy totalmente de acuerdo". El español se reincorpor­a para sentarse bien en el sofá de la recepción del hotel, en el que hasta el momento permanecía medio tumbado y, ya más consciente del elegante atropello en el que por asociación de nacionalid­ad y condición de deportista también se le incluía, con más interés dice: "Permíteme que, también aprovechan­do la confianza que tenemos, te exponga mi punto de vista. Primero, tiene cierta gracia que un francés y norteameri­cano hablen de ética o valores infantiles. Soy aficionado a los cómics desde crío y corrígeme si me equivoco, pero el Capitán América, todo un icono e imagen mundial de la sociedad norteameri­cana, era un tío débil que se hizo invencible tras someterse a un brutal programa de dopaje respaldado por el gobierno, para convertirs­e en un súper soldado para que matara más y mejor. Luego Astérix y Obelix, franceses, eran poco más que dos drogatas simpáticos, sobre todo el gordo condenado a tener mono de por vida porque cuando era niño se cayó en la perola del camello cuando cocinaba la formula...que eran incapaces de pararles los pies a los romanos si no llevaban la dosis corriendo por sus venas. En España teníamos otros héroes y referencia­s de producción propia como Súper López, Mortadelo y Filemón, El Príncipe Valiente...No sé qué aprendiste­is vosotros de aquello, pero a nosotros nos enseñaron muchas cosas útiles y buenas. Primero a reírnos mucho, incluso de nosotros mismos y luego...a soñar y pelear a muerte por unos ideales, aun sabiendo que la pelea de salida estaba perdida. Puede que la clave de ese talento espontáneo tan sospechoso esté precisamen­te en eso, en lograr las cosas sin tantas ayudas, en tener la capacidad de imaginar y soñar en ser alguien sin dejar de pasarlo bien y así, cuando sale un deportista con genética que no ha ido de la mano de nadie, resulta que es alguien auténtico e independie­nte, porque ha aprendido a buscársela­s él solito. Creo, y sólo es mi opinión, que ese carácter sí es muy nuestro, promovido por la alta competitiv­idad que se estimula entre unas comunidade­s que interesada­mente nos enfrentan unos a otros para demostrar quién es mejor dentro de una única frontera. Esto y mucho más forja una actitud que sale en cada entrenamie­nto y en cada carrera. Tenemos nuestros defectos y nuestras virtudes, supongo que como todos. Ahora disculpadm­e que me levante, pero en este ratito que nos han dejado libre antes de que empiece la presentaci­ón, me daría mucha pena que se me pasara poniéndome ciego de cerveza. Así que voy a aprovechar para salir a correr un rato a la calle, que lo de disfrutar machacándo­se al aire libre y sacarle todo el jugo a la vida, es algo también muy español".

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El editorial de este número, aunque sea un tema muy serio, empieza de chiste.

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