La Razón (Madrid) - Tú Economía
EL HORIZONTE DEL PARO
TodosTodos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte. Konrad Adenauer sufrió dos guerras mundiales y protagonizó la recuperación de su país desde las calcinadas cenizas que dejó el nazismo. Con esta frase abría puertas a la esperanza. Hoy, todos vivimos bajo la amenaza de la COVID pero cada uno tiene su propia perspectiva. En Europa, todos los países marchan bajo la batuta que impone el coronavirus pero cada uno ha decidido su propia senda. Una vez más, en una contracción económica, el desempleo es nuestra principal línea del horizonte. Hemos vivido cuatro grandes estallidos económicos en los últimos cuarenta años: la doble crisis del petróleo, en especial la derivada de la Revolución iraní; la del 92, con una cascada de devaluaciones monetarias tras los fastos olímpicos; la financiera del 2008 y ahora la recesión económica parida por una pandemia. Todas han sido diferentes, las causas han sido diversas: elevación del precio del petróleo, falta de productividad, exceso de gasto público, burbuja inmobiliaria, debilidad financiera y una pandemia a la que nos enfrentamos con una evidente ineficacia política. Los acontecimientos económicos no se clonan aunque se parezcan. No obstante, es reveladora la perseverancia de una constante. Todas las crisis económicas que ha soportado nuestro país se caracterizan por una elevada destrucción de trabajo, muy superior a la del resto de socios. El virus llegó a Europa por el mismo cielo pero en España llovió más desempleo. Nuestra tasa de paro roza peligrosamente el 16%, según Eurostat, y la evolución del mercado laboral este verano ha sido desoladora, se deterioraba al ritmo impuesto por la huida de turistas. El aumento del paro en 30.000 personas y el incremento de la afiliación media en 6.800 trabajadores en agosto son cifras engañosas. Lo son porque en este verano se ha perdido la oportunidad de recuperar los empleos arrasados desde marzo. El turismo no ha podido salvar a la economía española, ni ha tenido fuerzas para rescatarse a sí mismo. Solo en los primeros 50 días de pandemia, la COVID devastó las esperanzas laborales de un millón de españoles. En la economía sumergida los estragos están aún por contabilizar. Es hora de archivar la propaganda, el marketing político, y aprovechar la COVID para implantar las reformas profundas que necesita la economía española, porque apostar por una recuperación basada solo en los prometidos fondos europeos es apostar a caballo perdedor y a que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.