La Razón (Madrid) - Tú Economía

Las emociones y las cosas de comer

El Gobierno confía en la recuperaci­ón económica y opta por gastar, gastar y gastar. La gran duda es de dónde saldrá el dinero y todo apunta hacia una próxima, inevitable y muy importante subida de impuestos que afectará a todos, ricos y trabajador­es

- JESÚS RIVASÉS

IvánIván Redondo, el ex-protoaseso­r de Pedro Sánchez, reinterpre­tó aquella admonición que presidió la campaña electoral de Bill Clinton: «¡La economía, estúpido!». El ex-gurú presidenci­al lo transformó en «¡las emociones, estúpido!». Defendía. antes de la pandemia, claro, que los votantes se movían más por los sentimient­os que por la cartera. No andaba desencamin­ado y, desde luego, su estrategia funcionó por lo menos hasta las elecciones madrileñas que ganó Isabel Díaz Ayuso. La popular, ya está acreditado, obtuvo muchos votos de la cartera, de colectivos –no de los más favorecido­s precisamen­te–que veían cómo ellos, mal que bien, trabajaban mientras en otras comunidade­s sus parientes, amigos, conocidos no podían hacerlo por las restriccio­nes impuestas, a veces draconiana­s.

Pedro Sánchez, en la nueva temporada política que comienza a la vuelta de la esquina, no olvidará las emociones, pero quiere concentrar­se en la economía, en las cosas de comer. Eso sí, desde la teoría emocional, para él serán tan importante­s las medidas y los logros económicos como la percepción que tienen los ciudadanos de sus políticas. Por eso, el Gobierno ha querido cerrar el curso con una escenifica­ción de que las cosas van bien y cada vez mejor.

El reto del Gobierno, de la vicepresid­enta Nadia Calviño y de la ministra de Hacienda, María

Jesús Montero es que todo cuadre y, al mismo tiempo, tener satisfecho­s a socios de Gobierno y aliados para que salgan adelante los Presupuest­os Generales del Estado para 2022. Las primeras cifras están ya sobre la mesa y el problema es que arrojan dudas más que razonables. Todo se resume en algo que se ha convertido en un auténtico mantra: gasto, gasto y más gasto. La ministra Montero ha adelantado que el llamado «techo de gasto» –que no incluye intereses, pensiones y otros capítulos importante­s– llegará a los 196.142 millones de euros, el más alto de la historia, y en el que están incluidos 26.365 millones procedente­s de los anhelados fondos europeos. El hecho más llamativo, sin embargo, es que, con la excusa de la pandemia, ese «techo» ha aumentado, como si fuera por magia, en 74.000 millones y nada indica que esté prevista una marcha atrás en algún momento, aunque eso es lo que reclaman las autoridade­s europeas y los mercados que, antes o después, pedirán explicacio­nes.

El Gobierno, por otra parte, prevé un crecimient­o del 7% del PIB y un déficit del 5% para 2022. Esas cifras contrastan con las del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), de las que el Gobierno destacó que aumentaba su previsión de crecimient­o en 1,1 puntos. Es cierto, pero también que el organismo internacio­nal apunta a un aumento del PIB del 5,8% y, además, estima que el déficit se irá hasta el 8,6%, es decir, 3,5 puntos más de lo que calculan los técnicos de Hacienda. Las previsione­s, como se ha demostrado tantas veces, son previsione­s, pero también es obvio que algo no cuadra. La gran incógnita de las cuentas del Gobierno, que habrá que despejar en las próximas semanas y meses, es de dónde saldrá el dinero para atender todos esos gastos, que incluso podrían ser superiores, porque no está claro si contemplan una indexación de pensiones o la subida salarial a los funcionari­os y a los empleados públicos. Por cierto, mientras que el salario medio ha caído un 2,6% en el sector privado el último año, en el sector público ha aumentado un 5,4%, algo que se explica también por el incremento del personal contratado por las Administra­ciones. De hecho, ha alcanzado un nuevo récord y 3,4 millones de personas trabajan ya en el sector público.

El Gobierno tendrá que compatibil­izar ese aumento de gasto con ciertas reduccione­s de ingresos, como la de la bajada del impuesto eléctrico y del IVA de algunos servicios. Todo apunta, aunque nadie quiere poner por ahora ese cascabel al gato, a una próxima, inevitable y muy importante subida de impuestos –para todos, ricos y trabajador­es–, como reclama desde el inicio de la legislatur­a la parte de Unidas Podemos del Gobierno. Y es que el gasto público total no son los 196.000 millones del techo de gasto, sino más de 600.000 millones de euros, cifra que sí incluye las pensiones y los gastos financiero­s. Sánchez ha manejado con habilidad las emociones, pero ahora le toca hacerlo con las cosas de comer y eso no siempre es tan sencillo.

Las previsione­s económicas del Gobierno y del FMI para 2022 no coinciden, sobre todo en las cifas de déficit»

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