La Razón (Madrid) - Tú Economía
PECADOS DE LOS CONTAMINADORES
ElEl mercado de indulgencias, organizado por la Iglesia Católica en el siglo XVI, facilitó que los creyentes pudieran comprar el perdón de sus pecados pasados siempre que tuvieran suficiente dinero para ello. Martín Lutero y otros reformadores atacaron el sistema y la batalla acabó con la formación de una nueva religión, operación que tuvo la ayuda, como siempre, de la política y de los políticos.
Hoy, los defensores puros del medioambiente limpio están denunciando el tratamiento de las emisiones de anhidrido carbónico y otros subproductos de la combustión de fósiles en términos bastante similares a los de hace casi cinco siglos. Una empresa que desee ser considerada como «no contaminante» calcula las toneladas de anhídrido carbónico que va a emitir a la atmósfera y puede comprar el permiso para emitirlas pagando el dinero suficiente a alguien para que deje de emitir la misma cantidad. De la misma manera que Lutero criticó las indulgencias, los críticos del actual sistema consideran una degradación que comprar el derecho a pecar se considere como no pecar.
El tratamiento actual de las emisiones tiene dos objetivos. Uno es reducirlas limitando los niveles de contaminación, y otro es limpiar la imagen de los que no tienen más remedio que contaminar, haciendo que paguen por ello. Para alcanzar estos objetivos, es necesario que se reduzcan las emisiones, pero el sistema actual está lejos de ser perfecto, al menos por los resultados alcanzados hasta ahora. La estimulación de la actividad plantadora de árboles, que reducen la contaminación gracias a su función clorofílica, no alcanza objetivos debido a los incendios, a la tala y a la quema.Y en todo este campo se acusa la ausencia de una normativa suficientemente eficaz.
Como el comercio de la contaminación está concebido en base a la voluntad de respetarlo, su aplicación depende de la de las autoridades y reguladores, y eso es muy diferente de unos países a otros, y los medioambientalistas piden constantemente sistemas más obligatorios y de amplio espectro que garanticen y aseguren el respeto a las normas establecidas.
A pesar de todo, el mercado de derechos de contaminación es una buena idea, porque siempre van a existir contaminadores y lo mejor que se puede hacer es que paguen por ello. La ausencia de una buena normativa está siendo abordada en la actualidad, mejorando las actuales y creando mecanismos de inspección que aseguren que el vendedor deja de contaminar y el comprador contamina lo que ha dicho que va a contaminar. Y cada año hay más empresas que compran y venden y que cumplen lo que han pactado.